El c¨®ndor ya no vuela
Augusto Pinochet tendr¨¢ que rendir cuentas al menos por la desaparici¨®n de 19 personas en la Operaci¨®n C¨®ndor. La suspensi¨®n de la inmunidad, en este caso por la Corte Suprema de Chile, permitir¨¢ al juez Guzm¨¢n interrogarle y, en su caso, procesarle. Para evitarlo, probablemente la defensa volver¨¢ a objetar motivos de salud. Pero esta vez el octogenario general lo tendr¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil para burlarse de los jueces y librarse por demencia senil. Sus declaraciones en diciembre a una televisi¨®n de Miami, o al juez que investiga las decenas de millones de d¨®lares que tiene en el banco Riggs de EE UU, reflejan un estado de lucidez que ha facilitado este paso de la Corte Suprema con el que la justicia chilena gana en credibilidad.
Ya casi nadie, ni siquiera entre sus seguidores, salen a defenderle. Pinochet no s¨®lo est¨¢ quedando ante la historia como un criminal que dio un golpe de Estado y llev¨® a cabo una sangrienta represi¨®n, sino como un dirigente que tambi¨¦n expoli¨® la riqueza de su pa¨ªs para enriquecerse ¨¦l, su familia y muchos de los que se levantaron con ¨¦l contra el presidente constitucional Salvador Allende en aquel otro 11 de septiembre. El reparto de este bot¨ªn sigue siendo una asignatura pendiente de examinar en Chile.
Con la Operaci¨®n C¨®ndor, las dictaduras militares de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay se coordinaron en los setenta y ochenta para perseguir y asesinar a los que se les resist¨ªan. Fue la acusaci¨®n de participaci¨®n de Pinochet en esta trama la que dispar¨® el procesamiento de Pinochet en la Audiencia Nacional espa?ola por parte del juez Garz¨®n y que llev¨® a la demanda de detenci¨®n y de extradici¨®n que le retuvo en Londres durante 503 d¨ªas en 1997-1998. El general se libr¨® de ella por supuesta senilidad que desapareci¨® al levantarse de su silla de ruedas al regresar a Chile. Tras librarse por los mismos motivos de otro procesamiento en Chile en 2001, el Supremo chileno ha venido a confirmar lo que la Corte de Apelaci¨®n de Santiago ya hab¨ªa dictaminado en mayo pasado.
Es posible que con 88 a?os de edad, su proceso se alargue. Pero si no acaba condenado y en la c¨¢rcel, al menos sentir¨¢ que la justicia es tenaz y no le permitir¨¢ un final tranquilo. El procesamiento deber¨ªa servir para sacar a la luz aspectos a¨²n muy oscuros de esta operaci¨®n. Es un paso en una direcci¨®n similar a la de la Corte Suprema argentina al considerar que los cr¨ªmenes de lesa humanidad no tienen fecha de caducidad. Las v¨ªctimas de estos cr¨ªmenes y sus familiares se merecen que se haga justicia, y la historia, que no se repitan.
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