"No he merecido ser campe¨®n ol¨ªmpico"
Hermida, el ciclista pol¨ªglota, rechaz¨® los int¨¦rpretes y transmiti¨® un borbot¨®n de sensaciones entre la melancol¨ªa y la iron¨ªa
"Nunca he tenido un ¨ªdolo deportivo. Nunca hasta ahora. Desde hoy mi ¨ªdolo es Jos¨¦ Antonio Hermida", dijo Guillermo de Portugal, el seleccionador espa?ol de mountain bike.
Jos¨¦ Antonio Hermida e Iv¨¢n Ra?a nacieron deportivamente a la vez, casi siameses, hace cuatro a?os en Sidney. Dos j¨®venes muy espabilados, de los mejores del mundo, practicantes de dos deportes muy j¨®venes, el mountain bike y el triatl¨®n, decididos a acabar con el orden establecido. Con todos los ¨®rdenes. Eran, son, los radicales libres del deporte espa?ol, elementos sanos, pero peligrosos para los organismos oxidables. En los Juegos australianos, Hermida termin¨® cuarto en su carrera, Ra?a, quinto en el triatl¨®n. Los dos se juraron que en Atenas, cuatro a?os m¨¢s tarde, ser¨ªan por lo menos campeones ol¨ªmpicos, si no m¨¢s. El jueves por la ma?ana, Hermida sufri¨® ante el televisor viendo a su colega Iv¨¢n chocar contra su sue?o, despertarse de una pesadilla. Ayer, para redimirse, Ra?a se colg¨® la chapa de aguador oficial, se subi¨® casi de madrugada a lo m¨¢s alto del circuito, entre pinos y pi?otes, embriagador, bals¨¢mico, olor a resina, polvo meti¨¦ndose por todos los poros, polvareda en los ojos, las narices, los o¨ªdos, peg¨¢ndose al sudor, y se puso a pasarle bidones de agua fresquitos a Hermida, o power gel, energ¨¦tico. Disfrut¨® como un ni?o, libre. Despu¨¦s se sent¨® entre los periodistas durante la conferencia de prensa. Durante el show de Hermida, el pol¨ªglota, el hombre m¨¢s emocionado del mundo. El deportista m¨¢s sensible, m¨¢s divertido.
"Estar detr¨¢s de Absalon, mi amigo, mi compa?ero de entrenamientos, tambi¨¦n de cervezas, es un honor"
El triatleta Iv¨¢n Ra?a se subi¨®, casi de madrugada, a lo m¨¢s alto del circuito para pasarle bidones de agua
Despu¨¦s de hacer un poco el vaina, cruce de gestos, disparos de pistolas, pulgares up, gui?os y sonrisas, de punta a punta de la sala con Ra?a, despu¨¦s de que el t¨ªmido y dulce Julien Absalon, el ganador, transmitiera sus sensaciones al tendido, agarr¨® el micr¨®fono Hermida. "Dejadme solo", les dijo, torero, a los int¨¦rpretes de la organizaci¨®n ol¨ªmpica. "Hablar¨¦ en espa?ol, franc¨¦s e ingl¨¦s". Despu¨¦s, tambi¨¦n atendi¨® en catal¨¢n a la prensa de su comunidad. Y tal como iba la cosa, sonrisitas, alegr¨ªas, cachondeos, para aquel que no conociera a Hermida, un ser antes que nada emotivo y sentimental, apasionado, aquello amenazaba con despendolarse a lo tonto. Pero habl¨® Hermida. Las l¨¢grimas empezaron a salt¨¢rsele de los ojos. La voz empez¨® a quebr¨¢rsele y todos los asistentes se callaron, hipnotizados, reclamaron pa?uelos para sacarse los mocos, para limpiarse las mejillas. Habl¨® Hermida en tres idiomas y dijo: "Me pasan ahora tantas cosas por la cabeza, emociones, entrenamientos, sacrificios, sufrimiento... Ha sido la carrera so?ada. Me ha recordado a Sidney. Me ha pasado por la cabeza que tambi¨¦n por una ca¨ªda pod¨ªa haber perdido el podio, pero he aguantado como un tit¨¢n para lograr algo por lo que he trabajado ni m¨¢s ni menos que los dem¨¢s. Estar detr¨¢s de Absalon, mi amigo, mi compa?ero de entrenamientos a veces, tambi¨¦n de cervezas, es un honor. Estoy donde merezco. No merezco ser campe¨®n ol¨ªmpico porque he tenido un error, he pasado una crisis, me he desconcentrado y me he ca¨ªdo. Un campe¨®n ol¨ªmpico no puede cometer errores. ?Jop¨¦!, es incre¨ªble, yo que pens¨¦ que estaba preparado para ¨¦ste momento y no puedo". As¨ª lo declam¨® en espa?ol, y en ingl¨¦s y en franc¨¦s (tambi¨¦n se arregla en italiano). Y como ve¨ªa que el auditorio se le iba por el lado sentimental, enseguida, inteligentemente, maestro de la comedia melanc¨®lica, dio un volantazo. "Y ahora tambi¨¦n en griego", dijo, serio como un ajo, sus ojos verdes transmitiendo credibilidad, su tez p¨¢lida apoyando la moci¨®n. "Que no, que no s¨¦ griego", rompi¨® a re¨ªr enseguida. "Pero si me dej¨¢is cuatro a?os, en los pr¨®ximos Juegos tambi¨¦n hablo griego". O chino, que toca Pek¨ªn.
Un radical libre en su salsa, una corona de olivo y una cresta de mohicano. En el Olimpo. "Y ahora lo ¨²nico que quiero es un bomb¨®n helado, que llevo dos a?os sin tomarme uno, y gastarme una pasta en telefonear a mi familia, a mis queridos, y hablar y hablar, y luego a cenar jam¨®n de Jabugo a la Casa de Espa?a...". Segundos despu¨¦s, era imposible hablar por el m¨®vil en el monte P¨¢rnitha. Congesti¨®n, dec¨ªa la pantalla.
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