"No nacer¨¢ un espa?ol tan rico de aventura como Gades"
Es la reina del baile espa?ol del siglo XX. Una mujer de una pieza, hecha de car¨¢cter, sarcasmo, inteligencia, cultura, sabor y memoria. Y una core¨®grafa ¨²nica, cuyo ojo cl¨ªnico dio a la danza y al flamenco una cantera de talentos formidables que se resumen en tres: Antonio Gades, El G¨¹ito y Mario Maya.
S¨®lo tres d¨ªas antes de la muerte de Gades, su "ni?o", el genio al que ella descubri¨® para el baile y rebautiz¨® a los 16 a?os, L¨®pez accedi¨® a dar esta entrevista por tel¨¦fono. Tras la tr¨¢gica noticia, el humor que la bailarina despleg¨® en aquella conversaci¨®n le pareci¨® "una frivolidad". Y prefiri¨® que la entrevista no se publicara. "Ha sido una de las penas m¨¢s grandes de mi vida", explic¨®. "No olvido su cari?o, su respeto y su admiraci¨®n, que siempre correspond¨ª. ?Y c¨®mo voy a salir en el peri¨®dico diciendo tonter¨ªas despu¨¦s de que ha muerto? Viene a mi memoria el maravilloso poema de Lorca Llanto por Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas: 'Tardar¨¢ mucho tiempo en nacer, si es que nace, / un andaluz tan claro, tan rico de aventura. / Yo canto su elegancia con palabras que gimen. / Y recuerdo una brisa triste por los olivos'. Gades no era andaluz, pero el resto es su definici¨®n exacta. No nacer¨¢ un espa?ol tan rico de aventura como ¨¦l".
Hace unos d¨ªas sucedi¨® algo m¨¢s relacionado con Gades. Pilar L¨®pez acudi¨® al estreno del Ballet Nacional de Cuba en Madrid. Y sali¨® triste e indignada. La hermana de La Argentinita esperaba que Alicia Alonso, la diva cubana, rindiera homenaje a Gades antes de la funci¨®n. No fue as¨ª, y L¨®pez ha escrito una carta abierta que publicamos aqu¨ª junto a aquella distendida charla. Que empez¨® as¨ª:
"?D¨¦jeme disponer de mi persona, por favor! No haga que le diga lo que Jacinto Benavente, que se fue de gira por Am¨¦rica con Lola Membribes en barco y una noche lleg¨® a Per¨² a las cuatro de la ma?ana, la traves¨ªa fue mala, ¨¦l estaba muy mayor, hab¨ªa 50 periodistas esper¨¢ndole, 'don Jacinto, qu¨¦ dicha, don Jacinto qu¨¦ alegr¨ªa', venga a tocarle, y el hombre les dijo: '?Pero por qu¨¦ se han molestado ustedes en molestarme!".
Pregunta. Pero es que tiene usted muchas cosas que contar...
Respuesta. Bueno, hay otra an¨¦cdota genial de Benavente. Un d¨ªa, la madre de Estrellita Castro, que era de poca cultura, fue al teatro y al verlo se fue hacia ¨¦l y le dijo: "Don Jacinto, mi hijo es lo mismito que usted, los mismos gustos, los mismos detalles, todo, lo mismito". Y ¨¦l: "?Escritor?". Y ella: "No, ?mariquita!".
P. ?Hablamos un poco del baile actual, do?a Pilar?
P. Pues mire, hace un par de a?os estuve en la Residencia de Estudiantes con ese poeta catal¨¢n tan simp¨¢tico, Joan Brossa. Era muy gracioso, porque los catalanes que salen graciosos son muy graciosos, y una periodista le pregunt¨® esas cosas que preguntan ustedes normalmente, que c¨®mo ve¨ªa el arte actual, la modernidad. Y ¨¦l le dijo: "La modernidad es que en el teatro salga humo del escenario". ?Y es verdad, en eso consiste!
P. ?No le gusta lo que ve?
R. La vida moderna es muy complicada, muy violenta. Est¨¢ una asustada todo el d¨ªa. La tele... ?Qu¨¦ miedo da! La apagas. Te llega un impuesto, no sabes de qu¨¦ es. Luego, el extracto del banco. No se entiende nada, todo n¨²meros. Retenci¨®n, no retenci¨®n. Y el baile y el teatro, igual. ?Dan miedo! El humo, esas luces brutales, esos braceos que son m¨¢s bien pu?etazos...
P. Le gustar¨¢ por lo menos Eva La Yerbabuena...
R. S¨ª, Eva est¨¢ muy bien, y rezo ya para que no se pase al enemigo; Sara Baras tambi¨¦n, tiene una t¨¦cnica fenomenal y esa gracia gaditana... Y hay dos o tres se?ores: Antonio El Pipa, Juan Andr¨¦s Maya y Antonio M¨¢rquez, que sigue un poco a Antonio Ruiz. No bailan como hace 50 a?os, pero por lo menos siguen las reglas del juego.
P. ?Qu¨¦ le parece el Pr¨ªncipe de Asturias a Paco de Luc¨ªa?
R. Es un guitarrista excepcional, aunque eso que ha dicho de que el flamenco es un arte maltratado yo no lo veo, no s¨¦ en qu¨¦ sentido... Se habla despectivamente de las juergas de los se?oritos, pero la verdad es que los se?oritos ayudaron a muchos flamencos cuando cerraron los caf¨¦s cantante a finales de los a?os veinte. Se encerraban con ellos tres d¨ªas de fiesta, o una semana... ?Y para hacer eso te tiene que gustar mucho el flamenco! Por cierto: fue mi hermana la que llev¨® a esos artistas al teatro Espa?ol.
P. Donde estrenaba Lorca...
R. Donde Lorca estren¨® Yerma, por ejemplo. Y no es que la gente se enterara mucho entonces de lo que estrenaban: recuerdo haber visto Yerma s¨®lo con dos filas de butacas llenas. ?Y lo hac¨ªa Margarita Xirgu! Claro, que entonces las mujeres parec¨ªan m¨¢s viejas, como no hab¨ªa liftings... ?Pero ahora algunas llevan el ombligo en la nariz!
P. La tecnolog¨ªa...
R. Lo importante es que no perdamos el sabor. Cuando uno va a la ¨®pera a ver Aida, quiere ver Aida. ?Pero algunas veces Aida sale en biquini tomando algo en la piscina! ?Es eso Aida? Yo en eso soy muy severa. Si un torero saliera en pijama, me defraudar¨ªa mucho. ?l ir¨ªa comod¨ªsimo, pero ?en pijama y entrando a matar? Y si al dar el volapi¨¦ rueda el toro sin puntilla, ?entonces vienen el picador y los banderilleros a abrazarle, unos encima de otros, d¨¢ndose besos como los futbolistas? ?Hombre!
P. ?Y c¨®mo siendo de San Sebasti¨¢n sali¨® usted tan flamenca?
R. Mi padre era muy buen aficionado. Se fue a Buenos Aires, puso su tienda de telas y volvi¨® a Madrid cuando mi hermana Encarnaci¨®n ten¨ªa siete a?os. Aqu¨ª cogieron la ¨¦poca de los caf¨¦s cantante. As¨ª se aficion¨® mi hermana: iba con ¨¦l al caf¨¦ y luego en casa bailaba lo que ve¨ªa. Mi padre tocaba un poco la guitarra. Mal. Pero despu¨¦s la llev¨® a las academias. Y de verla a ella sal¨ª bailando yo. ?ramos los tres andaluces de coraz¨®n.
P. Y n¨®madas...
R. S¨ª, yo me cri¨¦ en los camerinos de los teatros. Mi toquillita y dos sillas. Ya cuando muri¨® mi hermana, al acabar la funci¨®n ven¨ªan muchos artistas retirados a saludarme. Y hab¨ªa uno que me dec¨ªa: "Recuerdo que yo te mec¨ª en el teatro de Albacete, en Barcelona, en Alicante...". Yo picaba y me dejaba dar el sablazo. Hasta que un d¨ªa me cogi¨® mal el cuerpo, lo sent¨¦ en mis rodillas, lo acun¨¦ un poco, "ea, ea, ea", y le dije: "Usted me meci¨® a m¨ª y yo le he mecido a usted. ?Ya estamos pagaos!".
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