Al¨¢
Debajo de todas las acciones de terror ocurridas en Irak, Israel y Rusia en los ¨²ltimos d¨ªas, incluso en la del chantaje que ha tensionado a Francia para derogar la ley sobre el laicismo y la que ha mantenido secuestrados a cientos de ni?os en un colegio de Osetia, se halla el nombre de Al¨¢. A mayor o menor profundidad, en el n¨²cleo o en la periferia, como pretexto, b¨¢lsamo o fin, pero su presencia no resulta imperceptible. De un modo u otro, y m¨¢s all¨¢ de la biodiversidad de los conflictos territoriales en los que han sucedido esas matanzas, Al¨¢ acaba vertebr¨¢ndolas: en su nombre ejecut¨® un grupo islamista a una docena de nepal¨ªes y bajo su advocaci¨®n se inmolaron dos palestinos y una chechena, llev¨¢ndose por delante a 27 personas entre los dos autobuses de Beersheva y la boca de metro de Mosc¨². El mismo Al¨¢ que en su esencia propugna una vida correcta de moral y ¨¦tica, de misericordia al pr¨®jimo y de justicia social, se ha convertido, a manos de quienes administran su legado, en una franquicia letal. As¨ª, el mundo occidental, y buena parte del oriental, ya se ha acostumbrado a que detr¨¢s de cada noticia sangrienta enseguida surge el nombre de Al¨¢. Esa perversi¨®n, realizada desde las cavernas del narcotr¨¢fico de opio y la c¨²spide de la antigua Aramco (Arabian-American Oil Company), con la colaboraci¨®n de sus m¨¢s fan¨¢ticos seguidores y los desbarajustes sociales del entorno, ha convertido a Al¨¢ en un voraz instrumento de aniquilaci¨®n que ha acabado por hacer del atentado casi otro de los cinco pilares b¨¢sicos de los musulmanes, junto a la fe, la oraci¨®n, la limosna, el ayuno y la peregrinaci¨®n. Para escarnio de los honestos musulmanes, quien est¨¢ haciendo m¨¢s da?o al islam es la propia irritaci¨®n del islamismo al servicio de intereses espurios, del mismo modo que ha ocurrido con el cristianismo. El dios de los esclavos cristianos, tras ser absorbido por la Roma imperial y los poderes en que deriv¨® occidente, ya no volvi¨® a ser bueno hasta que el hombre, con la ilustraci¨®n y el humanismo, lo desaloj¨® del centro del universo. Entonces fue recuperando su entidad moral. Y ¨¦se es el asunto pendiente de Al¨¢, al que todav¨ªa tienen secuestrado un grupo de malhechores para justificar su negocio y sus carnicer¨ªas.
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