La heterodoxia del 'ping¨¹ino' Kirchner
Los usos poco protocolarios del presidente argentino, oriundo de la Patagonia, irritan a los pol¨ªticos de Buenos Aires
El impredecible y fuerte car¨¢cter del presidente argentino impone el temor a sus reacciones entre sus colaboradores. Despidi¨® a un ministro por tel¨¦fono, otros dos amenazaron con renunciar despu¨¦s de sentirse humillados por insultos y reproches. El estilo K de conducci¨®n es ya un t¨®pico. No recibe a la prensa ni a dirigentes de la oposici¨®n ni a los jefes parlamentarios de su propio partido. Hace esperar a empresarios y gobernadores, pero recibe a l¨ªderes piqueteros o se re¨²ne con Maradona en cuanto el ex jugador le hace saber p¨²blicamente su deseo. Llega tarde a las citas, no respeta las medidas de seguridad y se demora en atender escolares en la Casa Rosada, sede de la Presidencia.
"Es as¨ª, pero va de frente, los pu?ales te los clava en el pecho, no por la espalda", dice el colaborador consultado. Parece que va a agregar algo m¨¢s y no, s¨®lo aprieta los labios, infla los p¨®mulos y arquea las cejas con una mueca de resignaci¨®n. De tal modo admite que todo lo que se cuenta sobre las broncas, el malhumor, el enojo, los gritos, insultos y el maltrato cotidiano al que el presidente argentino, N¨¦stor Kirchner, somete a sus subordinados es verdad.
Al cabo de un momento, como para compensar, el portavoz del Ejecutivo a?ade: "Hay que pensar que viene del sur, de una provincia peque?a donde todos se conocen y a la que ten¨ªa bajo su control y tuvo que hacerse cargo de un Estado en ruinas, sin partido detr¨¢s, s¨®lo con el 22% de los votos. Tiene una actitud militante. Es desconfiado, obsesivo, incansable. Y por querer estar en todo llega tarde a las citas, se sale del protocolo, obliga a rehacer la agenda, nos vuelve locos".
"Te humilla, Kirchner te humilla todo el tiempo, cuando se enoja no te atiende", repet¨ªa, desconsolado, el ex ministro de Justicia, Gustavo B¨¦liz, despedido el pasado julio cuando el presidente orden¨® que le llamaran por tel¨¦fono y le pidieran la renuncia por la ineficacia en la aplicaci¨®n del Plan de Seguridad y por sus "declaraciones p¨²blicas". Seg¨²n B¨¦liz, "el presidente emplea la l¨®gica del terror, todos temen sus reacciones". En un a?o y tres meses de gobierno el jefe del Estado no recibi¨® a ning¨²n jefe de la oposici¨®n, ni al ex presidente Ra¨²l Alfons¨ªn, que defiende la mayor¨ªa de las decisiones del Ejecutivo. Tampoco se reuni¨® con diputados o senadores, ni siquiera con los de su partido.
Elisa Carri¨®, ex candidata a presidente y l¨ªder de una alianza de centro-izquierda, observa que el presidente es "esencialmente d¨¦bil" y "tiene un grave complejo de inferioridad, no logra reconocer la realidad, todo lo que se opone a sus supuestos imaginarios lo equipara con una eventual conspiraci¨®n". Seg¨²n ella, "los ministros permanecen callados porque es obvio que tener una diferencia con el presidente conlleva a la humillaci¨®n o a la expulsi¨®n".
"S¨ª, soy un ping¨¹ino", admite Kirchner con orgullo. Los ping¨¹inos, como comenz¨® a llamarse en Buenos Aires al presidente y a los que trabajaron con ¨¦l en la gobernaci¨®n de la provincia de Santa Cruz, entre ellos el ministro de Planificaci¨®n, Julio de Vido, y el secretario de Inteligencia del Estado, H¨¦ctor Icazuriaga, adem¨¢s de otros altos cargos, son los ¨²nicos a los que no les sorprende el car¨¢cter de Kirchner y su forma de ejercer el poder.
Cooperaci¨®n y confianza
Uno de los porte?os, como se llama a los funcionarios de Buenos Aires que no hab¨ªan trabajado antes con Kirchner, se sorprende todav¨ªa al ver y escuchar c¨®mo trata a los m¨¢s fieles, "ninguno se atreve a levantarle la voz porque le tienen miedo". La relaci¨®n de los ping¨¹inos con los porte?os no es todav¨ªa de cooperaci¨®n y confianza.
Todos los consultados coinciden en que el ministro de Econom¨ªa, Roberto Lavagna, profesor universitario, militante hist¨®rico del peronismo, pero independiente de las luchas internas del partido, es el ¨²nico que "impone un respeto natural" a los dem¨¢s y al propio Kirchner. Nadie imagina al porte?o Lavagna soportando gritos, reproches, broncas y maltrato del ping¨¹ino Kirchner. Por otra parte, la recuperaci¨®n y el crecimiento sostenido de la econom¨ªa argentina despu¨¦s del derrumbe de fines de 2001, a pesar de los apocal¨ªpticos pron¨®sticos de los analistas m¨¢s comprometidos con gobiernos anteriores y de los llamados gur¨²s del mercado, han consolidado a Lavagna como el ¨²nico intocable.
El ministro de Defensa, Jos¨¦ Pampuro, amenaz¨® con renunciar hace dos meses cuando Kirchner le recrimin¨® una decisi¨®n tomada. El de Relaciones Exteriores, Rafael Bielsa, fue a¨²n m¨¢s all¨¢ y en una ocasi¨®n redact¨® la renuncia luego de que el jefe del Estado le hiciera cr¨ªticas de mal modo. En ambas ocasiones Kirchner se disculp¨® con ellos como si todo se hubiera tratado de una broma. Dijo que no lo tomaran "tan as¨ª", que "ya saben" c¨®mo es, que no era "para tanto". Poco despu¨¦s, los nervios del presidente se desbordaron nuevamente con ambos.
As¨ª como se se?ala su mal car¨¢cter, el estilo Kirchner es tambi¨¦n una marca registrada. Cada d¨ªa hace algo, en p¨²blico o en privado, que obliga a sus colaboradores a pedir excusas en su nombre. Quienes le acompa?an, el portavoz, el secretario, los guardaespaldas, est¨¢n siempre prevenidos para afrontar cambios o imprevistos. Saben que en cualquier momento dir¨¢n para s¨ª: "Oh, no, lo hizo otra vez". Sus tardanzas en las citas, sus desplantes y los papelones internacionales son parte del cotilleo pol¨ªtico. El pasado julio, la empresaria Carletone Carly Fiorina, consejera delegada de Hewlett Packard, la mujer de negocios "m¨¢s influyente de Estados Unidos", seg¨²n la revista Forbes, fue recibida por los presidentes de Brasil y Chile durante una visita a los pa¨ªses de la regi¨®n, pero en Buenos Aires no le fue bien. Kirchner la dej¨® esperando casi una hora hasta que ella, indignada, se march¨®. A un empresario espa?ol casi le sucede lo mismo. La secretaria debi¨® rearmar las citas del d¨ªa y no lo ten¨ªa en agenda, entonces le dejaron all¨ª, esperando en la sala contigua al despacho presidencial. Un lustrabotas que pasaba le ofreci¨® sus servicios, poco despu¨¦s le atendi¨® el secretario general y, finalmente, 40 minutos m¨¢s tarde, apareci¨® Kirchner.
El rey de Espa?a, don Juan Carlos, al que Kirchner se dirigi¨® con un amistoso: "Che, majestad" en el primer encuentro a solas, tuvo que esperar media hora en el avi¨®n al presidente argentino cuando regresaban del glaciar Perito Moreno. Avisado ya de la impuntualidad, el Rey no fue a la cena hasta que le confirmaron que Kirchner llegar¨ªa a tiempo.
"Es as¨ª". Desali?ado y mal combinado en su indumentaria. Kirchner recibe a Maradona, a los escolares que visitan la Casa Rosada y hace esperar a los gobernadores, llama personalmente por tel¨¦fono a la casa de alguien que le escribi¨® para pedirle trabajo, pero no concede entrevistas a la prensa. Los periodistas s¨®lo pueden conversar con ¨¦l cuando les invita a acompa?arle en los viajes. Quienes le conocen de su ¨¦poca de estudiante dicen que conserva todav¨ªa esa "actitud de militante". Para ¨¦l, lo ¨²nico que importa "es la gente", a la que pide siempre que le consideren como "un argentino m¨¢s".
Con los deberes hechos
El presidente nunca convoc¨® al Gabinete de ministros, prefiere reunirse a solas con cada uno de ellos para evitar filtraciones. En una conversaci¨®n con El PA?S, el ministro de Educaci¨®n, Daniel Filmus, explic¨® el m¨¦todo de trabajo de Kirchner: "Tenemos reuniones peri¨®dicas. Le digo mis ideas, me dice las suyas... Por ejemplo, la tarde en la que hablamos de los pasajes con descuentos para los estudiantes y el pago extra a los docentes me encarg¨® algo en particular y me fui... Llegu¨¦ a mi casa, llam¨¦ al secretario de Transporte y ¨¦l ya lo hab¨ªa llamado; llam¨¦ entonces al Ministerio de Econom¨ªa, y ¨¦l ya hab¨ªa llamado. Ese mismo d¨ªa, a las doce de la noche, Kirchner me llam¨® a m¨ª para hacer unas correcciones sobre lo hablado... Adem¨¢s, anota el resultado de la reuni¨®n en un cuadernito chiquito con su bol¨ªgrafo y te sigue a ver si cumpl¨ªs con lo que pidi¨®...".
- ?C¨®mo? Dice, por ejemplo: Dentro de 10 d¨ªas quiero esto resuelto, y anota las fechas.
- S¨ª. O si uno le dice que va a hacer un acto o una presentaci¨®n en tal d¨ªa, tambi¨¦n anota.
- ?Qu¨¦ pasa cuando se cumple el plazo? ?Reclama?
- S¨ª, s¨ª, claro, llega el d¨ªa, se fija en el cuadernito y te llama...
- ?Y si hubo demoras?
- Bueno, hablando en t¨¦rminos escolares, mejor que tengas los deberes hechos, porque si no...
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