Gombrowicz contra todo
"DETESTABA EL entusiasmo". La confesi¨®n es de Witold Gombrowicz (1904-1969), el m¨¢s c¨¦lebre de los escritores polacos del siglo XX y, sin duda, el m¨¢s marginal. Hijo de la peque?a nobleza agraria procedente de Polonia, menor de cuatro hermanos, estudiante absolutamente nulo en matem¨¢ticas o lat¨ªn pero superdotado en polaco y filosof¨ªa, Witold Gombrowicz es uno de los grandes renovadores de la literatura contempor¨¢nea, un autor que tiende un puente entre una tradici¨®n del exceso que hab¨ªa sido enterrada por el naturalismo y la psicolog¨ªa -digamos el universo de Rabelais, Swift o de la picaresca- y un placer por la narraci¨®n que permite recomponer el espejo roto de diferentes maneras por Joyce o Proust.
Para celebrar el centenario de Gombrowicz los franceses han considerado que estaban obligados a reeditarlo. Es una obligaci¨®n real, no en vano fue Francia el pa¨ªs que ya en su momento, 1958, sac¨® Ferdydurke de su gloriosa y aislada "polonidad" a trav¨¦s de una traducci¨®n francesa que revel¨® la genial novela al mundo. El libro hab¨ªa sido editado en 1937, en Polonia, pero su autor tuvo la mala o buena, depende de c¨®mo se mire, fortuna de embarcarse en agosto de 1939, como invitado, en el transatl¨¢ntico Chobry que abr¨ªa la l¨ªnea que un¨ªa Polonia a Buenos Aires. Cuando lleg¨® a la capital argentina el billete de regreso ya no era v¨¢lido: Hitler hab¨ªa invadido su pa¨ªs y, lo que es m¨¢s grave, secuestrado su idioma. El dilema para Witold -va a pasar a llamarse Witoldo durante 24 a?os- est¨¢ en cruzar el Atl¨¢ntico de nuevo para integrarse en las tropas polacas en el exilio y morir como un h¨¦roe en el campo de batalla o quedarse quieto en Argentina defendiendo su independencia como individuo. La patria o la vida. ?se ser¨¢ el tema central de su segunda gran novela, Trans-Atlantyk (1953).
De esa larga estancia de 24 a?os en Argentina tenemos constancia gracias a un prodigioso Diario y ahora tambi¨¦n gracias a la publicaci¨®n de su Correspondance (1950-1969) con Jerzy Giedroyc, un testimonio apasionante de los problemas inherentes al exilio pol¨ªtico. Giedroyc (1906-2000), que hab¨ªa colaborado en el gabinete de varios ministros antes de la Segunda Guerra Mundial, va a fundar en 1947 la revista Kultura, fundamental para revelar al mundo la existencia de Gombrowicz o del posteriormente nobelizado Czeslaw Milosz. Los sensatos consejos de Giedroyc, que consigue para Gombrowicz becas o ayudas de organismos pr¨®ximos a la CIA para evitar que tenga que regresar a Polonia y ser recuperado as¨ª por un poder comunista ansioso de mejorar su imagen internacional a trav¨¦s del retorno de intelectuales a los que se les ha privado de su p¨²blico natural, se alternan con las crisis sarc¨¢sticas del escritor que, perdido en el Cono Sur, con una traducci¨®n argentina bajo el brazo de Ferdydurke que nadie quiere leer, necesita repetirse a s¨ª mismo cu¨¢n gran escritor es.
Al mismo tiempo, para el mes de octubre, en la editorial Grasset, deber¨ªa ver la luz una biograf¨ªa no autorizada del escritor. Dada la complejidad de la trayectoria del personaje, defensor ac¨¦rrimo del individualismo y cr¨ªtico sistem¨¢tico del romanticismo polaco y de su correlato de patrioter¨ªa y cerraz¨®n, descubridor del proceso de infantilizaci¨®n avanzada de la sociedad moderna, la citada biograf¨ªa promete ser una fuente de revelaciones escandalosas. Si en la Correspondance ya encontramos pasajes en los que por ejemplo escribe que "si yo fuese los EE UU financiar¨ªa a tres escritores: Milosz, Mackiewicz y Gombrowicz que, con 300 d¨®lares al mes, no quebrar¨ªan. Pero la burocracia tiene sus leyes: toda la Uni¨®n de Escritores o nadie ni nada", de los amparados por dicha Uni¨®n dir¨¢ que "en ese universo de poetas reinan la mentira, la tonter¨ªa, la publicidad y la ficci¨®n y se superan todas las cotas de imbecilidad imaginables". La pervivencia del poder comunista y el hecho de que muchas de las personas contra las que Gombrowicz arremete estuviesen vivas han aconsejado ser prudente con todo el material que ahora, a trav¨¦s de la Correspondance y la biograf¨ªa, sale a flote. Aunque el ¨¢rea de influencia del polaco no sea comparable a la del castellano, es imposible no pensar en las grandes figuras republicanas que tuvieron que empezar de nuevo en otros pa¨ªses o en las mil formas que tom¨® el regreso: derrota, exilio interior, continuidad de un combate, traici¨®n, ¨¦xito, olvido. El "obscuro y m¨¢gico" mundo de Gombrowicz no lo es tanto para un lector espa?ol.
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