Negocios ocultos
Homosexuales, como en ?brete de orejas; inmigrantes asi¨¢ticos con problemas tambi¨¦n por su sexualidad, como en Mi hermosa lavander¨ªa; nuevamente inmigrantes, como en Sammy y Rosie se lo montan, o ni?os explotados y sumergidos en una vida perra, como en Liam. ?stos son los personajes que suelen poblar las ficciones m¨¢s socialmente comprometidas de ese siempre interesante director de dramas que es el brit¨¢nico Stephen Frears. A nadie extra?ar¨¢ pues que en ¨¦sta, su pen¨²ltima pel¨ªcula (nos llega con ligero retraso: es de 2002), Frears vuelva a convocar a inmigrantes, esta vez sobre todo ilegales, para hacerlos protagonistas de otra de sus ficciones. Seres que buscan el para¨ªso, pero que s¨®lo encuentran la oscura, t¨¦trica trastienda de la buena vida prometida.
LA TRASTIENDA DEL PARA?SO
Direcci¨®n: Stephen Frears. Int¨¦rpretes: Chiwetel Eljofor, Audrey Tautou, Sergi L¨®pez, Sophie Okenodo, Zlatko Buric, Kriss Dosanjh. G¨¦nero: drama. Gran Breta?a, 2002. Duraci¨®n: 97 minutos.
Inmigrantes, adem¨¢s, de toda procedencia: por ah¨ª hay un nigeriano de turbio pasado (Eljofor), una turca so?adora (la muy plausible Tautou, que saboreaba por entonces el ¨¦xito de Am¨¦lie), un chino tan inteligente como solidario, un cr¨¢pula espa?ol que responde por Se?or Juan (Sergi L¨®pez, claro), un siniestro explotador de origen indio... Pero no inmigrantes de una sola pieza: no hay en Frears la menor intenci¨®n de destacar a sus protagonistas por su inocencia (aunque alguno s¨ª lo sea: la turca, sin ir m¨¢s lejos). Es m¨¢s, en su distanciada pero al tiempo profunda radiograf¨ªa de lo que significa hoy la condici¨®n inmigrante, Frears no duda en mostrar que son otros extranjeros quienes explotan a sus te¨®ricos semejantes. Y no es la explotaci¨®n que sufren la que los hace mejores a nuestros ojos, sino su instinto de supervivencia y, en ocasiones, tambi¨¦n su entereza moral.
La pel¨ªcula despliega sus estrategias de discurso s¨®lidamente asentada en esa voluntad de radiografiar y en la fuerza con la que est¨¢n trazados los personajes. En esta descripci¨®n, como en ¨¦l es norma, Frears no se detiene demasiado, pero s¨ª lo suficiente como para hacernos part¨ªcipes de sus desventuras, de los marasmos legales en los que est¨¢n plenamente instalados, en las persecuciones que sufren. Es ah¨ª, justamente, donde la pel¨ªcula amenaza caer en la complacencia, sobre todo porque los oponentes al deseo de la pareja protagonista son dos desastrados, caricaturescos polic¨ªas de inmigraci¨®n, un gui?o del todo absurdo en una pel¨ªcula que no lo necesita.
Hay otras cosas tambi¨¦n discutibles en su desarrollo. Puesto constantemente en el disparadero, el abnegado nigeriano, verdadero motor de la narraci¨®n, se ve impelido a actuar de forma virtualmente imposible, protagonizando una acci¨®n que act¨²a a modo de clausura del relato, y que el lector agradecer¨¢ no le sea contada, pero que adolece de grandes dosis de inverosimilitud.
Es el necesario pero que hay que hacer a una pel¨ªcula que,por lo dem¨¢s, demuestra un cari?o sin desmayo por sus personajes, un respeto por sus circunstancias. Y jam¨¢s se permite, como querr¨ªa una dramaturgia adulta y de muy s¨®lida construcci¨®n, paternalismos con la suerte de sus criaturas, una actitud de respeto muy de agradecer en tiempos de tanta ficci¨®n que se toma a broma las propias bases de su existencia.
Babelia
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