Septiembre
Si en vez de calcular la edad en a?os la calcul¨¢ramos en septiembres, nos dar¨ªamos cuenta del m¨¦rito que tiene ir saliendo adelante. Preg¨²ntese cu¨¢ntos septiembres tiene usted e intente evocar cada uno de ellos. Por alguna parte de su memoria debe estar aquel septiembre remoto en el que fue abandonado por mam¨¢ o pap¨¢ (quiz¨¢ por ambos) frente a las fauces de un monstruo al que llamaban colegio. Y el septiembre en el que usted, tras espectaculares mutaciones, entreg¨® a su hijo al mismo monstruo. Medida en septiembres, la vida es una sucesi¨®n de estremecimientos, de desgarros. Los editores de fasc¨ªculos ponen su maquinaria a cien durante estos d¨ªas fatales porque saben que necesitamos colocar nuestro afecto en algo que nos garantice un m¨ªnimo de continuidad, sean cursos de ingl¨¦s o colecciones de novelas rom¨¢nticas.
Semanas m¨¢s tarde, al comprobar que somos capaces de sobrevivir a este mes inh¨®spito, abandonamos la colecci¨®n de cajas chinas, el fasc¨ªculo hist¨®rico y el prop¨®sito de ser buenos. Para entonces, la rutina ha construido una coraza que nos protege de la intemperie. Septiembre duele porque nos sorprende sin callo y con la ropa del verano, pese a que las ma?anas tienen la temperatura del m¨¢rmol. Combatimos esa desnudez con prop¨®sitos (a menudo, con desprop¨®sitos) e intenciones cuyo fin no es otro que el de ocultar el miedo. Hay estrenos de cine y novedades literarias que contribuyen a lanzar ese mensaje de que no pasa nada, nada. Y es verdad: superaremos este septiembre como los del resto de nuestra vida. En diciembre los ni?os ya no llorar¨¢n al quedarse en el cole, el abrigo nos proteger¨¢ del fr¨ªo y habremos abandonado la descabellada idea de dejar de fumar o de aprender ingl¨¦s.
A veces, las noticias de primera p¨¢gina acent¨²an el car¨¢cter desabrido de este mes. Ma?ana, cuando se cumpla otro aniversario del d¨ªa en el que vimos saltar a la gente desde las ventanas de las Torres Gemelas, a¨²n no habremos digerido el desastre de esa escuela rusa que inaugur¨® el curso escolar con una lecci¨®n magistral de espanto. No hay fasc¨ªculo ni proyecto que alivie tanto desamparo, as¨ª que quiz¨¢ no sea buena la idea de calcular la edad en septiembres.
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