Paquillo, contra el calor y Jefferson
La marcha inaugura hoy las pruebas en el estadio Ol¨ªmpico con el granadino, subcampe¨®n del mundo, entre los favoritos
Paquillo Fern¨¢ndez teme al calor m¨¢s que al diablo y a Jefferson P¨¦rez s¨®lo un poquito menos. Ambos, el calor y el ecuatoriano, le esperan hoy nada m¨¢s levantarse en Atenas, as¨ª que no es de extra?ar el talante reflexivo con que el marchador de Guadix se mueve por la Villa Ol¨ªmpica -lo que, por otra parte, le permite no desentonar entre la tristeza que domina a la delegaci¨®n espa?ola. "Me falta chispa", confes¨® Paquillo. Toda una declaraci¨®n de principios.
El calor le atac¨® en Sevilla en 1999 y desde entonces lo teme. Paquillo tiene problemas de hidrataci¨®n, su organismo mantiene una relaci¨®n compleja con los l¨ªquidos -por eso, por ejemplo, cuando sube a Sierra Nevada, a prepararse en altura, su hematocrito, en vez de subir, que es lo que busca, baja, que es lo que no desea. Su cuerpo, acostumbrado al clima seco, templado, de los 1.000 metros del altiplano de Guadix, repele la humedad, rinde al m¨¢ximo en temperaturas moderadas. Su mejor marca en 20 kil¨®metros, la consigui¨® Paquillo, flexible, el¨¢stico, caderas d¨²ctiles, en el fr¨ªo abril de la fr¨ªa Finlandia. Sus mejores puestos en competici¨®n oficial los logr¨® en la lluviosa y templada M¨²nich y en una ma?ana de agosto inusualmente fr¨ªa en Saint Denis, en las afueras de Par¨ªs.
En mayo muri¨® Alcalde, su t¨¦cnico; ahora se entrena solo, aunque siguiendo su librillo
"Me falta chispa", dice el atleta andaluz sum¨¢ndose tambi¨¦n al derrotismo espa?ol
P¨¦rez no es el diablo, pero le atac¨® aquel d¨ªa de Par¨ªs, 23 de agosto de 2003, en el kil¨®metro 15 de la prueba. En el 18 le alcanz¨® y le super¨®. A Paquillo no le sent¨® mal la plata, pero el oro se lo llev¨® el auramericano, al que tambi¨¦n quiere y admira. La hermandad de la marcha es otro mundo y P¨¦rez, que a los 22 a?os se convirti¨® en los Juegos de Atlanta 96 en el marchador campe¨®n ol¨ªmpico m¨¢s joven de la historia, es su profeta. El polaco Korzenowski es dios. Y Paquillo, sumo sacerdote, por lo menos.
"Jefferson es un m¨ªstico, hombre de inspiraci¨®n e instinto", dice Paquillo, quien se encuentra m¨¢s cercano a Korzenowski, m¨¢s racional y met¨®dico, pero que se cartea con ambos.
Cuando hace unos meses, cuando por culpa de lo dif¨ªcil que era para los jueces controlar que los marchadores no doblaran la rodilla y echaran a correr, el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) abri¨® un debate p¨²blico sobre la posibilidad de prescindir de la marcha en el programa ol¨ªmpico, P¨¦rez fue el que m¨¢s elev¨® su voz en contra, fue el que dio el argumento, si no definitivo, s¨ª categ¨®rico. "A lo primero que aprende el hombre en la vida es a andar", dijo P¨¦rez, a quien su victoria en Atlanta le supuso un suministro diario y gratuito de cuanto yogur quiera tomar; "si la marcha desapareciese de los Juegos ser¨ªa como hacer desaparecer a la humanidad".
La marcha no desaparece de los Juegos. Incluso se ha fortalecido como disciplina ¨²nica que combina como ninguna una exigencia f¨ªsica propia de un maratoniano y una exigencia t¨¦cnica no muy lejana de la de un saltador de altura, por ejemplo, para poder hacer avanzar al cuerpo, siempre con un pie en el suelo, a m¨¢s de 15 kil¨®metros por hora. Pero quien s¨ª que estuvo a punto de desaparecer del panorama ol¨ªmpico fue el propio P¨¦rez, quien, decepcionado por un quinto puesto -que luego fue un cuarto por la descalificaci¨®n del mexicano Bernardo Segura- anunci¨® en los Juegos de Sidney, el mismo d¨ªa de la prueba, que aqu¨¦lla era su ¨²ltima actuaci¨®n. "Me duele la espalda
[se hab¨ªa operado de una hernia discal]", dijo; "me duele el alma, adi¨®s". Nueve meses despu¨¦s, el h¨¦roe nacional de Cuenca (Ecuador), pues tal le hab¨ªa proclamado el presidente de la Rep¨²blica, Gustavo Noboa, volvi¨® a marchar. Volvi¨® a aparcar los estudios de econ¨®micas, volvi¨® a entrenarse en la playa -tres d¨ªas por semana sobre la arena-, en los 5.000 metros de los Andes -un d¨ªa por semana-, en sus calles conquenses, a 3.200 metros -los tres d¨ªas restantes. Volvi¨® a competir para desgracia de Paquillo, el marchador de m¨¢s talento y clase de los que ha habido en Espa?a -y los ha habido, y los hay, muy buenos, desde Llopart, plata en Mosc¨² 80; Mar¨ªn, Massana, bronce en Atlanta 96; Plaza, oro en Barcelona 92; Garc¨ªa Bragado o Alcalde. La ¨²ltima medalla la consigui¨® Mar¨ªa Vasco en Sidney en los 20 kil¨®metros.
Paquillo, con una capacidad f¨ªsica innata para el deporte de resistencia -corre el medio marat¨®n en 1h 12m- se hizo marchador porque, de cr¨ªo, admiraba por las calles de Guadix a Alcalde. Luego ¨¦ste se hizo su entrenador, su gu¨ªa espiritual, su padre deportivo. En mayo, hace tres meses, Alcalde muri¨®. A Paquillo le ofrecieron otros entrenadores, le invitaron a prepararse donde quisiera, con quien quisiera, pero Paquillo prefiri¨® seguir entren¨¢ndose en solitario, siguiendo, eso s¨ª, el librillo de Alcalde.
Ser¨¢ su recuerdo, ser¨¢ la fuerza mental adquirida despu¨¦s de a?os de trabajo con una psic¨®loga, ser¨¢ su determinaci¨®n y su confianza, las armas con las que, en compa?¨ªa de dos j¨®venes espa?oles, Dom¨ªnguez y Molina, saldr¨¢ hoy Paquillo, a las ocho de la ma?ana (hora espa?ola) a cazar sus fantasmas, a tratar de acabar con el calor y con Jefferson P¨¦rez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.