Resistir
Visito a un amigo que se recupera de un apag¨®n que le ha dejado parte del cuerpo a oscuras, una aver¨ªa que, por suerte, se ir¨¢ reparando. Trabaja para mejorar con la disciplina de un atleta. En su caso, el objetivo no es participar, sino ganar lo perdido. Mi amigo est¨¢ leyendo, en versi¨®n original, el libro de Ugo Riccarelli L?Angelo di Coppi (editado en Espa?a con el t¨ªtulo de Un helado para la gloria). Son una serie de episodios ficticio-biogr¨¢ficos de grandes mitos del deporte, desde Garrincha hasta Bahamontes. Uno de los protagonistas de estas disgresiones es Emil Zatopek, el atleta que en los Juegos de Helsinki 52 gan¨® los 5.000 metros, los 10.000 y el marat¨®n. La resistencia era el gran valor del corredor checo, una virtud que se extend¨ªa a otras facetas de su vida y que le dignific¨® cuando, siendo mito atl¨¦tico y alto cargo del ej¨¦rcito, apoy¨® la pol¨ªtica de Dubcek. Consecuencia: pag¨® con el ostracismo y la degradaci¨®n el haber discrepado del totalitarismo de los tanques sovi¨¦ticos.
Pese al tiempo transcurrido, se seguir¨¢ escribiendo sobre Zatopek mientras exista memoria y necesidad de referentes morales, quiz¨¢ porque el corredor demostr¨® que, para ganar, hay que saber resistir (v¨¦ase a Hicham el Guerruj en la carrera de los 1.500 metros). Escribe Riccarelli: "Praga estaba cada vez m¨¢s fr¨ªa, cada vez m¨¢s oscura, y aunque el campe¨®n no sintiera miedo contuvo con dificultad sus ganas de huir. Muchos amigos en el extranjero, admiradores suyos, deportistas, le ofrecieron puentes de plata para poder emigrar. ?l, por el contrario, rumiando d¨ªa tras d¨ªa ladrillos y carreras, refin¨® verdaderamente su resistencia, su vivir junto al impulso de huir". Y, haciendo hablar a su h¨¦roe, el escritor a?ade: "Y, adem¨¢s, corriendo por todo el mundo, enfrent¨¢ndome a gente acostumbrada a la competici¨®n, he aprendido que hay una gran diferencia entre correr y huir". La resistencia, pues, no s¨®lo tiene que ver con la necesidad de competir contra otros, sino tambi¨¦n con una cuesti¨®n personal. Luego, cuando es certificada por la gloria (ol¨ªmpica e hist¨®rica en el caso del corredor checo), se transforma en ejemplo para los que la necesitan cuando viven un mal momento, ya que les ayuda a desear correr en vez de querer huir.
Seguro que en el pa¨ªs de Zatopek existen plazas, escuelas, calles y parques con su nombre. Pero, dadas las circunstancias, ser¨ªa bonito bautizar una de las ocho calles de los tartanes ol¨ªmpicos con el nombre de Zatopek. Cuando escucho a los comentaristas decir que determinado atleta corre por la calle n¨²mero 1, 2 o 5, echo de menos una nomenclatura menos funcional que sirva para recordar a los que resistieron. Por cierto, el libro de Ruccarelli se abre con una cita de Gesualdo Bufalino que tambi¨¦n tiene que ver con el arte de resistir: "Los vencedores no saben lo que se pierden".
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