El explorador trashumante
Miquel Barcel¨® mantuvo en 1988 su primer encuentro con ?frica, en un viaje -con su amigo Mariscal- que dur¨® m¨¢s de medio a?o, cruzando el desierto desde Argelia hasta Gao, cerca de Shanda, en el Pa¨ªs Dog¨®n, donde abri¨® casa y taller, que frecuenta desde entonces. "Estuve dibujando y escribiendo ocho meses", recuerda, ante las dificultades de pintar grandes telas debido al viento, la sequedad y las termitas que devoraban el material. Luego empez¨® a hacer cer¨¢micas con tierra, agua y bo?igas, al modo de los nativos. El pintor dice que vive y tiene estudios entre Mallorca y Mal¨ª y que en Par¨ªs -donde habita mucho tiempo- va de librer¨ªas. En el frenes¨ª creativo, innovador y poli¨¦drico, siente respeto y fascinaci¨®n por ?frica, sin los atributos del explorador colonial superior, vocaci¨®n redentora misionera o de ONG; tampoco se acomoda a los estereotipos y recursos de la literatura de aventuras y de historia del arte. El descubrimiento es permanente, un oficio de necesidad; la trashumancia, una complicidad. El Barcel¨® africano protagoniz¨® e ilustr¨® la novela de Paul Bowles Muy lejos de casa (1993) y la obra de Herv¨¦ Gibert El hombre del sombrero rojo (1992). Aplastado por la luz del desierto, interesado por las expresiones culturales primitivas, Miquel Barcel¨®, tras su inici¨¢tica visita al Sur, desnud¨® su discurso pl¨¢stico, lo hizo palidecer de manera elocuente y penetr¨® en los negros verdes de la noche del r¨ªo N¨ªger, que recorri¨® en parte. Cre¨® los celebrados cuadros blancos y, posteriormente, hizo estallar de nuevo su expresi¨®n en concierto atiborrado con magmas de alimentos y cad¨¢veres de mercado. "La luz en el desierto es tan intensa que las cosas desaparecen, las sombras tienen m¨¢s intensidad que la cosa misma (...), la luz es mucho m¨¢s fuerte que el color". Este hombre blanco, mallorqu¨ªn de Felanitx, desde?a los artificios. Acaba de recorrer con su familia y sus cuadernos medio Mediterr¨¢neo en un velero antiguo, el Th?- pa-ga, en el que los maderos hablan y las velas respiran el viento como en las p¨¢ginas de R. L. Stevenson.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.