Un desaf¨ªo colosal
Como las palabras no son neutrales, antes de hablar sobre la conciliaci¨®n entre trabajo y vida familiar habr¨ªa que especificar qu¨¦ entendemos por conciliaci¨®n, trabajo y familia. Seg¨²n la Real Academia de la Lengua, conciliar es "componer y ajustar los ¨¢nimos de los que estaban opuestos entre s¨ª". M¨¢s que en los hechos, esta idea de conciliaci¨®n radica en las actitudes.
Generalmente se utiliza el t¨¦rmino trabajo para referirse al empleo, que es el trabajo remunerado; pero en esta acepci¨®n quedan fuera tanto el trabajo dom¨¦stico no remunerado, como el de voluntariado, adem¨¢s de las actividades complementarias imprescindibles para el desarrollo del trabajo (formaci¨®n, transporte, gesti¨®n). Para evitar la excesiva amplitud del t¨¦rmino trabajo cada vez se utilizan m¨¢s en este contexto las expresiones "relaci¨®n laboral" o "vida profesional", que se refieren exclusivamente al empleo.
Se ha tocado techo respecto a los servicios que pueden ofrecerse sin elevar los tributos
Si conciliar o trabajar son palabras de m¨²ltiples significados, "familia" lo es todav¨ªa m¨¢s. Algunos hablan de "La Familia" en may¨²sculas, como si s¨®lo hubiera una, y otros prefieren "las familias", para restarle solemnidad y destacar que no hay un modelo ¨²nico, sino variado y cambiante. Sobre este mar de fondo del concepto de familia cada vez es m¨¢s frecuente el t¨¦rmino "vida familiar", que desplaza el inter¨¦s hacia los aspectos subjetivos y la vida cotidiana de los familiares, en lugar de resaltar los de la propia familia como instituci¨®n social.
La Ley de 5 de noviembre de 1999 sobre conciliaci¨®n se titula "Ley de Conciliaci¨®n de la Vida Familiar y Laboral de las Personas Trabajadoras". La referencia a "las personas trabajadoras" refleja por omisi¨®n el malestar que en este tema hubiera provocado la referencia a "los trabajadores" debido a su carga sem¨¢ntica, asociada con los asalariados varones.
La vida familiar es rica y compleja. Por sus conexiones con el empleo, hay que diferenciar al menos dos aspectos: los afectivos o de la vida sentimental, y los productivos o relacionados con la oferta y consumo de servicios dentro del hogar.
Cuando se plantea la necesidad de conciliar el trabajo con la familia, rara vez se especifica qu¨¦ modelo de conciliaci¨®n, trabajo y familia se tiene en mente; si se trata de garantizar el afecto familiar para todos los trabajadores o si lo que se pretende es mantener el nivel de producci¨®n de bienes y servicios que ahora recae sobre la familia.
La conciliaci¨®n se ha producido tradicionalmente en Espa?a por dos v¨ªas. La primera ha sido, al menos sobre el papel, la divisi¨®n del trabajo y separaci¨®n de papeles entre hombres y mujeres. Los varones han asumido el trabajo remunerado de puertas afuera y las mujeres el no remunerado de puertas adentro. Su mejor expresi¨®n legal es la sociedad de gananciales, que concede igual valor al trabajo desarrollado dentro y fuera del hogar. La segunda v¨ªa de conciliaci¨®n ha sido la acumulaci¨®n de tareas, y sigue utiliz¨¢ndose por muchas mujeres que no encuentran otra soluci¨®n para resolver la ant¨ªtesis entre el mundo laboral y la familia. La poblaci¨®n de las sociedades desarrolladas rechaza tanto la segregaci¨®n al ¨¢mbito dom¨¦stico como la sobrecarga de la doble jornada. Por ello se est¨¢n generalizando otras estrategias de ajuste: la reducci¨®n de objetivos, la delegaci¨®n, la secuencializaci¨®n, la derivaci¨®n hacia el mercado y las instituciones, y el reparto de tareas.
La reducci¨®n de objetivos afecta tanto a la vida familiar como a la laboral. Es, por ejemplo, el adi¨®s a la calidad culinaria y a los ascensos. La delegaci¨®n consiste en interrumpir la producci¨®n de un servicio para trasladarlo a otra persona o grupo social. En Espa?a, la delegaci¨®n colectiva de funciones m¨¢s espectacular de los ¨²ltimos a?os es la de reproducci¨®n, que se ha trasladado en buena parte a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Los trabajadores no se producen, sino que se importan cuando ya han alcanzado la edad de incorporarse al mercado laboral, o se producen localmente por las mujeres inmigrantes. La secuencializaci¨®n consiste en alternar la producci¨®n para la familia y para el mercado, de modo que no coincidan en el tiempo. ?ste es el tipo de conciliaci¨®n que buscan las excedencias y permisos parentales. A corto plazo son eficaces, pero resultan poco atractivas para los empleadores, desempleados o trabajadores precarios y para los que tienen aspiraciones profesionales elevadas, porque da?an sus expectativas a medio plazo.
La derivaci¨®n hacia el mercado sigue en auge: guarder¨ªas, transporte escolar, residencias para familiares ancianos, empleados de hogar, uso intensivo de servicios de alimentaci¨®n, limpieza y gesti¨®n. Pero s¨®lo est¨¢ al alcance de las familias con suficiente poder adquisitivo. En cuanto a la derivaci¨®n hacia las instituciones no mercantiles, s¨®lo es posible en la medida en que existan servicios p¨²blicos y voluntariado; pero las familias no pueden decidir unilateralmente las prioridades presupuestarias de los gobiernos ni el alcance de los servicios garantizados. Por mucho que mejore la eficiencia en la Administraci¨®n de los recursos p¨²blicos, en la pr¨¢ctica en Espa?a ya se ha tocado techo respecto a los servicios que pueden ofrecerse a la poblaci¨®n sin modificar al alza el nivel de tributos.
Finalmente, queda como v¨ªa de conciliaci¨®n el reparto de tareas, reparto que habr¨ªa de producirse no s¨®lo entre hombres y mujeres, sino intergeneracionalmente. Por ahora, el reparto de las tareas que tradicionalmente se hac¨ªan en el hogar ha variado muy poco. Seg¨²n la encuesta de uso del tiempo realizada en el CSIC en 2003, las mujeres siguen haciendo el 78% del trabajo no remunerado. La gestaci¨®n de nuevas vidas y el cuidado de los ni?os ya no consumen tantas horas como antes en los hogares espa?oles, pero en cambio aumenta imparablemente el n¨²mero de horas dedicadas a la poblaci¨®n discapacitada por razones de edad. Para el a?o 2050, los mayores de ochenta a?os se habr¨¢n triplicado y ni el modelo actual de familia ni el actual sistema de pensiones, organizaci¨®n sanitaria y servicios sociales est¨¢n preparados para hacer frente a este colosal desaf¨ªo.
Mar¨ªa-?ngeles Dur¨¢n es catedr¨¢tica de Sociolog¨ªa y profesora de investigaci¨®n en el Departamento de Econom¨ªa del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas. Ha sido Premio Nacional de Investigaci¨®n en el a?o 2002.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.