El m¨¢s grande
Hicham el Guerruj hace realidad al fin su mayor sue?o: ser el campe¨®n ol¨ªmpico de los 1.500 metros
Hubo justicia con un genio del atletismo, el magn¨ªfico Hicham el Guerruj, por fin vencedor de la carrera que se le resist¨ªa: los 1.500 metros. No hubo maldici¨®n con el hombre que ha definido una ¨¦poca del mediofondo. Durante ocho a?os, El Guerruj ha sido un intocable, el atleta que traslad¨® las marcas al futuro. Su destino era ganar el oro en los Juegos Ol¨ªmpicos y obtener la justicia necesaria. Esta vez no se le resisti¨® la final. Justo cuando comenzaba a ofrecer signos de debilidad, cuando su hegemon¨ªa era discutida por algunos de los finalistas en Atenas, El Guerruj protagoniz¨® la carrera de su vida. Con un ataque largo, intenso, indesmayable, se despeg¨® de todos sus rivales, excepto el keniano Bernard Lagat, cuya terca resistencia elev¨® la carrera a la categor¨ªa de inolvidable. El mano a mano no se cerr¨® hasta el ¨²ltimo metro. El rostro enjuto del marroqu¨ª no revelaba otro signo que la determinaci¨®n por alcanzar la victoria. El gesto crispado de Lagat, impresionante por su crudeza, revelaba el grado de oposici¨®n del atleta que parec¨ªa destinado a impedir el triunfo de El Guerruj. No lo consigui¨®. El marroqu¨ª venci¨® y cerr¨® el c¨ªrculo m¨¢gico del medio fondo. Ha conquistado todo lo imaginable: t¨ªtulos ol¨ªmpicos y mundiales, r¨¦cords del 1.500 y de la milla (1.609 metros). Definitivamente, entra en el pante¨®n de Herb Elliot, Peter Snell y Sebastian Coe para discutirles la supremac¨ªa hist¨®rica en el mediofondo. Con todo el derecho, El Guerruj puede pensar que es el mejor de todos los tiempos.
El Guerruj protagoniz¨® la carrera de su vida. Con un ataque largo, se despeg¨® de todos sus rivales, menos de Lagat, cuya resistencia engrandeci¨® la prueba
El campe¨®n marroqu¨ª no cedi¨® un mil¨ªmetro ante los ataques del keniano, que tiraba con toda la munici¨®n. Cuando ¨¦ste crisp¨® el rostro se vio que habr¨ªa justicia
Fue una obra maestra del marroqu¨ª. Con los precedentes de las ¨²ltimas semanas, se abrieron especulaciones sobre el tipo de carrera que le conven¨ªa. Despu¨¦s de sus derrotas frente a Ramzi y Lagat, la posici¨®n de El Guerruj era delicada. Cuando un gran atleta pierde el aura de invencible, se abre una sangrienta veda. El caso del et¨ªope Gebrselassie en el fondo sirve de recordatorio de lo que sucede con los campeones en declive. S¨®lo encuentran la gratitud de los aficionados, que no olvidan los grandes d¨ªas. Pero los rivales no perdonan. El calvario de Gebre hab¨ªa sido tan reciente que pesaba sobre la carrera de El Guerruj. Es cierto que sus muestras de debilidad no pod¨ªan interpretarse como un desplome, pero algo pod¨ªa cambiar en la cabeza de un hombre que nunca se hab¨ªa asociado con las dudas. Toda una vida de ganador se hab¨ªa venido abajo este a?o, precisamente en el momento que El Guerruj hab¨ªa destinado a acabar con todos sus fantasmas. Quer¨ªa la medalla de oro y la quer¨ªa en Atenas. No ten¨ªa m¨¢s tiempo. No habr¨ªa otra oportunidad en Pek¨ªn 2008. Y ahora era un hombre vulnerable.
Esta nueva condici¨®n de El Guerruj procuraba a la carrera un inter¨¦s extraordinario. Lagat le hab¨ªa vencido y algunos otros aspirantes se consideraban dispuestos a quebrarle el sue?o ol¨ªmpico. Reyes Est¨¦vez figuraba entre ellos. Hesko, tambi¨¦n. Quiz¨¢ Rui Silva. ?C¨®mo responder¨ªa El Guerruj a tanta amenaza? Se recordaba la carrera de los Mundiales de Sevilla 99, donde el pretoriano Kaouch le condujo a la victoria con un ritmo disuasorio para todos los adversarios del campe¨®n. Esta vez, Kaouch se desinteres¨® de cualquier ayuda a su compa?ero. Si El Guerruj ten¨ªa que vencer, lo har¨ªa solo. Este detalle fue decisivo en la grandeza de la carrera, un ejercicio perfecto del marroqu¨ª, que act¨²o sin miedo, con una determinaci¨®n emocionante. Como en los viejos tiempos, en definitiva. Los viejos tiempos no eran otros que aquellos en los que El Guerruj solucionaba las carreras con un ataque largo y devastador, aproximadamente en el paso por los 700 metros. As¨ª ocurri¨® en Atenas.
Antes de ese momento decisivo, la carrera ten¨ªa un aspecto impredecible. El parcial por los primeros 400 metros (1m 0,42s) resultaba revelador: carrera t¨¢ctica, lenta, dura. Est¨¦vez iba y ven¨ªa, de delante atr¨¢s y vuelta a la cabeza. Olfate¨® el ataque de El Guerruj y se coloc¨® a su lado. Le sigui¨® durante unos metros, pero no encontr¨® la manera de resistirle. No le falt¨® coraje. Estuvo escaso de fuerzas. Est¨¦vez no tuvo ning¨²n papel en la final. Entr¨® el s¨¦ptimo, decepcionado. A su manera, vive el drama de El Guerruj. Nunca ha conseguido una medalla en los Juegos y su margen de maniobra es m¨ªnimo para el futuro. Est¨¦vez supo que hab¨ªa perdido cuando Rui Silva le super¨® como un avi¨®n. Faltaban 250 metros. La carrera, que hab¨ªa terminado para ¨¦l, se jugaba 20 metros por delante. El ataque de El Guerruj ten¨ªa un aire devastador. Su velocidad aumentaba sin aparente esfuerzo, con una zancada perfecta. Pero Lagat resist¨ªa. La sombra de una nueva derrota comenzaba a apoderarse de los 75.000 espectadores, que no pod¨ªan contener su emoci¨®n. Pero El Guerruj tuvo una entereza insospechada. No se dej¨® intimidar por la presi¨®n de Lagat, que previsiblemente sacar¨ªa ventaja de su superior velocidad en los ¨²ltimos metros. Entraron juntos en la recta definitiva, mano a mano, sin ninguna compa?¨ªa. Todo lo hab¨ªa hecho El Guerruj y ahora quedaba por saber si Lagat le rematar¨ªa en la parrilla como hizo otro keniano, Ngeny, en los Juegos de Sidney. Era lo l¨®gico por las caracter¨ªsticas de los dos atletas y por el peso del recuerdo. El Guerruj parec¨ªa destinado a otra derrota, a la peor de todas, la que le privar¨ªa del ¨²nico t¨ªtulo que le faltaba. Sin embargo, la historia de esta carrera se escribi¨® de otra manera. El campe¨®n marroqu¨ª no cedi¨® un mil¨ªmetro ante los ataques de Lagat, que tiraba con toda la munici¨®n. No hubo manera. Cuando Lagat crisp¨® definitivamente el rostro y no encontr¨® ninguna recompensa, se hizo evidente que, por fin, habr¨ªa justicia. Gan¨® El Guerruj. El m¨¢s grande.
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