El dif¨ªcil oto?o de Berlusconi
El jefe del Gobierno italiano se enfrentar¨¢ tras las vacaciones a una profunda crisis en la coalici¨®n que dirige
Silvio Berlusconi se dispone a inaugurar el "anfiteatro griego" de 400 plazas que se ha construido en Vila Certosa. La residencia sarda est¨¢ m¨¢s hermosa que nunca, con sus 50 hect¨¢reas de jard¨ªn, sus 5 piscinas nuevas y su entrada marina ultrasecreta, por desgracia a¨²n en obras. Pero estas vacaciones no son tan dulces como otras. El oto?o se presenta cargado de amenazas. Aunque el presidente del Gobierno italiano se proclama optimista, su fortuna parece oscurecerse. No consigue cuadrar las cuentas p¨²blicas, tiene encallada la reforma constitucional hacia el federalismo y, lo peor, sus socios de coalici¨®n no le consideran ya indispensable. Octubre ser¨¢ un mes turbulento, tras el que se perfila la posibilidad de unas elecciones anticipadas.
"Quiero volver para ver libre Padania. Roma ladrona no vencer¨¢", amenaza Bossi
En el c¨ªrculo m¨¢s af¨ªn a Berlusconi se considera que las turbulencias de julio, provisionalmente cerradas con el cese del ministro de Econom¨ªa, Giulio Tremonti, fueron debidas a un exceso de confianza por parte de aliados como el democristiano Marco Follini y el posfascista Gianfranco Fini. Seg¨²n esa teor¨ªa, a vuelta de vacaciones, en cuanto los diputados "revoltosos" comprueben que existe un riesgo real de perder el poder, el esca?o y el coche oficial, se cerrar¨¢n filas y la coalici¨®n se pondr¨¢ de acuerdo en los grandes temas pendientes. "Se acercan momentos electorales importantes y ser¨¢ necesaria una absoluta concordia, por eso creo que lo peor ha pasado", afirma el propio Berlusconi. El presidente del Gobierno se siente "muy optimista" y cree incluso que mejorar¨¢ la econom¨ªa, pese al alza de los precios del petr¨®leo.
Silvio Berlusconi es un gran vendedor de optimismo. Esa cualidad, el anticomunismo de buena parte de la poblaci¨®n y la esperanza colectiva de que con ¨¦l ser¨ªa posible reformar un Estado escler¨®tico componen el tr¨ªptico de las razones de su ¨¦xito pol¨ªtico. Los italianos, sin embargo, se muestran crecientemente esc¨¦pticos ante las promesas. La derrota del frente conservador berlusconiano en las europeas fue un s¨ªntoma de des¨¢nimo: el endeudamiento p¨²blico de Italia sigue siendo el mayor de la UE, la econom¨ªa apenas crece y las famosas reformas permanecen pendientes.
El argumento de que el miedo a perder los esca?os har¨¢ que todos los parlamentarios se vuelquen en el apoyo a Berlusconi puede funcionar tambi¨¦n a la inversa: en la propia Forza Italia, el partido de Il Cavaliere, empiezan a detectarse tibiezas y aproximaciones a la izquierda, como las del grupo vinculado al movimiento cat¨®lico centrista Comuni¨®n y Liberaci¨®n, precisamente por miedo a que un hundimiento de Berlusconi arrastre a quienes le respaldan. Ese miedo agita en general a todos los partidos de la Casa de las Libertades, como se vio en la minicrisis de julio. Todos toman posiciones, por si una crisis obligara a la convocatoria de elecciones anticipadas.
Il Cavaliere, que el mes pasado consigui¨® forzar la aprobaci¨®n de la reforma de las pensiones vinculando el voto a una moci¨®n de confianza (el no a la reforma habr¨ªa supuesto la ca¨ªda del Gobierno), ha prometido nuevos retoques en el Gabinete para septiembre u octubre y un reactivamiento de la actividad legislativa. Har¨¢ falta superar dos escollos. El primero, la reforma federalista exigida por la Liga Norte. A principios de septiembre, en Roma, se reunir¨¢n representantes de todos los partidos de la coalici¨®n de Berlusconi para buscar un acuerdo que parece dif¨ªcil.
Umberto Bossi, el hospitalizado l¨ªder de la Liga, emiti¨® unos d¨ªas atr¨¢s un mensaje grabado en el que se mostraba inflexible: "Sobre el federalismo no cederemos nunca. Quiero volver para ver libre la Padania (la uni¨®n te¨®rica de las regiones del norte industrial). Roma ladrona no vencer¨¢". Los democristianos de UDC, parte de la posfascista Alianza Nacional, el conjunto de la izquierda y la poderosa patronal Confindustria, presidida por el hombre m¨¢s popular y estimado de Italia en estos momentos, Luca di Montezemolo, recelan en cambio del federalismo.
El otro escollo es el presupuestario. Berlusconi y su nuevo ministro de Econom¨ªa, Domenico Siniscalco, necesitan 24.000 millones de euros, por la v¨ªa de aumentar los ingresos o recortar los gastos, para evitar que a fin de a?o Italia rebase el l¨ªmite de d¨¦ficit del 3% del PIB. Mientras se prepara esa dif¨ªcil ley complementaria de los presupuestos, Il Cavaliere sigue prometiendo una rebaja de impuestos que ni el Banco de Italia ni el Fondo Monetario Internacional ni la OCDE consideran posible.
Hay otros arrecifes menores, pero peligrosos: los democristianos exigen un retorno al sistema electoral proporcional, en perjuicio de la mayoritaria Forza Italia; el propio Berlusconi quiere acabar con la par conditio (la ley que establece la igualdad de oportunidades en las campa?as electorales) contra la opini¨®n de los democristianos; Alianza Nacional se cuartea en facciones (Derecha Social, Derecha Protagonista, Nueva Alianza) y pone en peligro el pilar m¨¢s s¨®lido del berlusconismo, al margen de la propia Forza Italia.
En Vila Certosa, donde disfruta de sus piscinas y de la breve compa?¨ªa de Tony Blair, Berlusconi permanece pegado al tel¨¦fono para calmar los ¨¢nimos de su gente y para buscar improbables consensos. Sus vacaciones no son tan felices como las del pasado a?o, cuando se exhibi¨® por Cerde?a con Vlad¨ªmir Putin y con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Esta vez, Berlusconi trabaja m¨¢s que nunca. El oto?o se presenta dif¨ªcil.
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