Mart¨ªnez se queda a un paso
El espa?ol desperdicia su ¨²ltimo lanzamiento y acaba cuarto en una prueba ganada por el ucranio Bilonog
"?Un campe¨®n no puede permitirse desperdiciar su ¨²ltimo lanzamiento!", repet¨ªa Manolo Mart¨ªnez. Se lo dec¨ªa a la prensa, a los amigos que acud¨ªan a consolarle, a los admiradores que le felicitaban. Manolo no admit¨ªa elogios y bland¨ªa el silicio sobre su lomo: "?Un campe¨®n no pierde el ¨²ltimo tiro!". Ba?ado en sudor, con una sonrisa desasosegada, el lanzador no se consolaba pensando en que la suya hab¨ªa sido una jornada hist¨®rica para el atletismo espa?ol. Representando a un pa¨ªs sin tradici¨®n en el peso, ¨¦l hab¨ªa peleado por el bronce hasta el ¨²ltimo tiro en una final ol¨ªmpica. Sus 20,84 metros de marca en el quinto lanzamiento lo hab¨ªan acercado a los 21,07 que hab¨ªa establecido el dan¨¦s Joachim Olsen, el tercero ayer. Por un momento, mirando la marca del estadounidense Adam Nelson, de 21,15, hab¨ªa pensado que el oro estaba en su espectro. As¨ª emprendi¨® la aventura de su quinto y su sexto tiros. Pero cometi¨® errores t¨¦cnicos en ambos y no se movi¨® del cuarto lugar. El oro fue para el ucraniano Yuri Bilonog, empatado a 21,15 con Nelson en una conclusi¨®n re?ida y pol¨¦mico.
"?Un campe¨®n no puede desperdiciar su ¨²ltimo tiro! ?Es que el sexto, mi sexto, es el bueno!"
Nelson arengaba a las masas de nulo en nulo y Bilonog avanzaba cent¨ªmetro a cent¨ªmetro
La prueba estuvo lejos de dejar marcas para el recuerdo. Vale con decir que la rusa Irina Korzhanenko, el oro femenino, hizo un lanzamiento de 21,06 metros, a un cent¨ªmetro del bronce masculino. La tendencia a la baja parece imparable desde que se redoblaron los controles antidopaje a comienzos de los a?os 90. El bronce del norteamericano John Godina en Sidney, con 21,20, habr¨ªa sido un oro rotundo ayer. Quiz¨¢ por eso Manolo Mart¨ªnez parec¨ªa inconsolable. Porque vio que el oro estaba dentro de sus posibilidades y su ¨²ltimo lanzamiento, el sexto, fue nulo.
"?Es que el sexto tiro, mi sexto, es el bueno!", se lamentaba el espa?ol, tras el duelo; "Mira Nelson, mira Yuri... Las competiciones se ganan en el primero y en el sexto normalmente. Y un campe¨®n no puede desperdiciar su sexto tiro. No soy duro conmigo mismo, soy realista. El cuarto puesto es de las peores posiciones en que puedes quedar".
La final tuvo a Nelson como gran protagonista. El chico rubio de la Athens (Georgia) estadounidense, abri¨® el concurso con una marca de 21,15. A partir de ah¨ª, Nelson se sinti¨® tan seguro de que el oro estaba en su poder que dedic¨® sus restantes cinco tiros a exhibirse en lo que pareci¨® un intento por hacer alg¨²n tipo de r¨¦cord. Es el exponente m¨¢s perfecto de lanzador de t¨¦cnica rotatoria. Lanza la bola como si fuera un disco, girando sobre s¨ª mismo una vuelta y media y despidiendo la esfera en un ejercicio de c¨¢lculo que arrebata a las aficiones que lo contemplan. El hombre parece una h¨¦lice humana, impuls¨¢ndose con el brazo izquierdo y las piernas. Esta es la misma t¨¦cnica que emplean Bilonog y Godina. Pero no hay otro atleta que domine mejor que Nelson lo que Alexander Barishnikov inici¨® en el decenio de los 70. Hasta cierto punto, Nelson se siente tan seguro de su poder que es capaz de tirar un oro por la borda. Eso hizo ayer: 21,15 en el primer tiro y luego cinco nulos.
Mientras Nelson se ocupaba de arengar a las masas con un ritual muy circense antes de cada tiro nulo, Bilonog avanzaba cent¨ªmetro a cent¨ªmetro. En su ¨²ltimo tiro, el ucraniano puso la bola en el mismo punto en el que la hab¨ªa colocado el estadounidense en su primero. Los jueces le dieron el oro a Bilonog sencillamente porque su segundo mejor lanzamiento no hab¨ªa sido nulo.
Momentos antes, Manolo Mart¨ªnez hizo 20,85 en el quinto tiro, su mejor marca de ayer, pero insuficiente. El metal, como en los Juegos de Sidney, est¨¢ a partir de los 21 metros. "Ah¨ª perd¨ª la medalla", dijo; "en el quinto, la bola se me escap¨® de la mano en el ¨²ltimo momento. Se me fue sin que le pudiera dar el ¨²ltimo impulso. Tal vez habr¨ªa pasado de los 21 metros".
En el ¨²ltimo tiro, Mart¨ªnez fue decididamente abandonado por los dioses. "Empec¨¦ mal el movimiento y no me pude frenar", dijo; "a partir de ah¨ª, ya el tiro estaba mal hecho. No s¨¦ por qu¨¦ me ocurri¨®. ?Por qu¨¦ a veces llueve? ?Por qu¨¦ a veces truena? ?Un campe¨®n no puede desperdiciar su sexto tiro!".
El lanzamiento de peso es especialmente propicio a la tensi¨®n nerviosa por la naturaleza del gesto t¨¦cnico. Sea con la t¨¦cnica de desplazamiento en l¨ªnea o sea rotatorio, el tiro se subdivide en decenas de segmentos. Los atletas dedican horas a practicar cada gesto, el ¨¢ngulo de expulsi¨®n de la bola, el movimiento de la mano, el giro, los pasos, la velocidad... Luego, dedican horas a armonizarlo todo como un rompecabezas que debe ser resuelto en menos de un segundo. Si un eslab¨®n falla, el tiro es imperfecto porque no se imprime suficiente fuerza a la bola. Adem¨¢s de voluminosos, los lanzadores son gente perfeccionista que vive d¨¢ndole vueltas a un laberinto de movimientos. En una competici¨®n ol¨ªmpica, con s¨®lo tres tiros para ejecutar el aprendizaje de a?os, los miedos, el sentido de la responsabilidad y el v¨¦rtigo de pensar que ¨¦sa puede ser la ¨²nica oportunidad de hacer grande una carrera, han podido con el temple de muchos talentos. Todo, porque, como dice la inscripci¨®n en las ruinas de Olimpia, los atletas compiten "por vivir en la memoria de los hombres".
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