Ser fuertes y prudentes
Amigos estadounidenses: no hemos olvidado. Nunca nos olvidaremos. Todos sabemos d¨®nde est¨¢bamos en el momento en que nos enteramos del atentado contra las Torres Gemelas. Aquella solidaridad entre Europa y EE UU dur¨® aproximadamente tres meses, hasta la derrota de Al Qaeda en Afganist¨¢n. ?Pero d¨®nde est¨¢ ahora, tres a?os despu¨¦s del 11-S? No est¨¢ desaparecida para siempre, sino a la espera de reaparecer. Esperando a un EE UU que le permita reaparecer. El pa¨ªs que volvi¨® a mostrar su grandeza de coraz¨®n tras el 11-S. El que evoca Arthur Schlesinger. El pa¨ªs cuya esperanza m¨¢s reciente es un hombre algo acartonado pero maduro y con cualidades de estadista, John Kerry.
Una reciente encuesta internacional muestra que la mayor¨ªa del mundo desea abrumadoramente que gane Kerry. Si alg¨²n estadounidense piensa que ¨¦se es un factor en contra del candidato dem¨®crata, s¨®lo puedo explicarlo porque la conmoci¨®n de los atentados del 11-S le ha quitado el sano juicio. Y ¨¦se es un resultado que Osama Bin Laden, si todav¨ªa est¨¢ vivo, celebrar¨¢ de coraz¨®n en este aniversario.
El gran debate en Occidente es sobre los medios para derrotar al terrorismo
Reflexionar sobre las causas pol¨ªticas no significa ser d¨¦bil ni contemporizador
El gran debate que se desarrolla en Occidente no es sobre el fin, sino sobre los medios. No se trata de decidir si tenemos que derrotar la maldad humana que mostr¨® su rostro en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, en Madrid el 11 de marzo de 2004 y en la matanza de los inocentes de Besl¨¢n la semana pasada; se trata de decir c¨®mo. Como demuestra la carta de Arthur Schlesinger, el debate est¨¢ tan abierto entre unos estadounidenses y otros como entre los estadounidenses y los europeos. Tres a?os despu¨¦s, Occidente se divide, m¨¢s o menos, de esta forma: la mitad de los estadounidenses est¨¢ con las cuatro quintas partes de los europeos, contra aproximadamente una quinta parte de los europeos, que se alinea con la otra mitad de los estadounidenses. Y, en este caso, la mayor¨ªa tiene raz¨®n.
Ahora bien, como europeo, tengo que expresar una autocr¨ªtica seria. A veces no basta con ser listos, sutiles, cultos, tolerantes, razonables y comprensivos. A veces, para defender la tolerancia, la raz¨®n, la cultura y la comprensi¨®n, tenemos que ser fieros, militantes y hasta muy tercos. Tenemos que luchar. Porque nos enfrentamos a enemigos que aman la muerte y no se van a detener con argumentos razonables. Los luchadores europeos de la resistencia contra el fascismo y el comunismo lo comprendieron. Churchill lo comprendi¨®. Hoy, creo que lo comprenden m¨¢s en EE UU que en Europa.
La conducta del Gobierno de Bush en la guerra contra el terrorismo, en muchos aspectos, ha sido fuerte, una palabra que al presidente le encanta repetir y subrayar. Pero no ha sido prudente. El respaldo incondicional a Ariel Sharon en el conflicto palestino-israel¨ª y la guerra decidida por Washington contra Irak, con la excusa de buscar unas armas de destrucci¨®n masiva que no exist¨ªan y con una preparaci¨®n totalmente insuficiente para la ocupaci¨®n de la posguerra, son dos actuaciones insensatas que han indignado a la opini¨®n p¨²blica musulmana, han enfrentado a Europa con EE UU, han incrementado la amenaza terrorista y han logrado que exista m¨¢s sentimiento antiamericano que nunca.
Para ganar unidos esta lucha, como hicimos en dos guerras mundiales y la guerra fr¨ªa, necesitamos ser fuertes y prudentes. Es decir, reconocer que ¨¦sta es una guerra que no podemos ganar. Por supuesto que hace falta emplear la fuerza militar, pero el Gobierno de Bush tiene demasiada confianza en la contribuci¨®n que la abrumadora superioridad militar de EE UU puede hacer a la victoria. Como Washington tiene un martillo gigante, tiende a ver cada problema como si fuera un clavo. Por desgracia, el terrorismo no es un clavo; es m¨¢s una especie de hongo subterr¨¢neo, que se extiende de forma invisible y, de pronto, reaparece en un lugar diferente.
Me asusta la militarizaci¨®n de la ret¨®rica pol¨ªtica en EE UU en los ¨²ltimos tres a?os. Demasiadas veces, el pa¨ªs parece envuelto en una leyenda heroica de proezas marciales. Incluso con el placer de sentirse, no s¨®lo desafiantes, sino solos, como Gary Cooper en Solo ante el peligro. Pero en la vida real no est¨¢ mal contar con unos cuantos amigos.
El terrorismo nunca es justificable, pero muchas veces es explicable. Las explicaciones indican unas causas. La ¨²nica oportunidad que tenemos de ganar esta guerra es abordar las causas pol¨ªticas y econ¨®micas del terrorismo, adem¨¢s del problema en s¨ª. No existe un "terror" ni un "terrorismo". Existen terrorismos, y var¨ªan mucho de unos a otros. Lo que los terroristas chechenos les hicieron a los ni?os de Besl¨¢n fue uno de los actos m¨¢s crueles que cualquier ser humano pueda cometer contra otro. Pero ten¨ªa unas causas, y algunas se derivan de la brutalidad de la pol¨ªtica rusa respecto a Chechenia.
Pero reflexionar sobre las causas pol¨ªticas y ver c¨®mo pueden eliminarse no significa ser d¨¦bil ni contemporizador, como dicen los demagogos de la derecha estadounidense. No es m¨¢s que dar muestras de sentido com¨²n: el mismo sentido com¨²n que EE UU demostr¨® cuando promovi¨® las negociaciones con representantes del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo, el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional albano-macedonio y el IRA, grupos que hab¨ªan recurrido al terrorismo para alcanzar sus fines pol¨ªticos.
Del mismo modo, no hay nada que pueda justificar a los terroristas suicidas palestinos que matan a civiles israel¨ªes inocentes. Nada. Jam¨¢s. Pero sus acciones tienen causas, y, para ganar la guerra contra el terrorismo, debemos eliminar esas causas. Tenemos que ser fuertes, pero prudentes. Por ahora, Europa necesita algo m¨¢s de fuerza y EE UU algo m¨¢s de prudencia. As¨ª, pues, amigos estadounidenses, estamos juntos en esta empresa. No hemos olvidado; nunca nos olvidaremos. La solidaridad europea con EE UU tras los atentados del 11 de septiembre fue espont¨¢nea e inmensa. Y se desaprovech¨®, por culpa de los dos lados del Atl¨¢ntico. Tres a?os despu¨¦s, no estoy seguro de qui¨¦n est¨¢ venciendo en esta lucha para defender nuestras imperfectas pero adoradas libertades. Hemos tenido algunos triunfos, pero Bin Laden tambi¨¦n tendr¨¢ cosas que celebrar, sobre todo el hecho de haber provocado una reacci¨®n tan desmesurada, torpe y desastrosa de EE UU en Irak. Sin embargo, no tengo dudas de que, al final, ganaremos, si sabemos trabajar juntos y unir la fuerza y la prudencia. Mostradnos el rostro del otro EE UU, y estaremos a vuestro lado.
Timothy Garton Ash es historiador brit¨¢nico. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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