Las malas compa?¨ªas
Vino Monty Alexander con su tr¨ªo al madrile?o templo del fashion y el latin-jazz a presentar su ¨²ltimo disco, que ya no es el ¨²ltimo, sino el pen¨²ltimo, toda vez que, tras Impressions in blue, ha grabado uno nuevo, Rocksteady, en el que recrea los sones que le marcaron en su a?os mozos, en Jamaica. Tampoco su tr¨ªo era su tr¨ªo puesto que, como bater¨ªa, no vino el titular, Mark Taylor, sino su recambio, un joven holand¨¦s, prototipo de acompa?ante eficaz y tan lleno de swing como un sargento de carabineros marcando el paso. Quien s¨ª lleg¨® fue Hassan Shakur, contrabajista de la mejor escuela, la de Ray Brown; tambi¨¦n la vocalista franco-italiana Caterina Zapponi, aunque no estaba anunciada su presencia, puede que por pudor, trat¨¢ndose de la mujer del "jefe". Se cant¨® tres standards y nadie le pidi¨® el cuarto: el firmante no sacar¨¢ conclusiones del hecho.
Monty Alexander tr¨ªo
Monty Alexander: piano. Hassan Shakur: contrabajo. Frits Canderbergem: bater¨ªa. Calle 54, Madrid. 6 a 9 de septiembre.
Los mejores aplausos se los reserv¨® el respetable para el hijo tropical de Oscar Peterson, quien comenz¨® bosseando, que no boxeando, por la melod¨ªa que abri¨® el mismo y parec¨ªa ser la conocida bossa nova de Orfeo Negro, y lo termin¨® de igual modo, o parecido. Entre medias hubo su poco de Count Basie -Lil' Darlin- y su mucho de Peterson; alg¨²n homenaje a Dizzy Gillespie, con quien Alexander toc¨® por un tiempo, y su raci¨®n de blues, que no puede faltar en ning¨²n recital de jazz que se precie. Tambi¨¦n record¨® el jamaicano a Duke Ellington, lo que no es nada original, pero s¨ª justo, trat¨¢ndose del mejor compositor de jazz de todos los tiempos.
Puro 'swing'
Alexander puede con todo y a todo le da la vuelta, del derecho, del rev¨¦s y vuelta a empezar; todo lo convierte en fuego de artificio. Si hay un espacio muerto, ya se encargar¨¢ el pianista de rellenarlo; si existe el camino recto, ya tomar¨¢ aquel que rodee el objeto de forma que resulte lo m¨¢s intrincado posible; y hasta le canta a uno, a la que se descuida. La noche de autos, el susodicho se descolg¨® con una m¨¢s que potable versi¨®n cantada de A beautiful friendship, la pieza original de Nat King Cole no incluida en el ced¨¦ de marras, no se sabe muy bien por qu¨¦. Tampoco se explica que no haya quien interprete este repertorio con mayor asiduidad. Quiz¨¢, por eso mismo, el pianista gust¨® de igual modo a los que fueron premeditadamente a escucharlo como a quienes la presencia de los m¨²sicos sorprendi¨® en la sobremesa, entre ellos, un alto representante de la clase pol¨ªtica madrile?a cuya estancia en la sala no pas¨® inadvertida.
Monty Alexander es un m¨²sico old fashioned y tiene todo el swing del mundo. Lo ha demostrado a lo largo de su cuantiosa discograf¨ªa como l¨ªder, y lo volvi¨® a demostrar durante su estancia madrile?a, con permiso de su bater¨ªa holand¨¦s.
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