El 'bel canto' conquista Salzburgo
Bellini y dos cantantes levantan al p¨²blico.
Se hace extra?o escuchar en Salzburgo una ¨®pera de Vincenzo Bellini y m¨¢s a¨²n en versi¨®n de concierto. Deben ser cosas de la globalizaci¨®n. Lo curioso es que el p¨²blico llen¨® la sala grande del Palacio de Festivales de Salzburgo y aplaudi¨® a rabiar. Se comprende por la calidad de los artistas, desde luego, pero resulta chocante. Interven¨ªa como Giuletta de I Capuleti e i Montecchi la soprano de moda, Anna Netrebko, rusa, de 32 a?os, que procede de las filas del Kirov de San Petersburgo y que peg¨® el salto a la fama aqu¨ª hace un par de a?os con su interpretaci¨®n del personaje de Do?a Anna de Don Giovanni. Ahora acapara las portadas de muchas revistas y las encuestas la sit¨²an como mejor cantante femenina (por encima de Georghiu, Fleming, Kasarova, Bartoli, Denoke o Mattila) y el Festival de Salzburgo la mima hasta tal punto que ha programado el pr¨®ximo verano La traviata para facilitar su lucimiento, poniendo como compa?eros de reparto a Rolando Villaz¨®n y a Thomas Hampson. Ni siquiera la vuelta de Riccardo Muti para dirigir La flauta m¨¢gica levanta tanta expectaci¨®n.
Volc¨¢n en erupci¨®n
Cant¨® de maravilla, dig¨¢moslo de entrada, arrasando desde la cavatina de salida, "Oh quante volte, oh quante", con homogeneidad en todos los registros, instinto teatral y un extraordinario control de la respiraci¨®n. Tiene adem¨¢s un aire de sencillez, de simpat¨ªa, y se mete al p¨²blico en el bolsillo. Romeo fue Daniela Barcellona en noche de gracia. Y ya se sabe lo que es esta se?ora cuando tiene su d¨ªa: un volc¨¢n en erupci¨®n. Por arriesgar se le fue una nota del registro agudo en el primer acto. En vez de achantarse, le supuso un est¨ªmulo. Cant¨® a la vieja usanza italiana, con el coraz¨®n en una mano y... en la otra. Qu¨¦ segundo acto de antolog¨ªa, lleno de fuerza, de pasi¨®n, de entrega. Hasta Netrebko se arranc¨® a aplaudir en alg¨²n momento. A un nivel m¨¢s que aceptable se mantuvo el resto del reparto, con el tenor malt¨¦s en alza Joseph Calleja y los simplemente correctos Chester Patton y Dan Dumitrescu.
El director de orquesta Ivor Bolton est¨¢ curtido hasta las cejas en H?ndel y tiene instinto concertador. Domina la melod¨ªa y se mueve a sus anchas con orquestas como la del Mozarteum de Salzburgo. Hubo vibraci¨®n, expresividad y sobre todo una alfombra de oro para las voces. Ejemplar en el tratamiento de las din¨¢micas, contagi¨® su energ¨ªa al coro de la ?pera de Viena, preparado por el singular Rupert Huber. Con conciertos de este tipo es comprensible que el bel canto contraataque para instalarse en el coraz¨®n de la Vieja Europa, donde se percibe como aire fresco.
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