Arnaud Desplechin comete graves excesos en su abusiva pel¨ªcula 'Reyes y reina'
Fran?ois Ozon recorre hacia atr¨¢s la historia de una pareja en la previsible '5 - 2'
Hubo un tiempo en que las canciones duraban tres minutos y las pel¨ªculas hora y media. Esa ¨¦poca se echa en falta cuando uno se enfrenta a obras como Reyes y reina, presentada a concurso en la Mostra de Venecia por Arnaud Desplechin. Se trata de un caso de hipertrofia grave. No eran necesarios 150 minutos, ni muchos menos, para contar esa historia, que empieza con deleite y acaba con fatiga. El arranque de la Mostra, superproducciones fuera de concurso al margen, ha estado por debajo del nivel exigible. Se espera que los grandes favoritos como Mar adentro, de Alejandro Amen¨¢bar, que se exhibe hoy, o Birth, de Jonathan Glazer, la semana pr¨®xima, eleven el tono general.
A Desplechin se le desmanda un gui¨®n razonablemente inteligente y le crece de forma desordenada
Reyes y reina es una l¨¢stima y un abuso del t¨¦rmino largometraje. En realidad, se trata de dos pel¨ªculas, porque el personaje interpretado por el excepcional Mathieu Amalric, un actor de asombrosas facultades histri¨®nicas, inunda el tiempo que se le escapa a Desplechin y, desarrollando un discurso aut¨®nomo, ahoga a la supuesta protagonista, Nora, la reina del t¨ªtulo, encarnada por Emmanuelle Devos.
No es que, como dicen los americanos de las pel¨ªculas francesas, se vea crecer la hierba (tampoco aparece ning¨²n prado para comprobarlo); se trata m¨¢s bien de que a Desplechin se le desmanda un gui¨®n razonablemente inteligente y le crece de forma desordenada. La clave del asunto es Nora, una mujer joven, solitaria y fr¨ªgida, viuda por suicidio, emparejada despu¨¦s con un caballero al que conocemos en el manicomio, con un padre atormentado, un hijo atormentado y un novio millonario que le ofrece estabilidad y emociones tibias. El propio Desplechin reconoce que la historia del ex compa?ero m¨¢s o menos loco le result¨® demasiado atractiva y que la creaci¨®n c¨®mica de Mathieu Amalric (Ismael) adquiri¨® vuelo propio.
El resultado, el drama de Nora y la comedia de Ismael, son dos pel¨ªculas que fluyen independientes, y que Desplechin ata en los minutos finales con un recurso superfluo y pretencioso. Superfluo es tambi¨¦n el cameo de Catherine Deneuve, en el papel de Catherine Deneuve vestida de psiquiatra. Una l¨¢stima, porque la pel¨ªcula tiene hallazgos. Y la historia manicomial del violinista Ismael habr¨ªa sido, por s¨ª sola, una s¨¢tira divertida de hora y media y habr¨ªa valido el precio de una entrada.
5 - 2, otra pel¨ªcula francesa aspirante al Le¨®n de Oro, resulta m¨¢s homog¨¦nea y m¨¢s escueta. Tambi¨¦n m¨¢s previsible. La historia de una pareja contada hacia atr¨¢s, desde el momento del divorcio (el t¨ªtulo alude a cinco episodios en la vida de dos personas), a?ade poco al acervo cinematogr¨¢fico universal; el director, Fran?ois Ozon, que ya concurs¨® en Venecia en 1999 con Los amantes criminales, tiene al menos dos m¨¦ritos: ampl¨ªa el registro interpretativo de la actriz Valeria Bruni-Tedeschi, especializada hasta ahora en papeles de joven bella, mimada y neur¨®tica, y se atiene al canon cl¨¢sico de los 90 minutos exactos.
El festival de la isla del Lido, que ya vivi¨® momentos desoladores con la griega Delivery, se adentr¨® en el p¨¢ramo cenagoso del aburrimiento con Acceso remoto, de la rusa Svetlana Proskurina. Los escasos espectadores que estuvieron presentes en la proyecci¨®n y en el posterior encuentro con la directora y los actores optaron por no reaccionar, ni bien ni mal, ante el ensayo sobre la incomunicaci¨®n sentimental y la crispaci¨®n de las relaciones en familia; quiz¨¢ los subt¨ªtulos no hicieron justicia al texto, quiz¨¢ hubo algo que se le escap¨® al p¨²blico.
Algo debi¨® ver en Acceso remoto Marco M¨¹ller, el director de la Mostra, para seleccionarla a concurso. Ese algo, si existe, no lo ha visto, hasta ahora, nadie m¨¢s.
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