Kissinger apoy¨® la guerra sucia de la dictadura argentina
"Nosotros deseamos lo mejor para el nuevo Gobierno. Nosotros deseamos su ¨¦xito. Nosotros haremos lo que podamos por ayudar a ese ¨¦xito... Si hay cosas que hacer, ustedes deben hacerlas r¨¢pido. Pero deben volver r¨¢pido a los procedimientos normales", le dijo el secretario de Estado de EE UU, Henry Kissinger, al vicealmirante C¨¦sar Guzzetti, interventor del Ministerio de Exteriores de la dictadura militar argentina, el 10 de junio de 1976 cuando ambos se reunieron en Santiago de Chile.
El contenido de la reuni¨®n fue recogido en documentos desclasificados en Washington a petici¨®n de la National Security Archives, ONG que ya en 2002 hab¨ªa revisado los informes enviados desde la Embajada de Estados Unidos antes y despu¨¦s del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 que derroc¨® al Gobierno presidido por Mar¨ªa Estela Mart¨ªnez, Isabel, la viuda de Per¨®n.
La suma de documentos confirma que el Gobierno de EE UU dispon¨ªa de informaci¨®n privilegiada sobre la represi¨®n ilegal, considerada una guerra sucia, que iniciaron los militares. La sanguinaria cacer¨ªa de ciudadanos en dos a?os hizo desaparecer a unas treinta mil personas, cientos de ellas secuestradas, torturadas, asesinadas o arrojadas al mar desde aviones de la marina cuando a¨²n estaban con vida.
Dos meses y medio despu¨¦s del golpe de Estado, en el primer encuentro oficial entre funcionarios de ambos pa¨ªses, Kissinger no hizo ninguna menci¨®n a las denuncias de los familiares sobre los ciudadanos desaparecidos que recog¨ªa la Embajada de EE UU en Buenos Aires ni reclam¨® la libertad de tres ciudanas norteamericanas, Elida Messina, Gwenda Loken L¨®pez y Mercedes Naveiro Bender, que en ese momento eran torturadas en los campos de concentraci¨®n bajo control militar.
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