La hero¨ªna Lara Croft y las tecnolog¨ªas del futuro
VASIJAS DIEZMADAS por el dedo acusador del tiempo; momias de semblante horripilante y una mueca por sonrisa; ignotos tesoros celosamente guardados por insondables oc¨¦anos... El siglo XXI parece haber arrinconado aquellos viejos sue?os que colmar¨ªan de gozo a toda una legi¨®n de arque¨®logos. Vidas de leyenda que poco tienen que ver con los h¨¦roes y hero¨ªnas que Hollywood esboza en un sinf¨ªn de pel¨ªculas. Temerarios exploradores que no se arrugan ante el desaf¨ªo de recuperar el mism¨ªsimo Santo Grial (Indiana Jones y la ¨²ltima cruzada, 1989) o la legendaria caja de Pandora (Tomb Raider. La cuna de la vida, 2003). Arqueolog¨ªa contempor¨¢nea aderezada por enormes dosis de tecnolog¨ªa (y de imaginaci¨®n): sofisticados soportes inform¨¢ticos, revolucionarios veh¨ªculos y sistemas de comunicaci¨®n... Un futuro, si cabe, todav¨ªa m¨¢s tecnificado que nuestra sociedad.
Adivinar c¨®mo ser¨¢ la sociedad del futuro constituye una verdadera quimera. Pese a ello, hay quien no ha dudado en acu?ar un nombre, prospectiva, para referirse a tan arriesgada empresa. Incluso las mejores mentes del planeta no se ponen de acuerdo en definir el futuro. Por eso, la ¨²nica v¨ªa m¨¢s o menos veros¨ªmil de jugar a la prospectiva sea la de invocar aquellas tendencias que se?ala un mayor n¨²mero de especialistas.
El f¨ªsico norteamericano Michio Kaku ha publicado un estudio que recoge las opiniones de m¨¢s de 150 destacados cient¨ªficos, en un intento de prever el desarrollo tecnol¨®gico de la humanidad en las pr¨®ximas d¨¦cadas. En Visiones, Kaku imagina un futuro inmediato caracterizado por tres revoluciones tecnocient¨ªficas: la inform¨¢tica, la biogen¨¦tica y la revoluci¨®n cu¨¢ntica. En opini¨®n de Kaku y de decenas de otros especialistas, nos aguarda un apabullante futuro cibern¨¦tico, en el que los modernos microprocesadores ser¨¢n sustituidos por avanzados ordenadores biol¨®gicos y cu¨¢nticos.
Desde la invenci¨®n del transistor en 1948, la humanidad ha asistido a un verdadero despliegue tecnol¨®gico, con sucesivas generaciones de ordenadores, cada vez m¨¢s potentes y m¨¢s peque?os. En inform¨¢tica existe cierto enunciado que sostiene que la potencia de c¨¢lculo de los ordenadores se duplica aproximadamente cada 18 meses (ley de Moore, enunciada por Gordon Moore, cofundador de Intel en 1965).
Algunas previsiones auguran que hacia el 2020, el tama?o de los microchips habr¨¢ alcanzado pr¨¢cticamente dimensiones moleculares. Ser¨¢ posiblemente el fin de la era del silicio, dado que a tales escalas, los efectos cu¨¢nticos empiezan a ser importantes. Ser¨¢ el momento de los ordenadores moleculares y cu¨¢nticos (que los m¨¢s optimistas sit¨²an entre 2020 y 2050). Un futuro que, como puede verse, estar¨¢ dominado por una sinergia entre disciplinas, en contraposici¨®n al enfoque reduccionista de la ciencia del siglo XX.
La estrategia, seg¨²n diversos especialistas, pasar¨¢ por hacer encajar al ordenador en el entorno humano, en lugar de forzar a los humanos a adaptarse a ellos. As¨ª, se habla de ordenadores invisibles, peque?os (algunos, incluso desechables) y omnipresentes. Algo que ha empezado ya a bautizarse como inform¨¢tica ubicua.
En esta era, lejos de los modelos del pasado (del superordenador central, ¨²nico, voluminoso e inaccesible, se ha pasado al ordenador personal), se aboga por un elevado n¨²mero de ordenadores, muy superior al de humanos (se habla ya de unos 100 ordenadores por persona para el a?o 2020).
Algunas estrategias planteadas intentan aprovechar espacios in¨²tiles a nuestro alrededor, para ubicar tama?a legi¨®n de min¨²sculos microchips: desde zapatos (han le¨ªdo bien: el futuro aguarda tambi¨¦n a intr¨¦pidos superagentes Maxwell Smart y sus zapat¨®fonos) hasta las gafas, cuyos primeros prototipos, desarrollados en el Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts (MIT, Estados Unidos) son ya una realidad.
Se trata de aparatos que nada tienen que envidiar al que exhibe la intr¨¦pida arque¨®loga Lara Croft en la segunda entrega de sus aventuras (Tomb Raider. La cuna de la vida, 2003). Claro que mirar a una min¨²scula pantalla adosada a unas gafas parece una tarea ¨ªmproba por la incomodidad de enfocar un objeto tan cercano. Traten de imagin¨¢rselo, si llevan gafas, y evitando farolas y transe¨²ntes.
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