Las armas son para usarlas
En una secuencia dif¨ªcil de olvidar de La noche del cazador, Charles Laughton, su director, cuenta que, si atendemos s¨®lo a las apariencias, podemos confundir el mal con el bien, igual que los electores estadounidenses corren el riesgo de confundir a Bush con un honesto dirigente antiterrorista. Harry Powel, el predicador asesino interpretado por Robert Mitchum, ha localizado en la granja de una solterona a los dos ni?os que persigue: acechando en la oscuridad, se pone a cantar Leaning on the Everlasting Arms. Lejos de aterrorizarse, la anciana (Lillian Gish), comienza a cantar lo mismo en su mecedora, con una escopeta sobre las rodillas. El hada madrina y el monstruo se han concertado. ?C¨®mo distinguirlos? Uno de los grandes temas de Tu ternura Molotov, comedia de Gustavo Ott (Caracas, 1963) que la compa?¨ªa canaria Profetas de Mueble Bar estrena el 16 de septiembre en el teatro Cuy¨¢s, de Las Palmas, es, precisamente, los disfraces que adopta el mal para pasar por bueno: sus protagonistas, a fuerza de parecer, ya no saben lo que son.
Tu ternura Molotov comienza como una comedia de sal¨®n: Victoria, presentadora de un noticiario de la tele, y Daniel, su esposo, se disponen a tener un hijo. Ella est¨¢ a punto de cumplir los 30 y lo quiere ya. ?l comenz¨® su carrera de abogado en el Ayuntamiento, supervisando la evoluci¨®n de hijos de familias pobres y desestructuradas, pero tras la muerte de uno de ellos pens¨® que todos estaban condenados y que le conven¨ªa m¨¢s aprovechar la oportunidad que le brindaba Blitzner and Sons, bufete con clientes muy bien situados: aunque tuviera que defender, por ejemplo, al asesino de un m¨¦dico abortista. Victoria, que es creyente, muy creyente, quiere un var¨®n, y cree que lo conseguir¨¢ si Daniel la penetra cuando su cuerpo est¨¦ muy caliente: con un term¨®metro en la boca y una bolsa de agua en el vientre, le escucha narrar, a ¨¦l, que es descre¨ªdo por naturaleza, una extra?a historia de ovnis de la que ha sido testigo. Cuento hasta donde se debe, que es poco, porque Tu ternura Molotov est¨¢ llena de trampas de buena ley que es mejor no desvelar y de vueltas de tuerca que conducen sin volantazos de la comedia a la intriga, y de ¨¦sta, de nuevo con delicadeza, a la reflexi¨®n sobre la identidad, el terrorismo, las v¨ªctimas del bienestar-a-toda-costa y la posibilidad de volver a empezar. Parece demasiado para una comedia, pero Gustavo Ott agarra ese peso, lo levanta en tres tiempos, lo tiene un rato arriba y s¨®lo lo deja caer cuando le conviene, como un campe¨®n ol¨ªmpico de halterofilia.
?Qui¨¦n es Gustavo Ott? Si hubiera nacido en Chicago, sus comedias invadir¨ªan los escenarios espa?oles: tienen una factura a lo Belbel, la pegada de Mamet, un ruido de fondo pinteriano
... Ha publicado 22, estrenado 19 en Venezuela y 17 en el resto de Am¨¦rica y Europa, en 11 idiomas. Cuando las dirige ¨¦l, en su propio teatro, el San Mart¨ªn, de Caracas, lo hace con el ritmo endiablado al que est¨¢ acostumbrado el espectador de cine y de videoclip, a juzgar por lo que vi en Pavlov, 2 segundos antes del crimen, representada en Madrid en la Sala Cuarta Pared. Tu ternura Molotov obtuvo esta primavera el Premio Ricardo L¨®pez Aranda, del Ayuntamiento de Santander. No s¨¦ cu¨¢nto habr¨¢n adaptado y recortado los Profetas de Mueble Bar la versi¨®n original, pero hay que confiar: antes estrenaron con tino y ¨¦xito Gorditas, y Evang¨¦licas, divorciadas y vegetarianas, dos buenas comedias de Ott (especialmente la primera). Interpretan a Victoria y a Daniel Lili Quintana y Carlos Ysbert, nieto de Pepe Isbert (el apellido original es con "y": un productor se lo cambi¨® al abuelo).
Apostando a Elisa, otra obra de Ott (12 a?os anterior a Tu ternura Molotov) que est¨¢ intentando hacerse hueco en los escenarios espa?oles, en un montaje de Ricardo Campelo, es una comedia pura, conducida con buen pulso. Sus protagonistas son tres periodistas deportivos que comparten trabajo y una afici¨®n compulsiva por las apuestas: son capaces de jugarse el puesto, la mujer (de ah¨ª el t¨ªtulo) y la vida.
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