Los Mart¨ªnez no salvan otro p¨¦simo d¨ªa
La sensanci¨®n de fracaso del deporte espa?ol es cada vez mayor, pese al cuarto puesto del atleta, Manolo, y el hist¨®rico quinto lugar del gimnasta, Rafael
Espa?a permanece inasequible a las derrotas. No hay manera de torcer un rumbo cada vez m¨¢s feo. Las expectativas no se cumplen y la sensaci¨®n de fracaso cada vez se hace m¨¢s manifiesto. Hay tiempo por delante para mejorar los resultados, pero estos Juegos ponen punto final a una etapa que despeg¨® con esplendor en los Barcelona 92. Desde entonces no se ha producido ning¨²n progreso. Espa?a retrocedi¨® en los Juegos de Atlanta, patin¨® en Sidney y camina al borde del barranco en Atenas. El modelo no funciona. Es cierto que Espa?a ha conseguido grandes ¨¦xitos en los ¨²ltimos a?os, pero cuando se trata de afrontar el Everest del deporte, los resultados son decepcionantes. Las federaciones se han convertido, casi en su mayor¨ªa, en lugares estancos con dirigentes estancados. Estos taifas est¨¢n dirigidos por hombres que, en muchos casos, s¨®lo pretenden preservarse en el poder, ajenos a cualquier dinamismo. La par¨¢lisis se nota ahora, en los Juegos. El deporte espa?ol necesita un nuevo plan, una estructura diferente, un modelo que comience a actuar con rapidez. Hay posibilidades de que Madrid sea designada sede de los Juegos 2012. No se pueden afrontar esos Juegos en la lamentable situaci¨®n actual. Todo lo que suponga retrasar la cirug¨ªa necesaria, se convertir¨¢ en un error de dif¨ªcil reparaci¨®n. A la nueva administraci¨®n le corresponde dar el paso definitivo, con una medalla o con 15. Cualquiera que sea el resultado, el deporte espa?ol ha terminado un ciclo.
En Atenas se vivi¨® otra jornada mediocre para los espa?oles. Dos Mart¨ªnez, Manolo y Rafael, protagonizaron el momento m¨¢s relevante. En Olimpia, en el escenario de los antiguos Juegos, en un lugar que impresiona por su solemnidad y sencillez, Mart¨ªnez estuvo cerca de lograr su viejo sue?o. Pele¨® por la medalla durante todo el d¨ªa, primero para obtener una dif¨ªcil clasificaci¨®n. Entr¨® en la final en el ¨²ltimo lanzamiento. Pocos deportistas merecen tanto el ¨¦xito y el reconocimiento como Manolo Mart¨ªnez, pionero de una especialidad desconocida en Espa?a. ?l es a los lanzamientos lo que Santana al tenis, o Ballesteros al golf. Bastaba ver la n¨®mina de finalistas: escandinavos, norteamericanos, bielorrusos, ucranios. Es decir, la vieja nobleza de los lanzamientos. Y entre ellos, Manolo Mart¨ªnez. Fue cuarto. Fue doloroso. Pero el atleta espa?ol estuvo donde deb¨ªa, como el gimnasta, quinto en la final individual, la mejor clasificaci¨®n de la historia de un espa?ol en esta modalidad. Ambos tuvieron un nivel de protagonismo que no ha sido muy habitual en el equipo ol¨ªmpico espa?ol hasta el momento.
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