El certamen se cierra con un extra?o tr¨ªptico er¨®tico en homenaje a Antonioni
'Eros' re¨²ne tres mediometrajes de Wong Kar-wai, Steven Soderbergh y el director italiano
Eros, un tr¨ªptico sobre el erotismo realizado por Michelangelo Antonioni, Steven Soderbergh y Wong Kar-wai, cerr¨® ayer la Mostra de Venecia y abri¨® el comp¨¢s de espera hasta los premios de hoy. Se trataba, en cierta forma, de un homenaje a Antonioni, y como tal fue aplaudido. El primer episodio, el de Kar-wai, era triste y hermoso. Los otros dos constitu¨ªan divagaciones m¨¢s o menos ir¨®nicas (Soderbergh) e incomprensibles (Antonioni) que el p¨²blico encaj¨® con deportividad, tras una proyecci¨®n accidentada.
El fragmento de Soderbergh, celebrado autor de Sexo, mentiras y cintas de video, Traffic y Erin Brockovich, entre otras, se titulaba Equilibrio, se situaba en 1955 y versaba sobre un ejecutivo publicitario que acud¨ªa al psicoanalista para descifrar un sue?o recurrente en el que se le aparec¨ªa una mujer desnuda. En el momento en que se dispon¨ªa a explicar al psicoanalista los detalles del sue?o, el blanco y negro viraba bruscamente al color y comenzaba una violenta pelea. Un error en la cabina de proyecci¨®n hab¨ªa intercalado una bobina de otro filme, Stryker (sinopsis: dos bandas juveniles se enfrentan en Winnipeg), y durante largos minutos se prosigui¨® como si tal cosa: bien mirado, ?por qu¨¦ no iba a so?ar el ejecutivo una pelea en colores? El incidente indica tal vez algo sobre el exotismo argumental de Equilibrio, o sobre el estado mental del p¨²blico de la Mostra a primera hora de la ma?ana de la ¨²ltima jornada.
Aclarada la confusi¨®n, y localizado en alg¨²n lugar remoto el encargado del proyector, se regres¨® a la bobina de Soderbergh y fue posible adivinar que el secreto del sue?o del protagonista, interpretado por Robert Downey Jr., un buen actor aun en las peores circunstancias, estaba en un peluqu¨ªn, seg¨²n unos, o en unos avioncitos de papel, seg¨²n otros. Una minor¨ªa crey¨® intuir que la clave se ocultaba en un anuncio de despertadores.
Soderbergh explic¨®, en un breve texto incluido en el cat¨¢logo general de la Mostra, que se hab¨ªa sumado al proyecto para cumplir su sue?o de compartir cartel con el maestro Antonioni. En ese sentido, Equilibrio cumpli¨® de forma satisfactoria el objetivo de su autor.
El apartado de Wong Kar-wai, La mano, justificaba la visi¨®n de Eros. La historia del amor imposible de un aprendiz de sastre por una prostituta de lujo se film¨® el a?o pasado en Hong Kong, en plena epidemia de SARS; los m¨¦dicos impusieron al equipo de rodaje el uso de mascarillas y la ausencia de contactos f¨ªsicos, y Kar-wai se adapt¨® a esas restricciones con gran habilidad. Desarroll¨® el relato siempre en ambientes cerrados y oscuros, recurri¨® al sonido (jadeos, lluvias torrenciales) y a un campo de c¨¢mara muy subjetivo y factur¨® un trozo de cine tierno y amargo, hermoso y, adem¨¢s, inteligible. El del cineasta de Shanghai era el ¨²nico fragmento digno de las bell¨ªsimas im¨¢genes que acompa?aban a los t¨ªtulos de cr¨¦dito y marcaban la separaci¨®n entre las tres historias.
Michelangelo Antonioni, el maestro de 92 a?os, sin habla desde que en 1985 sufri¨® un ictus, conclu¨ªa el tr¨ªptico con una aportaci¨®n titulada El filo peligroso de las cosas. La obra se centraba en una pareja adinerada y cercana a la cuarentena que hab¨ªa perdido la atracci¨®n sexual mutua. El hombre se iba en descapotable a un torre¨®n donde fornicaba con una joven y despu¨¦s a Par¨ªs, donde nevaba y se sent¨ªa triste. La mujer iba a buscar unos caballos que se hab¨ªan escapado. Finalmente, la joven del torre¨®n y la esposa bailaban desnudas en una playa.
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