Josef Paul Kleihues, arquitecto
En una parte no despreciable, la Berl¨ªn contempor¨¢nea es su obra. Josef Paul Kleihues, cuyas honras f¨²nebres se celebraron la semana pasada, fue el m¨¢s influyente de los arquitectos que en las ¨²ltimas d¨¦cadas dejaron su impronta en la capital alemana.
Suyo fue el postulado inicial que otros convertir¨ªan en dogma: la "reconstrucci¨®n cr¨ªtica" de una ciudad devastada primero por la guerra y despu¨¦s por el urbanismo gigant¨®mano de los a?os sesenta.
Nacido en 1933 en Rheine, en la regi¨®n de Westfalia, al oeste del pa¨ªs, Kleihues hab¨ªa estudiado arquitectura en las universidades de Stuttgart y Berl¨ªn y en la Escuela de Bellas Artes de Par¨ªs. A partir de 1974 fue catedr¨¢tico, primero en la Universidad de Dortmund y despu¨¦s en la Academia de Artes de D¨¹sseldorf. Su profesi¨®n, sin embargo, la ejerci¨® sobre todo en Berl¨ªn, donde ya en 1962 -un a?o despu¨¦s de la construcci¨®n del muro- abri¨® un estudio arquitect¨®nico.
En aquellos a?os, no s¨®lo en Alemania, sino en muchos otros pa¨ªses se comet¨ªa un crimen arquitect¨®nico tras otro. Excepci¨®n hecha de unos cuantos dise?os visionarios -en el caso de Berl¨ªn, el de la Filarm¨®nica y sus alrededores, de Hans Sharoun- el grueso de los proyectos se destacaba por una modernidad mal concebida, deletreada con descomunales bloques de concreto para acoger min¨²sculas viviendas, grandes arterias para un tr¨¢fico que tan s¨®lo se conceb¨ªa como vehicular, e inh¨®spitas ciudades sat¨¦lite y de dormitorio.
En Berl¨ªn, fue Kleihues quien encabez¨® la rebeli¨®n contra tanta mediocridad. Ya su primer proyecto importante, un conjunto de viviendas construido en un barrio obrero en 1973, fue program¨¢tico al reinstaurar como unidad territorial inviolable la cl¨¢sica manzana, limitar la altura del edificio a los 22 metros que desde el siglo XIX impera en la capital alemana e incorporar tambi¨¦n el cl¨¢sico patio interior. El resultado fue un bloque no demasiado espectacular, pero arm¨®nico. Era el retorno a la "ciudad europea", promovido tambi¨¦n por otros arquitectos, como Aldo Rossi.
Que esta doctrina -"cr¨ªtica", al fin y al cabo- no tiene por qu¨¦ suponer una p¨¦rdida de calidad arquitect¨®nica lo demostr¨® la Muestra Internacional de Construcci¨®n (IBA, por sus siglas en alem¨¢n), que entre 1979 y 1987 intervino sobre un c¨¦ntrico sector de Berl¨ªn Oeste. Fue Kleihues quien la dirigi¨® y quien convenci¨® a participar en ella a arquitectos de la talla de ?lvaro Siza, Hans Hollein o el mismo Aldo Rossi.
La IBA y sus debates enriquecieron mucho el discurso arquitect¨®nico y dejaron unos edificios que a¨²n hoy figuran entre los m¨¢s destacados de una ciudad mucho menos agraciada con obras maestras de lo que se suele pensar. Tambi¨¦n de esto ¨²ltimo Kleihues en parte fue responsable, seg¨²n piensan sus no poco detractores est¨¦ticos.
El postulado de la "reconstrucci¨®n cr¨ªtica" no s¨®lo se mantuvo al pie de la letra tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y la reunificaci¨®n de la ciudad, sino que fue adoptado como sacrosanta doctrina oficial por la administraci¨®n p¨²blica.
La reinvenci¨®n de Berl¨ªn, oportunidad ¨²nica para imaginar una ciudad del siglo XXI, acab¨® sujeta a un sinf¨ªn de directrices pensadas para asegurar la homogeneidad urban¨ªstica del siglo XIX.
En parte, Kleihues intent¨® impedir los peores excesos de aquellos int¨¦rpretes de su doctrina que se hab¨ªan vuelto m¨¢s papistas que el papa. Se empe?¨® a fondo, por ejemplo, para atraer a la ciudad el Museo Jud¨ªo de Daniel Libeskind, probablemente lo mejor que se ha hecho en Berl¨ªn en los ¨²ltimos a?os. Al mismo tiempo, sin embargo, siempre fue arte y parte en lo que suced¨ªa. Gu¨ªa profesional de toda una red de j¨®venes disc¨ªpulos, su influencia dif¨ªcilmente se pod¨ªa sobrestimar.
El "regente" y el "arquitecto con permiso de construcci¨®n incorporado" son dos de los apelativos con los que se le conoc¨ªa fuera de su c¨ªrculo de allegados.
Kleihues tambi¨¦n en sus propios edificios -dos de ellos al lado de la Puerta de Brandeburgo- tuvo que someterse al estricto canon que tan decisivamente hab¨ªa contribuido a crear.
Su est¨¦tica del "racionalismo po¨¦tico" -expresada, por ejemplo, en una vela postada en el tejado de uno de sus edificios, el Kant-Dreieck, en el oeste de la ciudad- tend¨ªa a ser m¨¢s racional que po¨¦tica.
Ante todo, sobriedad, como en su celebrada reconstrucci¨®n del Hamburger Bahnhof en Berl¨ªn y su dise?o del Museo de Arte Contempor¨¢neo en Chicago, el m¨¢s importante de sus trabajos internacionales.
Poco antes de su muerte, a los 71 a?os y tras una larga enfermedad, a¨²n estaba empe?ado en crear en la capital alemana un archivo arquitect¨®nico que tuviese su sede en la hist¨®rica Academia de Construcci¨®n. Este edificio, dise?ado en el siglo XIX por Karl Friedrich Schinkel, art¨ªfice del Berl¨ªn prusiano, ya no existe; hace d¨¦cadas que fue demolido. La idea es reconstruirlo. En homenaje a Schinkel. Y en memoria de Josef Paul Kleihues.-
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