Una nueva mezquita crea malestar entre vecinos del Raval
Los residentes temen aglomeraciones similares a las que causa el centro de la calle de Hospital
El proyecto de construcci¨®n de una mezquita ha convulsionado el heterog¨¦neo tejido social del Raval de Barcelona. Mientras los vecinos de toda la vida denuncian la saturaci¨®n de centros religiosos musulmanes y las aglomeraciones que provocan, la comunidad paquistan¨ª esgrime que sus dos mezquitas son insuficientes. El recinto ocupar¨¢ una planta baja de casi 500 metros cuadrados en la calle de Erasme de Janer. Los paquistan¨ªes esperan abrirla en dos meses.
El centro religioso ser¨¢ el tercero del colectivo paquistan¨ª en el barrio del Raval. Los actuales est¨¢n en la cercana calle de la Paloma y en la del Arc de Teatre y tienen capacidad para unos 150 fieles cada uno. Muy pr¨®xima a la futura mezquita se halla la de la calle de Hospital, que puede albergar a un millar de personas. Aunque est¨¢ ligada a la comunidad marroqu¨ª, muchos paquistan¨ªes tambi¨¦n la frecuentan.
Para Iqbal Mohammad Chauhdry, el secretario de la organizaci¨®n Camino de la Paz, estos centros no bastan para cubrir las necesidades religiosas de los 20.000 paquistan¨ªes que viven en Barcelona, la mayor¨ªa de ellos en el Raval. Tariq, que regenta el locutorio contiguo a la futura mezquita, asegura que en la de la calle de la Paloma a veces no hay espacio ni "para dejar los zapatos", y que a menudo ha tocado con su cabeza pies ajenos en la sajda (inclinaci¨®n del rostro durante el rezo).
Pero los vecinos ven en la nueva mezquita un s¨ªntoma de saturaci¨®n. Aunque casi todos subrayan el perfil trabajador y tranquilo de los paquistan¨ªes, temen multitudes similares a las que obturan la calle de Hospital cuando se acaban los rezos. "Es imposible pasar. No lo pueden hacer ni los coches ni las yayas con el carrito", asegura un comerciante. "La mezquita no es el problema: los que vienen a rezar se van r¨¢pido. Los problemas los causan los que se quedan", dice otro. "No hablan como nosotros ni tienen el mismo sentido de la limpieza", alega el portero de una finca cercana, que asegura que todos los residentes en el edificio comparten la misma preocupaci¨®n.
Iqbal precisa que los efectos de una mezquita no son ni de lejos comparables con las situaciones que se generan en el cierre de una discoteca: "Ruido, meados en la calle y a nadie parece importarle".La Asociaci¨®n de Vecinos del Raval se opuso desde el principio a la nueva mezquita. Recogieron firmas y las presentaron al Ayuntamiento, sin resultado. En cambio, las asociaciones cristianas de San Egidio y Tuluyan San Benito, vecinas del futuro centro isl¨¢mico, apoyan su construcci¨®n. Otra de las acusaciones sin fundamento del vecindario aut¨®ctono es que, en materia de licencias de construcci¨®n, se ha optado por la v¨ªa de los hechos consumados. En dos s¨¢banas que colgaban ayer de balcones colindantes a la mezquita se le¨ªa "Obres legals" e "I les normes?". Iqbal precisa que se ha pedido la licencia de obras, y que no construir¨¢n la mezquita hasta obtenerla. A?adi¨® que los dos alba?iles que ayer trabajaban en el centro trabajaban en otras obras.
La mezquita ocupar¨¢ una planta baja de casi 500 metros. Los paquistan¨ªes se la compraron a Ahmad Kamel, un sirio con nacionalidad espa?ola y varios negocios de hosteler¨ªa, por 400.000 euros. Kamel tambi¨¦n es due?o de las dos plantas superiores, que albergar¨¢n un hotel.
Iqbal precisa que el proyecto no es estrictamente el de una mezquita, porque estos lugares no pueden tener edificaciones encima. "Ser¨¢ un lugar de culto y de reuni¨®n, que ofrecer¨¢ charlas, seminarios y clases de catal¨¢n desde el primer d¨ªa". Afirma que la imagen de gueto de los paquistan¨ªes no es m¨¢s que incomunicaci¨®n, y que las reticencias terminar¨¢n cuando "puedan hablar catal¨¢n".
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