La imagen de los Juegos

Dos gigantescos arcos de color blanco, sustento de una cubierta espectacular, han redibujado el rostro de Atenas. Representan el esfuerzo del atleta en su carrera y tambi¨¦n el hom¨¦rico viaje de esta ciudad en su devenir. Forman parte de la cubierta del estadio Ol¨ªmpico, la famosa y, durante meses, pol¨¦mica obra del arquitecto espa?ol Santiago Calatrava, que, finalmente, pasar¨¢ a la historia como la imagen de los Juegos de 2004.

Nada simboliza mejor la trayectoria ol¨ªmpica de la capital griega que el caparaz¨®n dise?ado por Calatrava para el estadio Spiridon Louis. Entre sus dos gigantescos arcos -se elevan 80 metros y sustentan 17.000 toneladas de peso- se concentra y se resume todo: las dudas, los temores, los retrasos, los grandes momentos, la victoria final..., de los Juegos, del estadio. Ambos han seguido trayectorias paralelas. Como si el ¨¦xito de los unos dependiese del triunfo del otro.

Y no cabe duda: Calatrava ha triunfado. Ninguna obra ha recibido tantos elogios y suscitado tanta admiraci¨®n como la realizada por el arquitecto espa?ol. No s¨®lo en el estadio, sino en todo el complejo ol¨ªmpico OAKA, que, simbolizando el vuelo de una jabalina, ha firmado Calatrava: el ¨¢gora, la plaza de las Naciones, el fant¨¢stico Muro de las Naciones y la cubierta del vel¨®dromo.

Cuando a finales de julio, a cinco minutos de la inauguraci¨®n como dicen los griegos, todo el conjunto apareci¨® listo, los Juegos de Atenas empezaron a triunfar. Su visi¨®n, de noche, entusiasm¨®. Y se obr¨® el milagro: las cr¨ªticas de a?o y medio -la idea de la cubierta naci¨® en 2002- se tornaron en elogios un¨¢nimes. Como ha dicho el arquitecto valenciano: "Al final, prevalecen los hechos y ¨¦stos dicen que lo construimos en apenas un a?o y medio, un tipo de heroicidad griega que se entiende mal en el mundo anglosaj¨®n".

Pero incluso por esas tierras la obra de Calatrava, que supone la cubierta m¨¢s grande que nunca haya tenido un estadio y el mayor cerramiento techado que se ha realizado en el mundo, ha acabado recibiendo todo el reconocimiento. Algunos de los mejores momentos de los Juegos se han vivido bajo ella: la esperada coronaci¨®n ol¨ªmpica del marroqu¨ª El Guerruj, el triunfo imperial del keniano Bekele, el sensacional r¨¦cord de la pertiguista rusa Isinbayeva, el gran ambiente que rodeaba cada victoria griega, las ceremonias de inauguraci¨®n y de clausura.

En ellas el papel de la cubierta fue fundamental. Papaioannu, el core¨®grafo de las ceremonias, las ide¨® concedi¨¦ndole un papel protagonista. De la cubierta descend¨ªan algunos de los personajes principales. Hacia ella se elevaba la vista en algunos de los momentos m¨¢s emocionantes. "El estadio es maravilloso", no se ha cansado de repetir Papaioannu, en una afirmaci¨®n que hoy comparte la mayor¨ªa de los griegos, incluso aquellos que critican el elevado coste de la obra: se ha estimado en unos 27 millones de euros.

Durante los Juegos, 2.500 personas han trabajado en el estadio Spiridon Louis y los resultados no han podido ser mejores. Ning¨²n problema serio se ha registrado -el mayor, seg¨²n reconoce uno de los responsables, fue el retraso de la final de los 200 metros, cuando la grada grit¨® durante m¨¢s de cinco minutos "Kenteris, Kenteris"- y los atletas han salido encantados. "Ahora, el estadio se ve fant¨¢stico", dijo el estadounidense Maurice Green, que en 1997 se proclam¨® campe¨®n del mundo de los 100 metros en el mismo recinto, pero sin la cubierta. Pr¨¢cticamente lleno cada noche -tiene capacidad para 55.000 espectadores-, ni el aire se ha colado por los laterales ni las placas de policarbonato del techo lo han convertido en un horno como hab¨ªan pronosticado algunos.

"Lo mejor es que los peque?os problemas que hemos tenido -retrasos en los resultados, aut¨¦nticas luchas para que los atletas fueran a las ruedas de prensa...- no han salido a relucir", concluye uno de los responsables del funcionamiento de la instalaci¨®n, "y la cubierta de Calatrava quedar¨¢ en la historia como la imagen de los Juegos".