El convertido
Me confieso. ?Ah!, y parto de la base de que los asuntos de la fe no son en el fondo m¨¢s que creencias irracionales; as¨ª que no me pregunten el porqu¨¦, porque no hallar¨¢n respuesta que les convenza.
Me he convertido a la religi¨®n del sprint. Porque me da la gana, porque la Vuelta es te¨®ricamente como nuestro estado, es decir, laica. Bien es cierto que tenemos un cura cristiano entre la caravana (mi amigo Salva), pero ¨¦l viene aqu¨ª a hacer otras cosas, no a salvar almas extraviadas como la m¨ªa ni nada por el estilo. Aqu¨ª en teor¨ªa hay plena libertad de elecci¨®n. Bien es cierto que hay unos cuantos abducidos por el pinganillo que profesan la religi¨®n de su equipo. Entre ellos hay disidentes, pero siempre con la boca peque?a, porque cuando escuchan el serm¨®n del gur¨² en lo m¨¢s profundo de su o¨ªdo, se dirigen ordenados a cumplir la palabra del se?or. Y hacen bien, no hay nada que decir, que para eso les pagan.
Digamos que en el pelot¨®n hay tolerancia. Quiz¨¢ el momento de m¨¢s tensi¨®n suele ser cuando dos religiones opuestas entran en conflicto por querer hacer sus ritos en lugares comunes. Me explico. Por ejemplo ayer; llegamos al ¨²ltimo puerto del d¨ªa, el lugar elegido para separar el trigo de la paja, y queremos estar todos, los conversos a la religi¨®n del sprint -entre los que me incluyo- y los conversos a la religi¨®n de la monta?a. Y claro, todos, todos, no cabemos. As¨ª que estos ¨²ltimos se agrupan -son muchos m¨¢s- y tratan de dejarnos atr¨¢s para hacer sus cosas con tranquilidad. Si lo consiguen bien, pero si no... pues como ayer, luego les llega la vuelta. Nos acercamos a la parte final, y nos metemos en esos ¨²ltimos kil¨®metros en los que no hay amigos, ni siquiera los correligionarios. Entonces cada uno de nosotros recordamos nuestro catecismo, y entramos en un proceso de meditaci¨®n trascendental individual que dura hasta que crucemos la meta. Cada uno concentrado en sus oraciones, pero vigilando siempre a los dem¨¢s no se vaya a salir alguno del gui¨®n que marca nuestro im¨¢n. Cruzamos el temido tri¨¢ngulo rojo que indica el ¨²ltimo kil¨®metro, y ah¨ª recibimos nuestra absoluci¨®n, es decir, la raci¨®n diaria de adrenalina que necesitamos. Y as¨ª a diario mientras podamos, que luego llega la monta?a y ah¨ª deberemos cumplir nuestra penitencia.
Pedro Horrillo es ciclista del equipo Quick Step.
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