?Investigar la paranoia?

Finalmente comparecer¨¢ Aznar, y tambi¨¦n el ex secretario de Estado de Seguridad Astarloa, pero no habr¨¢ en la comisi¨®n del 11-M el desfile de confidentes (presuntos delincuentes) que pretend¨ªa el PP. La convocatoria de Aznar provoc¨® de inmediato r¨¦plicas en cascada de Rajoy y Zaplana exigiendo al presidente Rodr¨ªguez Zapatero que acuda a explicar lo que hizo el PSOE y ¨¦l mismo entre el 11 y el 14 de marzo (d¨ªa de las elecciones). Todo ello en un clima de exasperaci¨®n ante su propio aislamiento parlamentario. Por lo dem¨¢s, la lista presentada por el PP m¨¢s bien indica que la paranoia particular de algunas personas est¨¢ prendiendo en ese partido.

Nunca fue cierto que Aznar no tuviera nada que aportar, como dijeron algunos socialistas, pero resultaba defendible la idea de que era conveniente evitar el precedente de un ex presidente llamado a declarar ante una comisi¨®n de investigaci¨®n. Lo que Aznar puede y debe explicar es precisamente sus decisiones personales -demasiado personales- en relaci¨®n a la respuesta pol¨ªtica a los atentados: por qu¨¦ rechaz¨® la posibilidad que se le sugiri¨® de convocar el Pacto Antiterrorista, o una reuni¨®n de todos los partidos democr¨¢ticos para hacer una declaraci¨®n y una convocatoria conjunta a la manifestaci¨®n del d¨ªa 12.

Tambi¨¦n contribuir¨ªa a acercar a la comisi¨®n a sus objetivos iniciales -y cuadrar¨ªa con lo que cabe esperar de un ex presidente del Gobierno- que Aznar ofreciera sus reflexiones sobre los errores (subestimaci¨®n del terrorismo isl¨¢mico, etc¨¦tera) que ¨¦l mismo reconoce en su libro. La comisi¨®n creada en EE UU sobre el 11-S se marc¨® tres objetivos: ?por qu¨¦ ocurri¨®?, ?por qu¨¦ nos cogi¨® desprevenidos?, ?c¨®mo evitar que se repita? De acuerdo con ese planteamiento, la comisi¨®n ni siquiera entr¨® a discutir las teor¨ªas estramb¨®ticas que circularon sobre el origen de los atentados (conspiraci¨®n israel¨ª, etc¨¦tera)

Aqu¨ª, partiendo de la hip¨®tesis de la autor¨ªa de ETA, refutada por los hechos, se ha producido un deslizamiento hacia diversas conspiraciones: colaboraci¨®n de los islamistas con ETA, o con sectores de la polic¨ªa o la Guardia Civil, o con los servicios secretos marroqu¨ªes, o de todos ellos a la vez, cruzando datos circunstanciales para meterlos a martillazos en un esquema previo de sospecha universal. La investigaci¨®n judicial (y la policial encargada por los jueces) tendr¨ªa que verificar cualquier indicio que apareciera; pero ya es bastante delicado el funcionamiento en paralelo de la investigaci¨®n judicial y la parlamentaria para pretender convertir a esta ¨²ltima en un tribunal con jurisdicci¨®n mundial. O en un div¨¢n: la paranoia es una forma de delirio que hace ver por todas partes indicios de una implacable persecuci¨®n.

Las declaraciones de ayer de Rajoy pueden considerarse la proyecci¨®n pol¨ªtica de ese delirio: la b¨²squeda de razones diferentes a la voluntad de los electores para la derrota del PP. Es decir, el intento de deslegitimar taimadamente la victoria de Zapatero. Que hubiera errores circunstanciales de algunos medios o que sean criticables -como lo critic¨® el editorial de este peri¨®dico del 14-M-los gritos de los manifestantes ante las sedes del PP en la jornada de reflexi¨®n no significa que los votantes, miles de ellos, fueran manipulados, como sigue tratando de autoconvencerse el PP. Simplemente ocurri¨® que decidieron votar. Y eso no lo puede cambiar ninguna teor¨ªa conspiratoria.