La exquisitez oculta de Tur¨ªn
El Museo Egipcio, la Biblioteca y el Lingotto sorprenden al turista
Hay una subespecie de turistas, bastante extendida, aunque l¨®gicamente minoritaria, cuyo viaje so?ado es aquel en el que apenas se cruzan con otros turistas. Prefieren la soledad al jolgorio del grupo organizado. Entre sus opciones, aparte de elegir destinos originales o viajar fuera de temporada, est¨¢ la posibilidad de dirigirse a ciudades sin gran renombre tur¨ªstico, pero con mucho que ofrecer. Tur¨ªn, la capital de la regi¨®n piamontesa, situada en las estribaciones de los Alpes, en la llanura del Po, es una de ellas.
Se la conoce fundamentalmente por su poder¨ªo econ¨®mico, por ser sede de la Fiat y del equipo de f¨²tbol Juventus, y por acoger en su catedral renacentista el Santo Sudario, reliquia que sigue siendo objeto de culto pese a su probada falsedad. Pero Tur¨ªn es tambi¨¦n una ciudad con una notable arquitectura barroca y modernista, de elegantes bulevares arbolados y amplias plazas de adoquines, con una red de galer¨ªas porticadas por la que se puede pasear al resguardo de la lluvia, detenida en el tiempo en sus agencias bancarias y caf¨¦s que mantienen la decoraci¨®n de finales del siglo XIX, y recorrida por melanc¨®licos tranv¨ªas azules y blancos. Una urbe, adem¨¢s, con cierta animaci¨®n nocturna, una rica gastronom¨ªa y excelentes museos.
Cuadr¨ªcula llana
Poco despu¨¦s de aterrizar, para ver la configuraci¨®n de Tur¨ªn, nada mejor que subir a la Molle Antonelliana, el edificio m¨¢s alto de Italia -167 metros-, construido como s¨ªmbolo de la pujanza industrial de la ciudad a finales del siglo XIX y que hoy alberga un museo del cine. Desde la terraza se aprecia c¨®mo el centro, ba?ado por el Po y con edificios bajos cubiertos de teja roja, se desarrolla en cuadr¨ªcula y es muy llano, lo que facilita la orientaci¨®n y su visita a pie. Museos y exposiciones desvelan la riqueza cultural de Tur¨ªn, en la que han residido escritores como Cesare Pavese, Primo Levi, Italo Calvino o Claudio Magris.
El Museo Egipcio de Tur¨ªn es uno de los m¨¢s importantes del mundo, desde el momento en que Carlos F¨¦lix de Saboya compr¨® la colecci¨®n reunida -o expoliada, seg¨²n se mire- por Bernardo Drovetti, c¨®nsul general franc¨¦s durante la campa?a napole¨®nica en Egipto. Entre sus existencias, la tumba del arquitecto Kha -con la peluca estilo rasta de su esposa, ata¨²des policromados y provisiones para su viaje despu¨¦s de la muerte-, los templos reconstruidos, los papiros con escritura jerogl¨ªfica, las momias y los objetos de uso cotidiano har¨¢n las delicias de los aficionados.
Al museo, con salas desiguales y paneles explicativos que nos recuerdan los a?os colegiales del recorta y pega, no le vendr¨ªa mal un remozado. No hay casi nadie y queda tiempo para observar con calma una gran estatua de granito que representa a Rams¨¦s II sentado en el trono, con su esposa e hijo esculpidos en relieve a los lados de las piernas. Al salir, un caf¨¦ espera en una terraza frente al museo, lugar ideal para admirar la fachada ondulada en ladrillo del Palazzo Carignano, la obra maestra del arquitecto barroco Guarini, muy presente en Tur¨ªn.
En los soportales de la Via Roma se encuentran las grandes firmas internacionales de moda. Los turineses miran y remiran los escaparates mientras parlotean. Cruzando, se llega a la plaza de San Carlo, denominada "el saloncito de Tur¨ªn" por la sofisticaci¨®n de su arquitectura barroca, y a la Piazza Castello, el coraz¨®n de la ciudad. En su centro, los bancos, dispuestos en un cuadril¨¢tero, miran hacia sus edificios, entre los que destacan el Palazzo Real y el Palazzo Madama. Tras atravesar la plaza se alcanza la Biblioteca Reale. Es una galer¨ªa larga y estrecha, revestida de estanter¨ªas de madera en dos ¨®rdenes repletas de libros, y rematada por una b¨®veda con frescos de estilo neocl¨¢sico. Una urna guarda un c¨®dice de Leonardo da Vinci relacionado con el vuelo de los p¨¢jaros, y alguien comenta que entre los pocos c¨®dices del genio renacentista que se conservan, hay uno en manos de Bill Gates. ?As¨ª es la vida! En una peque?a sala del s¨®tano, con gusto exquisito y una perfecta iluminaci¨®n, se exponen las obras de 13 grandes artistas del Cinquecento. S¨®lo por ver dibujos como el Autorretrato de Leonardo da Vinci, o una miniatura de Jan Van Eyck en un c¨®dice miniado que ilustra el interior de una catedral, o el Retrato de un hombre desconocido de Antonello da Messina, merece la pena viajar a Tur¨ªn.
Cena en el Diciottobi Corposdomini, un restaurancito con terraza en una plaza en la que han puesto un piercing a un edificio cl¨¢sico. Hay buf¨¦ variado y pasta, todo muy sencillo y sabroso. Otros clientes comentan que el mejor helado turin¨¦s es el del Cafe Fiorio, en la Via Po. El de nocciola es recomendable. Para rematar la jornada, un paseo por los Murazzi, muretes de la ribera del Po, y una copa en un bar de ¨²ltima generaci¨®n, The Beach. Hora de dormir.
Cuadros llenos de velocidad
Por la ma?ana, la visita art¨ªstica comienza con los cuadros llenos de velocidad y color del futurista Depero en el palacio Bricherasio, y los de la exposici¨®n La Borghesia allo Spechio (18601920), m¨¢s reposados, en el palacio Cavour. Pero no hay descanso. Seg¨²n el autob¨²s abandona el centro, el paisaje urbano se va llenando de construcciones industriales. El conductor anuncia que la siguiente parada es la del Lingotto. El arquitecto Renzo Piano rehabilit¨® en los ochenta la antigua f¨¢brica de la Fiat, el Lingotto, construida en 1920, de la que salieron m¨¢s de 80 nuevos modelos. Seg¨²n Piano, el resultado del nuevo complejo -oficinas, centro comercial, hotel, recinto ferial...- es un edificio casi mon¨®tono por fuera y sorprendente por dentro. Destaca el orden de la fachada, la presencia de la luz natural, el patio ajardinado y la conservaci¨®n de la pista para los ensayos de los nuevos prototipos en la azotea, s¨ªmbolo propagand¨ªstico del primer Lingotto. Despu¨¦s del almuerzo en La Pista, el restaurante de la terraza, visita a la pinacoteca de los Agnelli, en la que, aparte de los canalettos, se ve la mano de alguien a quien le gustan las mujeres. Hora de tomar el avi¨®n de vuelta y tratar de asimilar todo lo que casi nadie va a ver a Tur¨ªn.
- Nicol¨¢s Casariego (Madrid, 1970) es autor de La noche de las doscientas estrellas (Lengua de Trapo, 1998).
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos
- Prefijo: 00 39 011.
- Oficina de turismo: 818 50 11; www.turismoturino.org.
Comer
- Diciottobi Corpus Domini (436 25 83). Piazza Corpus Domini, 18 B.
- Caf¨¦ Fiorio. Via Po, 8 c.
- The Beach. Arcate, 18, 20, 22.
- La Pista (631 35 23). Via Niza, 262.
Museos
- Egizio. Via Accademia delle Scienze, 6.
- Biblioteca Reale. Piazza Castello, 191.
- Palazzo Bricherasio. Via Teofilo Rossi esquina Via Lagrange.
- Palazzo Cavour. Via Cavour, 8.
- Pinacoteca Giovanni e Marella Agnelli. Via Niza, 230.
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