Salvadores
Ya lo dijo Amen¨¢bar antes de que su ¨²ltima pel¨ªcula saltara a las carteleras: "no he pretendido hacer apolog¨ªa de nada, se trata de una simple reflexi¨®n sobre la vida". Pues bien, a pesar de la advertencia, ya hay unos cuantos salvadores de conciencias y de almas que han encontrado la fisura, el punto g del asunto, y andan por ah¨ª pregonando que Mar adentro es precisamente una "apolog¨ªa sentimental de la eutanasia", una burda manipulaci¨®n de la realidad para promocionar la muerte voluntaria o el suicidio.
Siempre hay espont¨¢neos que se obstinan en buscar el lado oscuro y perverso de las cosas. Esto me recuerda a aquella anciana que llam¨®, presa de espanto, al 091 para que se personaran en su vivienda con toda celeridad. Frente al balc¨®n de la vieja, un joven paseaba al parecer desnudo por su terraza mientras tend¨ªa la ropa y regaba los geranios. "?Perdone, se?ora!", insinu¨® uno de los polic¨ªas, "?a ese joven apenas se le ve la cabeza y el cuello, comprenda que el murete de ladrillo es demasiado alto para saber si est¨¢ vestido o no!". "?Pero ser¨¢ insensato!", respondi¨® la anciana visiblemente excitada, "?suba, s¨²base usted a lo alto de ese armario y le ver¨¢ todas las verg¨¹enzas!".
La Asociaci¨®n de M¨¦dicos Cristianos de Catalu?a y la de Estudios Bio¨¦ticos ya han condenado la obra de Alejandro Amen¨¢bar. Tambi¨¦n estos d¨ªas, la organizaci¨®n Hazteoir anda recogiendo firmas para exigir que se asignen playas familiares en las que est¨¦ prohibida la pr¨¢ctica del top less, es decir, la exhibici¨®n de tetas. El colectivo afirma que tal pr¨¢ctica viola el decoro y el respeto a los dem¨¢s, atenta contra la infancia y contradice los preceptos de la Constituci¨®n. Son voces que han de hacerse o¨ªr en el variopinto suelo patrio para recordarnos, quiz¨¢, que a¨²n quedan salvadores que velan por nosotros. Hace casi setenta a?os, un colectivo de militares hizo lo propio en el norte de ?frica y organiz¨® el alzamiento contra la Rep¨²blica. As¨ª nos fue.
Es bueno que el tema de la eutanasia salga de nuevo a debate; tambi¨¦n recordar que la perversi¨®n no est¨¢ en un par de tetas sino en la mente de quien mira mal. Y para eso, cr¨¦anme, no hacen falta salvadores.
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