Una hija en Nueva York
El Pante¨®n de Hombres Ilustres conserva una Estatua de la Libertad del siglo XIX, precursora de la del r¨ªo Hudson
Nueva York y Madrid tienen m¨¢s v¨ªnculos de los que se piensa. Ciudades hermanadas por haber sufrido los efectos de sendos atentados terroristas en dos fat¨ªdicos d¨ªas 11, no todos sus nexos son tristes. Madrid, por ejemplo, tambi¨¦n tiene su Estatua de la Libertad. Es anterior, en casi treinta a?os, a la que alumbra con su llama Nueva York. Con sus dos metros de talla y su pedestal de cinco, mide veinte veces menos que aqu¨¦lla, pero no por eso es menos bella que la construida por Federico Augusto Bartholdi en 1884 como regalo de Francia a la ciudad del Hudson. La madrile?a dama-musa de la Libertad, que cost¨® 2.500 escudos, fue sufragada mediante una suscripci¨®n p¨²blica entre ciudadanos progresistas en 1853 y fue obra del escultor aragon¨¦s Ponciano Ponzano. Puede ser contemplada gratuitamente todos los d¨ªas, desde las diez a las ocho, en la calle de Juli¨¢n Gayarre, 3, que une la avenida de la Ciudad de Barcelona con el paseo de la Infanta Cristina.
Se encuentra en el claustro del Pante¨®n de Hombres Ilustres, donde esta diademada Libertad de m¨¢rmol se yergue sobre el cilindro de piedra de una cripta, edificada en 1855 y tra¨ªda en 1912 desde el cementerio de San Nicol¨¢s, donde se hallaba, a este recinto monumental cercano de la estaci¨®n de Atocha. Su c¨²pula met¨¢lica es rojiza y sus muros marm¨®reos, con franjas grises, todo de estilo ¨ªtalo-neobizantino.
El Pante¨®n, que data de comienzos del siglo XX, alberga en su interior los sepulcros de Pr¨¢xedes Mateo Sagasta, Jos¨¦ Canalejas, Antonio C¨¢novas del Castillo y otros pr¨®ceres del siglo anterior. Sus enterramientos fueron art¨ªsticamente ornamentados por escultores de la entidad de Mariano Benlliure, Agust¨ªn Querol o Arturo M¨¦lida, entre otros. Precisamente, para honrar a tres de los principales pol¨ªticos de aquella etapa, Agust¨ªn de Arg¨¹elles, Jos¨¦ Calatrava y Juan ?lvarez Mendiz¨¢bal, fue convocado por Pascual Madoz en 1853 un concurso para construir el t¨®mbolo cil¨ªndrico de piedra y la cripta sobre los que la madrile?a Estatua de la Libertad se alza, en un ¨¢ngulo del claustro rodeado de cipreses, setos de boj y flores.
La Libertad muestra una serena presencia, aplomado el porte y gr¨¢cil la figura, fija al horizonte la mirada, caracter¨ªsticas de la estatuaria mas¨®nica. Una gran diadema de la que irradian diez rayos solares -fueron doce; siete tiene su hija neoyorquina- toca su cabeza, que luce un gorro frigio hacia atr¨¢s. Mide, exactamente, "seis pies de Burgos", medida aquella vigente en la Espa?a del XIX y que hoy equivale a unos dos metros de estatura m¨¢s cinco de peana. Muestra el pecho semicubierto; la mano izquierda alza un cetro, y la derecha, aherroja un yugo. Los pr¨®ceres librepensadores que bajo ella yacen sepultados descansan junto a otros compa?eros suyos, Diego Mu?oz Torrero, Mart¨ªnez de la Rosa y Salustiano Ol¨®zaga.
El m¨¢rmol de Carrara en que fue esculpida lo puli¨® Tito Nicoli en la cantera italiana y, una vez trasladada en barco hasta Espa?a, fue labrado por el escultor Ponciano Ponzano, nacido en Zaragoza en 1813 y muerto en Madrid en 1877. Fue Ponzano quien ideara la figura de la diosa con mimo y m¨¦todo. Dispuso una estructura de hierro para soportar su hechura y tard¨® un par de a?os en verla sobre el t¨®mbolo de San Nicol¨¢s. En 1912, el monumento funerario en su conjunto fue desmontado y reedificado piedra a piedra en el recinto monumental de la calle del tenor Gayarre, que hoy administra Patrimonio Nacional y que entonces, a partir de 1902, fuera impulsado en su construcci¨®n por la regente Mar¨ªa Cristina de Habsburgo-Lorena.
Hijo de un conserje de la Academia de Bellas Artes de San Luis, en Zaragoza, el joven Ponciano descoll¨® desde ni?o como dibujante y pintor, no bien el escultor Jos¨¦ ?lvarez Cubells lo trajo a Madrid, en 1828, con apenas trece a?os. Salieron de sus manos grupos escult¨®ricos como el p¨®rtico de la iglesia de Los Jer¨®nimos, los leones de la entrada y el friso del front¨®n, del palacio de las Cortes. ?ste se denomina Espa?a abrazando la Constituci¨®n del Estado, y, entre sus figuras, la Justicia luce una diadema parecida, aunque m¨¢s peque?a que la que toca la cabeza de la Libertad en el t¨®mbolo de Hombres Ilustres.
Aida es estadounidense y visita el Pante¨®n con Jos¨¦ Luis, su compa?ero, oriundo de Cantabria. No reparaban en la Estatua de la Libertad madrile?a y se sorprenden cuando la contemplan: "?Pero si es muy parecida!", dicen. Aida procede de Palm Beach, "donde est¨¢ la NASA", subraya Jos¨¦ Luis. Cuando miran la estatua con detalle, descubren sus particularidades: "?sta de aqu¨ª tiene el pecho descubierto, y aqu¨¦lla de Nueva York va cubierta; la torch (antorcha) la lleva en la mano derecha, y ¨¦sta en la izquierda (es un cetro)". Y la espa?ola se apoya sobre un yugo roto, mientras la neoyorquina lo hace sobre unas cadenas. Al lado de su pie hay aqu¨ª un gatito, s¨ªmbolo de la vigilancia. "Pero la diadema, su planta y su belleza me recuerdan mucho a la de Nueva York", sonr¨ªe seducida Aida.
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