Entre Tom Jones y el recuerdo de Lady Di
Althorp State y Chatsworth Hall son algunas de las aristocr¨¢ticas mansiones brit¨¢nicas en las que se han celebrado este verano unos 200 conciertos de rock. Un d¨ªa de campo con Cliff Richards ayuda a sufragar los prosaicos gastos de mantenimiento.
Cesta de pic-nic, manta de cuadros escoceses y silla plegable. Impermeable o ropa de abrigo. Y, por supuesto, candelabros con velas. Los arist¨®cratas brit¨¢nicos han abierto sus propiedades al mundo del pop y el rock y estos enseres dom¨¦sticos ayudar¨¢n al extranjero a pasar inadvertido entre la audiencia local. Porque el ir de concierto a Althorp State, la residencia ancestral de la princesa Diana, o, entre otras, Chatsworth Hall, morada de los duques de Devonshire, es una experiencia que va m¨¢s all¨¢ del espect¨¢culo musical. Es la ocasi¨®n perfecta para celebrar una merendola en el c¨¦sped de jardines cl¨¢sicos, frente a palacios, castillos y casonas hist¨®ricas, con la m¨²sica caldeando el ambiente de cualquier atardecer de los meses veraniegos.
La viuda del duque de Devonshire ofreci¨® el t¨¦ a Cliff Richards y a Tom Jones antes de sus actuaciones
Para el final de temporada se habr¨¢n organizado unos 200 conciertos en las fincas de los nobles brit¨¢nicos. Norah Jones abri¨® la veda con una actuaci¨®n al aire libre en Althorp, cuna y morada final de la princesa de Gales. En el mismo recinto donde Diana jugaba de ni?a, que ha heredado su hermano Charles, 15.000 personas asistieron al recital de la artista estadounidense que fusiona con buen tino jazz, pop y country. La larga cola de veh¨ªculos que se form¨® para salir de la residencia, con demoras de hasta dos horas, fue la ¨²nica queja que se escuch¨® al final de la velada.
"La gente se relaja y respeta el entorno. Vienen con frecuencia familias enteras, desde la abuela a los m¨¢s peque?os. Aprovechan la ocasi¨®n para pasear por los terrenos de la finca, visitar la mansi¨®n, jugar con los ni?os, hacer un pic-nic... Para algunos, la m¨²sica es algo secundario, pero cuanto m¨¢s popular es el artista, m¨¢s variado es el p¨²blico", explica Jenni Halsall, de la empresa IMG, promotora de conciertos. "El ambiente es mucho m¨¢s especial que en un estadio o sala tradicional, que tienden a ser espacios impersonales y, a menudo, feos. Se puede bailar, charlar y beber sin estar obligatoriamente en silencio en tu hilera de asientos", afirma Jane Wright, de The Workers Beer Company, una cooperativa que organiza festivales musicales.
Los nobles ingleses abrieron al p¨²blico sus extensas fincas hace d¨¦cadas. En acuerdos con English Heritage y National Trust, entes p¨²blicos que velan por el patrimonio nacional, aseguran el futuro de sus hogares familiares convirtiendo parte de sus residencias en museos con un rico legado pict¨®rico, escult¨®rico y decorativo. Adem¨¢s, los jardines que bordean sus parques, cotos de caza y arboledas son, con frecuencia, de una belleza estil¨ªstica sin parang¨®n. Pero los ingresos no cubren los gastos de mantenimiento y nuevas iniciativas se ponen en marcha peri¨®dicamente. Restaurantes, tiendas de souvenirs y de productos agr¨ªcolas, sedes de convenciones, de ferias artesanales, bodas y bautizos...
Con el tiempo se contagiaron de las modas nuevas y cedieron sus recintos a los promotores musicales. Empezaron t¨ªmidamente, con conciertos de m¨²sica cl¨¢sica, para despu¨¦s abrazar a los crooners y "dinosaurios" del rock y, recientemente, a las bandas de pop adolescentes. "Empezamos con m¨²sica cl¨¢sica y cantantes de ¨®pera como Jos¨¦ Carreras y Montserrat Caball¨¦. Hace unos ocho a?os ampliamos el cartel con cantantes y grupos maduros y ahora incluso nos atrevemos con j¨®venes como Busted o Will Young. Es una evoluci¨®n natural porque no s¨®lo envejecen los artistas, sino tambi¨¦n la audiencia", dice el promotor David Hartfield.
La National Trust ofrece en Verano de M¨²sica 14 espect¨¢culos en seis hist¨®ricos parajes, desde Attingham, la residencia de lord Berwick con una galer¨ªa de pintura dise?ada por John Nash, a Charlecote, donde la reina Isabel pernoct¨® en 1572 y en cuyo parque Shakespeare acostumbraba a cazar ciervos furtivamente. Con un cartel que cubre desde Blondie a Simple Minds, James Taylor o Tom Jones, entre otros, la programaci¨®n ha sufrido la cancelaci¨®n de Bryan Ferry por problemas de salud.
El siempre elegante Ferry s¨ª pudo actuar en Kenwood House, sede londinense de los conciertos-picnic de m¨²sica cl¨¢sica desde 1953. Este bello paraje urbano se encuadra en el circuito de tres residencias del renovado programa M¨²sica en una Noche de Verano, de English Heritage. Omara Ortuondo y Status Quo, entre otros, acudieron a la cita y, a finales de agosto, la joven promesa del jazz-pop Jamie Cullum les seguir¨¢ los pasos.
Cliff Richards se erigi¨® en rey de los veteranos al atraer una audiencia de 14.500 personas en su actuaci¨®n de Chatsworth Hall. El personal de seguridad tuvo que mantener a raya a sus admiradoras, que siguen tan devotas como anta?o. Sir Cliff ofreci¨® un espect¨¢culo de notable contraste con la hilera de 400 sirvientes, con uniformes acorde con el rango de servicio, que el pasado mayo vel¨® el recorrido por la finca del cortejo f¨²nebre del duque de Devonshire. Su viuda, Deborah Mitford, hizo los honores esta temporada estival ofreciendo el t¨¦ a los artistas invitados -Richards y Tom Jones, entre ellos- antes y despu¨¦s de sus respectivas actuaciones.
Los recintos se?oriales enganchan. Para sus propietarios es una forma simple de atraer grandes masas e ingresos adicionales. Los patrocinadores hacen el agosto con una audiencia cuya edad media ronda los 35 a?os y de fuerte poder adquisitivo. Los promotores ampl¨ªan su red en el concurrido negocio musical. Y los artistas se sienten halagados de ver tres generaciones de una misma familia en su actuaci¨®n. Incluso los viejos punkis y rockeros rebeldes caen en la tentaci¨®n. Paul Weller e Ian Brown, de los Stones Roses, tocaron d¨ªas atr¨¢s en sendos entornos hist¨®ricos.
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