Catalu?a mestiza
Pasqual Maragall ha imprimido a su primera Diada como presidente de la Generalitat una especial solemnidad. La presencia de polic¨ªa auton¨®mica, tribuna de autoridades, un m¨¢stil de notables dimensiones en el que se iz¨® la senyera, y las actuaciones de cantantes ante miles de personas contribuyeron a dar peso al acto oficial de ayer, una idea que desde hace a?os albergaba el presidente catal¨¢n. A saber: dar protagonismo a las instituciones -Gobierno y Parlamento- contra quienes hasta ahora han permitido que sea ¨²nicamente la calle -o sea, los grupos radicales- quien lleve la voz cantante.
El desfile de delegaciones de partidos y de entidades ante la estatua de Rafael de Casanova, que fuera conseller en cap de Barcelona durante la Guerra de Sucesi¨®n espa?ola, ha sido aprovechada en los ¨²ltimos a?os por grupos minoritarios para silbar, abuchear, amenazar o lanzar objetos contra las representaciones que ese improvisado tribunal juzgara de insuficiente pedigr¨ª nacionalista. El m¨¢s perjudicado era el Partido Popular. Maragall, ya desde sus tiempos de jefe de la oposici¨®n socialista, hab¨ªa intentado frenar esos excesos, y ahora ha hallado la soluci¨®n con la celebraci¨®n del Parc de la Ciutadella, donde se cant¨® en castellano y la mayor parte de esas canciones -las de Serrat y Llach- se refer¨ªan a la integraci¨®n, a ese mestizaje que tanto irrita a los guardianes de las esencias nacionalistas de una Catalu?a que no existe m¨¢s que en sus mentes enfebrecidas.
La pluralidad de los actos -flamenco en la celebraci¨®n de la Diada en la madrile?a Residencia de Estudiantes- sintoniza tambi¨¦n con los vientos que dominan en el socialismo espa?ol. El Gobierno no quiso entrar el pasado viernes en la pol¨¦mica sobre la retirada de banderas espa?olas de algunos ayuntamientos catalanes, mientras los barones del PSOE discrepan p¨²blicamente sobre aspectos de la financiaci¨®n o c¨®mo negociarla. El Ejecutivo debe sustentar su autoridad en los argumentos y en el di¨¢logo, aunque la l¨®gica de las distintas din¨¢micas gubernamentales conduce a veces a divergencias sobre los ritmos y tambi¨¦n algunos objetivos. La pol¨ªtica debe poder respirar a pleno pulm¨®n despu¨¦s de los a?os en que ha estado sometida a restricciones, cuando pluralismo era sin¨®nimo de herej¨ªa y desde el poder se anatematizaba la discrepancia.
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