El 'glamour' del Palais Garnier
La ?pera Nacional de Par¨ªs distribuye actualmente sus actividades entre el hist¨®rico edificio de Charles Garnier, inaugurado en enero de 1875 y escaparate pomposo de lo que se entiende tradicionalmente por ?pera de Par¨ªs, con sus avenidas, estaciones de metro y hoteles circundantes que llevan con orgullo el nombre de ?pera, y la m¨¢s moderna ?pera de la Bastilla, del arquitecto uruguayo Carlos Ott, que abri¨® sus puertas con una gala l¨ªrica en julio de 1989 y posteriormente en septiembre con una representaci¨®n de Los troyanos, de Berlioz, coloc¨¢ndose desde entonces como principal teatro de ¨®pera de la Ciudad-Luz, y as¨ª contin¨²a. A partir de hoy y durante cinco temporadas se hace cargo de la direcci¨®n art¨ªstica de ambos teatros el belga G¨¦rard Mortier, con lo que son muchos lo que esperan que Par¨ªs se vaya a convertir de una vez por todas en la capital oper¨ªstica del mundo. No son adem¨¢s los citados los ¨²nicos teatros que practican en Par¨ªs el g¨¦nero oper¨ªstico. El municipal Ch?telet y el Teatro de los Campos El¨ªseos, por ejemplo, participan tambi¨¦n, y con mucho m¨¦rito, de la fiesta l¨ªrica. Esta vez, en nuestra serie de teatros de ¨®pera, nos vamos a ocupar prioritariamente del m¨ªtico Palais Garnier. La tradici¨®n manda.
El edificio tiene prestan-
cia, que dir¨ªan los asturianos, desde el exterior, e impone lo suyo, con su gran escalera y la elegancia de la sala, en el interior. Es la decimotercera sala de ¨®pera en Par¨ªs desde la fundaci¨®n de esta instituci¨®n por Luis XIV en 1669. Su construcci¨®n fue decidida por Napole¨®n III en el plan de trabajos de renovaci¨®n de la ciudad y encomendada, tras ganar el concurso de m¨¦ritos, al joven arquitecto de 35 a?os, pr¨¢cticamente desconocido entonces, Charles Garnier. Las obras duraron 15 a?os, de 1860 a 1875, siendo interrumpidas por variados avatares desde la Comuna hasta la ca¨ªda del r¨¦gimen imperial. Fragmentos de La jud¨ªa, de Hal¨¦vy, y Los hugonotes, de Meyerbeer, pusieron en marcha un teatro que en lo que quedaba de siglo contempl¨® el estreno de ¨®peras de Massenet como Le Roi de Lahore o Tha¨ªs, y ya en el XX Padm?vati, de Roussel.
Mar¨ªa Callas debut¨® triunfalmente en la ?pera de Par¨ªs en 1958 con el primer acto de Norma, el segundo de Tosca y el tercero de El trovador, unos a?os antes de que subiese a escena para representar Tosca. En 1962 Andr¨¦ Malraux encarg¨® a Marc Chagall la decoraci¨®n del techo y en 1973 se hizo cargo de la direcci¨®n art¨ªstica Rolf Liebermann. Fue el a?o de Las bodas de F¨ªgaro, en la puesta en escena de Giorgio Strehler. Seis a?os despu¨¦s se estrenar¨ªa la versi¨®n completa en tres actos de Lulu, de Alban Berg, bajo las direcciones musical y teatral de Pierre Boulez y Patrice Ch¨¦reau: un acontecimiento. Eran buenos tiempos para la l¨ªrica en el Palais Garnier, desde luego, a los que sucedieron momentos de incertidumbre con la llegada del funcional teatro de la Bastilla. Incluso nuestro querido Palais Garnier cerr¨® en 1987 para volver tiempo despu¨¦s con aspiraciones de quedarse limitado a ser un teatro de danza o a representar t¨ªtulos oper¨ªsticos barrocos o similares que encontraban un acomodo aparentemente m¨¢s id¨®neo que en la Bastilla.
Algunos datos t¨¦cnicos: la superficie es de 11.237 metros cuadrados; la gran escalera tiene 30 metros de alto; el escenario tiene 60 metros de altura, 27 de profundidad y 48,5 de anchura, y la sala 20 metros de altura, 32 de profundidad y 31 de anchura m¨¢xima.
?Qu¨¦ va a hacer Mortier con Palais Garnier en su primera temporada parisiense? Pues quiz¨¢ algunas de sus apuestas m¨¢s arriesgadas o, si se prefiere, audaces desde el punto de vista creativo, aunque muchas de ellas ya est¨¢n rodadas en otros lugares y, por consiguiente, son previsibles las reacciones del p¨²blico. De entrada debuta hoy con La italiana en Argel, lo cual no deja de ser una iron¨ªa dado lo poco rossiniano que es Mortier. A lo largo del curso Pina Bausch dirigir¨¢ una versi¨®n danzada de la ¨®pera Orfeo y Eur¨ªdice, de Gluck; Alain Platel presentar¨¢ su fascinante espect¨¢culo Wolf, procedente de la Trienal del Ruhr, con m¨²sica de Mozart y un par de docenas de perros en escena; Christoph Marthaler se encargar¨¢ de Katia Kabanova, de Jan¨¢cek, en el montaje estrenado en Salzburgo; Luc Bondy har¨¢ lo propio con H¨¦rcules, de H?ndel, en la triunfadora versi¨®n del ¨²ltimo festival de Aix-en-Provence; el matrimonio Herrmann recupera su m¨ªtica puesta en escena de La clemencia de Tito; David Alden e Ivor Bolton se las ven con La coronaci¨®n de Popea, y en fin, Simon McBurney y el cuarteto de cuerda Emerson experimentan a partir de Dmitri Shostak¨®vich con The Noise of Time. Una etapa de signo muy diferente al tradicional empieza hoy en el emblem¨¢tico y distinguido Palais Garnier de Par¨ªs.
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