El rinc¨®n verde m¨¢s delicado
Estos jardines de la Alameda de Osuna a¨²n conservan el esplendor del Madrid del siglo XVIII
El parque del Capricho no es uno de los parques m¨¢s grandes de Madrid, pero s¨ª uno de los m¨¢s elegantes y exuberantes. No en vano este jard¨ªn de estilo rom¨¢ntico es el ¨²nico en su g¨¦nero en la ciudad. Las copas de sus ¨¢rboles y las veredas de sus estrechos caminos encierran caprichos como la Casa de la Vieja, el Casino de Baile, el Abejero o la Casa de Ca?as; sin olvidar lugares de otra ¨¦poca como el b¨²nker que se construy¨® con motivo de la Guerra Civil, tiempo en el que se instal¨® en los jardines el cuartel del general republicano Jos¨¦ Miaja.
Construidos en virtud de un capricho de la duquesa de Osuna, Mar¨ªa Josefa Alfonso Pimentel, a partir de 1783 (no se concluyeron hasta 1839), estos jardines son el reflejo de la alta sociedad de finales del siglo XVIII, cuando a partir de huertas y modestas edificaciones se levantaron villas suburbanas de recreo para personalidades, intelectuales y artistas del momento. El propio Goya frecuentaba estos espacios, e incluso sus cuadros adornaron algunos inmuebles del Capricho. Y es que la duquesa buscaba sobremanera convertir sus jardines en la envidia de la alta sociedad, y para ello se rode¨® de los principales arquitectos franceses de la ¨¦poca como Jean Baptiste Mulot, procedente de la corte de Mar¨ªa Antonieta, y conocedor a la perfecci¨®n del Petit Trianon de Versalles.
Muchas parejas de novios acuden cada fin de semana a hacerse el reportaje de fotos
Ubicado en el distrito de Barajas, el tri¨¢ngulo que conforman los jardines del Capricho est¨¢ limitado al norte por la avenida de Logro?o; al sur, por la avenida de la Alameda de Osuna, y por su lado este, por la calle de la Rambla. A s¨®lo 10 kil¨®metros del centro urbano, la nostalgia, la armon¨ªa y la tranquilidad cobran forma en este espacio, que pertenece al Ayuntamiento de Madrid desde 1974, y que posteriormente sufri¨® un lavado de cara despu¨¦s de varias d¨¦cadas de abandono.
Visitar estos jardines, en cuyos inmuebles se aloj¨® Napole¨®n Bonaparte en una visita en 1808, es regresar al pasado. Una plaza de exedras egipcias, columnatas griegas, un fort¨ªn con foso, casas de juego y de brujas, sin olvidar un embarcado construido para el goce y disfrute de la duquesa, son algunas de las sorpresas que comprende.
Los ciudadanos lo saben, y sobre todo los fot¨®grafos, que acuden en masa, especialmente las tardes de los s¨¢bados, para retratar a las parejas de reci¨¦n casados en entornos de cuento. "Soy de Madrid, pero no conoc¨ªa el parque, que es una maravilla", aseguraba Laura mientras cargaba la cola de su vestido de novia. Laura y su reci¨¦n estrenado esposo, Jorge, apuraban los ¨²ltimos minutos hasta el cierre del parque -s¨®lo est¨¢ abierto los fines de semana y festivos, del 1 de abril al 30 de septiembre, de 9.00 a 21.00, y del 1 de octubre al 31 de marzo, de 9.00 a 18.30- para fotografiarse en el florido y colorista entorno del Casino de Baile, mientras una comitiva muy engalanada, como las que a buen seguro visitaban los jardines en tiempos de la duquesa, presenciaba los desenfadados posados de la pareja.
El Capricho es singular. Al contrario de lo que sucede en otros parques como el Retiro, no est¨¢ permitida la entrada de perros, no se puede comer, ni pasear en bici, ni jugar a la pelota, algo que, sin embargo, no impide que sean muchas las familias -con los allegados y amigos que llegan a Madrid por unos d¨ªas incluidos- que aprovechan las jornadas estivales para pasear al amparo de las con¨ªferas y ¨¢rboles de hojas perenne, tumbarse en algunas de las praderas o contemplar el impresionante laberinto vegetal reconstruido en 1987 seg¨²n el dise?o original.
Algunos grupos se re¨²nen en las inmediaciones de la Casa de Ca?as (que serv¨ªa de embarcadero, y que incluye un peque?o pabell¨®n de reposo que se abre hacia el agua, y que en ocasiones se utilizaba como comedor) a leer poes¨ªa, a charlar, a tomar el aire, e incluso a cantar ¨®pera. Otros, como un nutrido grupo de rumanos, se re¨²nen las tardes de los s¨¢bados y, sobre todo, de los domingos en las inmediaciones del Templete para rezar de forma comunitaria. Unen sus manos, rezan y cantan, "pero sin molestar a nadie", confirma Guadalupe, de 82 a?os y vecina de Canillejas.
Para facilitar el recorrido y velar por el respeto del Capricho est¨¢n los informadores del parque. Se conocen cada rinc¨®n con todo lujo de detalles, velan para que se respeten las normas - "¨¦ste no es un parque cualquiera", aseguran- e informan a los visitantes de los distintos enclaves. "No solemos tener problemas; como mucho, decirle a alguien que no se puede jugar a la pelota", reconoce Paz, que, junto a Ra¨²l, Alicia, Patxi y Fernando, componen la plantilla de informadores del Capricho.
Pero estos jardines, tal vez por su ubicaci¨®n lejos del centro urbano, no son conocidos por muchos. Pedro Moreno, 43 a?os, "de Madrid de toda la vida" y vecino de San Blas, los visitaba por primera vez. "Pensaba que este parque era privado", comentaba el hombre. Otros, por el contrario, como Mari Carmen y Miguel ?ngel, un matrimonio de la zona de la Alameda de Osuna, suelen visitar estos jardines con frecuencia. "Estar aqu¨ª por la ma?ana temprano es una joya", reconoce la mujer, de 54 a?os, que cuenta c¨®mo sus hijos retozaban en la hierba en sus tardes de juego.
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