Besl¨¢n, la moral y la pol¨ªtica
Quienes viven el fin del mundo no lo ven, quienes lo ven no lo viven todav¨ªa, pero est¨¢n condenados a meditar, a pesar de s¨ª mismos, al borde del abismo. Un ni?o cubierto con una gorra demasiado grande y una estrella amarilla sobre el pecho saca las manos por un orificio en el gueto de Varsovia; una ni?a vietnamita, en llamas, huye del napalm que la asedia; unas siluetas lejanas pero claramente humanas se arrojan desde las torres de Manhattan. Hoy, unos chiquillos ensangrentados y despavoridos, en ropa interior, se escapan entre los disparos del gimnasio de Besl¨¢n. Todos ellos, testigos del abismo que me perseguir¨¢n hasta la tumba. Hace ya 10 a?os que predije un gran desastre si continuaba la guerra sucia en Chechenia. Los ni?os muertos de Besl¨¢n me han dejado inconsolable, espantado, desarmado, como a todos, tras descubrir, en la mirada desorbitada de un reh¨¦n, que lo imposible es posible.
No hay que rehuir estas im¨¢genes. Son prof¨¦ticas. El dispositivo apocal¨ªptico que atrap¨® nuestra mirada el 3 de septiembre de 2004 es un presagio de futuro. Un futuro abominable. Como un cohete mal¨¦fico de tres fases, dirigido no s¨®lo contra el C¨¢ucaso y Rusia, sino contra toda Europa. 1. Besl¨¢n constituye la toma de rehenes m¨¢s demencial de la historia. Por la cantidad de v¨ªctimas y, sobre todo, por la absoluta crueldad que manifiesta. El que cuelga bombas en guirnaldas por encima de cientos de ni?os les amenaza de muerte si lloran, les obliga a beberse su pis, no retrocede ante nada. Menos que nada, ante el infierno. Hoy, una escuela secuestrada, ma?ana, ?una central nuclear hecha pedazos? ?Por qu¨¦ no? A esos terroristas no les preocupa la muerte, ni la ajena ni la propia. No hay que especular sobre sus motivos terrenales o divinos, hay que juzgarles por sus actos: esos asesinos de ni?os son lo peor, enemigos de la humanidad, un hampa que disfruta con la sensaci¨®n "viva y deliciosamente perversa" de la sangre derramada, como dice Varlam Chalamov (tras 20 a?os en el Gulag). La figura primordial del caos.
?Qui¨¦n formaba el grupo de asesinos? "Los chechenos", dijeron las autoridades rusas antes de haber visto a ninguno. Dos d¨ªas despu¨¦s, Sergu¨¦i Ivanov, ministro de Defensa de Putin, respond¨ªa: "Ni un solo checheno en el grupo". Poco cre¨ªble. "Diez ¨¢rabes", "un negro", "un coreano", "georgianos", "t¨¢rtaros", "kazajos", anunciaron distintos funcionarios, sin m¨¢s pruebas. Aushev, antiguo presidente de Ingushetia -depuesto por Putin-, la ¨²nica persona que tuvo el valor de entrar en la escuela para parlamentar, sin ning¨²n mandato, con los enmascarados que reten¨ªan a los rehenes, vio un grupo multi¨¦tnico de ingushes, osetios, eslavos (?rusos?, ?ucranianos?). Es decir, el grupo no estaba especialmente formado por chechenos ni era representativo de la poblaci¨®n. El presidente independentista Masj¨¢dov se apresur¨® a condenarles de forma absoluta y pidi¨® una investigaci¨®n internacional. Incluso el criminal Bas¨¢yev, que ha reivindicado otras tomas masivas de rehenes, neg¨® su participaci¨®n. Putin acus¨® al "terrorismo internacional", no pronunci¨® la palabra "Chechenia"; reclam¨® la solidaridad mundial, pero rechaz¨® cualquier ayuda internacional en la investigaci¨®n. Incluso la oferta de Interpol. ?Lo sabremos todo alg¨²n d¨ªa? La cortina de humo es densa. Por un lado, Putin incluso se permiti¨® el lujo y el cinismo de presumir del hero¨ªsmo de Chechenia ante un abanico de expertos extranjeros: "No hay parcela de nuestra tierra que tenga tantos h¨¦roes".
Por otro, paralelamente, el Kremlin puso precio a la cabeza de Masj¨¢dov y no perdi¨® la ocasi¨®n de estigmatizar a toda una poblaci¨®n. Un pueblo que sufre el exterminio desde hace 10 a?os, transformado en pueblo exterminador. Algunos chechenos entre los responsables, seguramente s¨ª; los chechenos, no.
2. Frente a este comando nihilista, al que nada ni nadie puede disculpar ni comprender -desde luego, no yo-, est¨¢ el otro elemento del caos, Putin con sus "fuerzas del orden", que "liberaron" un gimnasio atestado de ni?os a base de metralletas y lanzallamas. No hizo falta una decisi¨®n expl¨ªcita para emprender el asalto, bast¨® con excluir, desde el principio, cualquier intento de agotar, dividir y aislar a los secuestradores: "La negociaci¨®n es una confesi¨®n de debilidad", dijo Putin. La chispa salt¨® por casualidad: ?tal vez, una bomba que estall¨®? ?Unos padres desesperados que corrieron a rescatar a sus hijos con sus trabucos? Los spetnaz, armados hasta los dientes, se precipitaron por la brecha abierta mientras disparaban a lo loco. Este desprecio por el "material humano" -hoy los ni?os, ayer los espectadores gaseados en el Dubrovka- es un legado brutal y constante de los zares y Stalin. La fuerza debe permanecer en el poder.
En 1999, cuando Putin invadi¨® Chechenia, pretendi¨® que se enfrentaba a 2.000 terroristas. Lanz¨® sus bombarderos, sus carros y 100.000 soldados al asalto de un pa¨ªs del tama?o de Ile-de-France y una poblaci¨®n de apenas un mill¨®n de personas. Arras¨® Grozni (400.000 habitantes). Si semejante carnicer¨ªa equivale a "lucha antiterrorista", hay que preguntarse por qu¨¦ los ingleses no destruyeron Belfast, los espa?oles Bilbao, ni los franceses Argel para encontrar a Ali La Pointe y sus comparsas. El salvajismo del KGB estuvo presente en Besl¨¢n, igual que en toda Chechenia. "Quien fue chequista, siempre lo ser¨¢", es el credo del se?or actual del Kremlin. La Checa era la Gestapo sovi¨¦tica, el antecedente del KGB, padre, a su vez, del FSB [los actuales servicios rusos de seguridad].
3. Nosotros somos part¨ªcipes de este desastre. Ning¨²n Gobierno occidental se ha atrevido a poner en tela de juicio el historial de un bombero pir¨®mano que, en cinco a?os de guerra, a base de incendiar casas, pueblos y ciudades, no ha logrado "cargarse a los terroristas hasta en las letrinas", sino extender el caos al C¨¢ucaso. Europa y Estados Unidos le dan carta blanca y se disputan su amistad. Un asombroso abandono de la inteligencia.
Recordemos que, a prop¨®sito de Irak, se han enfrentado "dos visiones del mundo". Par¨ªs y "el bando de la paz" afirman que el terrorismo es hijode la guerra, y que es preciso evitar esta ¨²ltima como sea. Washington y sus aliados proclaman que la causa del terrorismo es la opresi¨®n y la libertad es la madre de la paz, por lo que puede ser necesaria una guerra para defenderla. Nadie ignora que la poblaci¨®n chechena ha perdido a la cuarta o quinta parte de sus habitantes. Para quien carezca de imaginaci¨®n, digamos que, en Francia, el equivalente ser¨ªa la desaparici¨®n de entre 10 y 15 millones de personas. Chechenia padece la peor guerra de las que se desarrollan hoy en el mundo: 40.000 ni?os muertos sin im¨¢genes, en medio de la noche y la niebla. La m¨¢s espantosa arbitrariedad gobierna, a puerta cerrada, lo que la periodista rusa Anna Politkovskaia llama "un campo de concentraci¨®n al aire libre", es decir, un pa¨ªs entero totalmente controlado y prohibido a las c¨¢maras, en el que s¨®lo entran unos cuantos periodistas verdaderamente valientes.
Ser¨ªa una buena ocasi¨®n para que nuestras "dos visiones del mundo" afinaran sus violines e hicieran honor a los principios que dicen defender: el calvario de Chechenia cumple los dos criterios. La rebeli¨®n fue creada por tres siglos de opresi¨®n. La brutalidad de la ¨²ltima guerra favorece el terrorismo. Es absolutamente urgente contener a Putin para explicarle que su guerra -seg¨²n Par¨ªs- y su terror -seg¨²n Washington- engendran el caos nihilista. Pero no. Los grandes principios yacen olvidados. La pol¨ªtica del avestruz triunfa, y los poderosos del mundo, con la cabeza en la arena, no ven venir los acontecimientos.
?Tan pronto se han olvidado de la situaci¨®n afgana? Durante 10 a?os, el ej¨¦rcito ruso, entonces "rojo", ejerci¨® su talento destructivo en Afganist¨¢n: territorio asolado, pueblo diezmado, descomposici¨®n de las estructuras sociales, mentales y morales; en el caos se establecieron los m¨¢s criminales, los m¨¢s fan¨¢ticos, y de ah¨ª salieron los talibanes, Bin Laden y Manhattan en llamas. Occidente, ciego, hab¨ªa abandonado al comandante Masud, enemigo de los sovi¨¦ticos y, despu¨¦s, de los integristas. El error se comprendi¨® demasiado tarde. Se hizo de ¨¦l un s¨ªmbolo... despu¨¦s de muerto. En Chechenia existe un jefe independentista moderado: Aslan Masj¨¢dov ha condenado siempre los atentados contra la poblaci¨®n civil. En Besl¨¢n, desde el primer momento, proclam¨® que estaba horrorizado por aquel crimen y ofreci¨® sus servicios, pero las autoridades rusas prefirieron el asalto a la mediaci¨®n. Igual que Masud, Masj¨¢dov es un buen estratega, capaz de vencer al plet¨®rico ej¨¦rcito ruso en 1996. Igual que Masud, es un h¨¦roe para su pueblo. Igual que Masud, no es ning¨²n santo, durante un tiempo cometi¨® el error de pactar con sus extremistas, en nombre de la unidad nacional contra el ocupante. Ahora bien, igual que Masud en Afganist¨¢n, en Chechenia ¨¦l es el ¨²nico aliado de nuestras democracias. Con ¨¦l, que fue elegido presidente con el 67% de los votos, bajo la supervisi¨®n de la OSCE, es con quien hay que negociar una paz antiterrorista. Hace dos a?os propuso un plan: alto el fuego, desarme de las milicias independentistas, retirada de las fuerzas rusas, fuerza de observaci¨®n internacional y abandono provisional de la reivindicaci¨®n de independencia. Sin su ayuda no hay salida. Las otras opciones son la vertiente rusa -el exterminio- o la vertiente chechena: la extensi¨®n del nihilismo.
?C¨®mo explicar la irresponsabilidad de nuestros responsables? Los Gobiernos democr¨¢ticos no pueden asumir sobre su conciencia la criminalizaci¨®n racista de toda una naci¨®n; todos los chechenos=asesinos de ni?os=Bin Laden. ?Saben ellos algo de su dolor cotidiano, las torturas, el horror de los haces humanos, los campos de filtraci¨®n, las desapariciones, las cazas del hombre y el comercio de cad¨¢veres? S¨ª. Lo saben. ?Son tan cr¨¦dulos como para disculpar a Putin y tragarse que la paz y la "normalizaci¨®n" reinan en el C¨¢ucaso? ?Acaso no saben que de un Chern¨®bil deliberado no se salvar¨ªa nadie? No puedo creer que haya tanta estupidez entre los pr¨ªncipes que nos representan. Es de suponer que han confiado la defensa de nuestra seguridad al aprendiz de brujo del Kremlin. ?Esperan -quiz¨¢ sin reconocerlo- que extermine a los chechenos antes de que los supervivientes hagan un pacto con el diablo nihilista? Una apuesta semejante en una guerra sin fin es de una inmoralidad extraordinaria y, sobre todo, constituye una aberraci¨®n pol¨ªtica. Despu¨¦s de tantas matanzas, y a la oscura luz de Besl¨¢n, el balance guerrero de Putin habla por s¨ª mismo: es el de un carnicero ca¨®tico, un fabricante de apocalipsis. Ha llegado el momento, ahora que Masj¨¢dov est¨¢ todav¨ªa vivo, de llamar a Putin al orden e invitarle p¨²blicamente a cambiar de m¨¦todo.
Desde hace 10 a?os, nuestros dirigentes desprecian las indignaciones "morales". Desde hace 10 a?os, dicen que son real-pol¨ªticos, unos pol¨ªticos realistas: el mundo no deja de girar por Grozni, evitemos ofender a la gigantesca Rusia, dejemos a los iluminados su "moralina" de impotentes. Perd¨®nenme, pero, sin principios ¨¦ticos no existe pol¨ªtica a largo plazo. La moral y la pol¨ªtica no est¨¢n disociadas, como piensan los maquiavelos de pacotilla. La "pol¨ªtica" de los Airbus y los hidrocarburos, la "pol¨ªtica" de los halagos, la "pol¨ªtica" de "me importa un bledo que exterminen a un pueblo", acaban llevando a Besl¨¢n. Eso no es pol¨ªtica, es ceguera.
El "alma bella" de la que se burlan ellos y que yo hago m¨ªa, por haber combatido -con unos cuantos amigos- los fascismos negros, rojos y verdes; por haber apoyado, cuando les persegu¨ªan, a Solzhenitsin, Sajarov, Havel, Masud, los boat people, los sitiados de Dobrovnik y Sarajevo, los expulsados de K¨®sovo, los degollados de Argelia, todos esos "impotentes" por los que los "realistas" no daban un c¨¦ntimo, mi pat¨¦tica "alma bella" os dice que no se elimina a un pueblo del mapa impunemente, aunque sea un pueblo irrisoriamente peque?o en relaci¨®n con nuestras grandes naciones.
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