Nuestra cultura

Ya est¨¢, ya lo ha dicho. Sab¨ªamos que para don Mariano, como para Aznar -y hay que suponer que para la gran mayor¨ªa de los militantes del PP- la ¨²nica Espa?a aut¨¦ntica es la Espa?a cat¨®lica. Y sospech¨¢bamos que en lo relativo a los musulmanes, de casa y de fuera, tampoco andar¨ªa Rajoy a la zaga del jefe en sus prejuicios. Pero, si no estoy muy equivocado, nunca hab¨ªa expresado ¨¦stos p¨²blicamente. Ahora, s¨ª. "Desde luego, de lo que no soy partidario -ha manifestado- es de financiar la ense?anza de religiones que no est¨¦n en nuestra cultura, no est¨¦n en el respeto a nuestros valores constitucionales que, a fin de cuentas, son los valores que responden a nuestra tradici¨®n, a nuestra cultura y lo que nosotros hemos votado".

La referencia al islam no pod¨ªa ser m¨¢s evidente -Rajoy no alud¨ªa a jud¨ªos y evang¨¦licos, al fin y al cabo peque?as minor¨ªas-, como tampoco el olvido de lo que acerca de las religiones de los espa?oles establece la Constituci¨®n, de cuyos "valores" el pol¨ªtico gallego se expresa tan fiel palad¨ªn. ?Consagra o no consagra nuestra Magna Carta el derecho a la libertad religiosa? ?Consagra o no consagra la separaci¨®n de Religi¨®n y Estado? ?Estamos o no estamos, constitucionalmente, en un pa¨ªs aconfesional?

Creo que es l¨ªcito afirmar que el fundamentalismo cat¨®lico ha sido el m¨¢s grave problema de este pa¨ªs desde hace siglos, y que lo sigue siendo. Es la amenaza que aqu¨ª cierne siempre sobre la cabeza de la democracia y de los derechos humanos. Miro y escucho a Antonio Mar¨ªa Rouco Varela y no puedo por menos de recordar a los obispos que, a los quince d¨ªas de la proclamaci¨®n de la Segunda Rep¨²blica, ya arremet¨ªan contra la Espa?a que quer¨ªa ser. Tampoco puedo olvidar la magn¨ªfica defensa de los "heterodoxos espa?oles", ultrajados a lo largo de medio milenio, hecha por el ronde?o Fernando de los R¨ªos en las Cortes el 8 de octubre de 1931, y en el curso del cual, dirigi¨¦ndose a los diputados cat¨®licos presentes en la C¨¢mara, declar¨®: "Venimos aqu¨ª con una flecha clavada en el fondo del alma, y esa flecha es el rencor que ha suscitado la Iglesia por haber vivido durante siglos confundida con la Monarqu¨ªa y haci¨¦ndonos constantemente objeto de las m¨¢s hondas vejaciones". La derecha dura y madura, que en aquel debate encontr¨® a su l¨ªder natural en la persona de Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles, no mostr¨® la comprensi¨®n solicitada, ni entonces ni despu¨¦s. Tampoco la muestra ahora.

El martillo del catolicismo ultramontano, la falsa historiograf¨ªa seg¨²n la cual musulmanes y moriscos no eran tan espa?oles como los cristianos, "la tradici¨®n" y "nuestra cultura"...: qu¨¦ pobre que todav¨ªa sigan con lo mismo.

Y qu¨¦ rara la apresurada nota necrol¨®gica que ha dedicado al arzobispo de Toledo, Marcelo Gonz¨¢lez Mart¨ªn, "espa?ol de una pieza", el ministro de Defensa (EL PA?S, 27 de agosto). Bono hace bien en elogiar los aciertos sociales del amigo y correligionario, entre ellos sus buenas obras en Valladolid. Pero obviar su lado oscurantista y estampar, como m¨¦rito, que era de la estirpe de Cisneros, ya es excesivo. ?O es que el ministro no sabe nada de la historia de Granada?