El alba?al

El Defensor del Oyente y del Telespectador de la Radio y la Televisi¨®n P¨²blicas de Andaluc¨ªa (el DOTRTPA, como quien dice, en el caso de que estas siglas puedan ser pronunciadas por alguien que no venga de alguna zona remota del espacio interestelar), satisfac¨ªa con otra pregunta la pregunta de un entrevistador: "Cuando se habla de telebasura, siempre hay un problema de definici¨®n: ?qui¨¦n decide d¨®nde empieza y d¨®nde acaba?". S¨ª, desde luego. ?se es el problema intr¨ªnseco de toda definici¨®n: que puede resultar indefinida, sobre todo si uno se levanta con talante sof¨ªstico. Ocurre lo mismo, por ejemplo, con la definici¨®n que el diccionario de la Academia ofrece de la palabra "alba?al", a saber: "Canal o conducto que da salida a las aguas inmundas". ?Qui¨¦n decide el grado en que un agua adquiere la condici¨®n de inmunda? ?Resultar¨ªa inmunda una botella de agua de Lanjar¨®n con un calcet¨ªn dentro para un hind¨² acostumbrado a ba?arse en el Ganges? He ah¨ª un problema de definici¨®n indudable y tal vez irresoluble, sin duda porque la inmundicia resulta ser un concepto oscilante.

De todas formas, me arriesgar¨ªa yo a recoger el guante de la pregunta del DOTRTPA, con el ¨¢nimo de arrimar un poco el hombro en la tarea de definici¨®n de la indefinida telebasura. Y, hombre, no s¨¦, digamos que un documental sobre la sexualidad de los escarabajos australianos puede ser una experiencia tediosa para cualquier espectador que no tenga un inter¨¦s concreto en ese asunto, pero ser¨ªa una injusticia calificarlo de telebasura, por m¨¢s que los escarabajos parezcan llevar un disfraz de sadomasoquista, todo negro y con pinchos. Ahora bien, si en una tertulia de sobremesa un ex concursante de Gran hermano 2 le dice a una ex concursante de Gran Hermano 5 : "T¨² eres una golfa y una guarra", y la otra le replica: "Y tu madre es una puta" (no invento nada: transcribo), creo, no estoy seguro, que empezamos a acercarnos un poco no a la definici¨®n de telebasura, pero s¨ª desde luego a una demostraci¨®n pr¨¢ctica de lo que dicho concepto pudiera abarcar alg¨²n d¨ªa, cuando un comit¨¦ de sem¨¢nticos profesionales se decida a emprender la definici¨®n de lo que por ahora -si hemos de hacer caso al DOTRTPA- es s¨®lo una palabra hueca, sin sentido concreto: una entelequia verbal sujeta a interpretaciones interesadas y contradictorias.

Es cierto que todo lo relacionado con la basura admite matices: para usted y para m¨ª, un paquete de pan Bimbo caducado es basura; en cualquier aldea de Ruanda, en cambio, ser¨ªa un motivo para organizar una fiesta, con danzas rituales incluidas.

Hay programas de televisi¨®n anodinos, cutres, ramplones, esencialmente idiotas, chabacanos y casposos, y a veces todo eso junto, pero tal vez ser¨ªa injusto calificarlos como telebasura: son lo que son; es decir, tonter¨ªas inocentes, al menos en la medida en que la promoci¨®n de la tonter¨ªa merece la presunci¨®n de inocencia. Ahora bien, hay otros programas que fomentan la mezquindad, la injuria, la matoner¨ªa, la delaci¨®n, la calumnia, la difamaci¨®n regocijada, la suposici¨®n mal¨¦vola, la falacia orgullosa de s¨ª misma, la maledicencia impune. No pretendo hacer una apreciaci¨®n moral: es s¨®lo la descripci¨®n de un s¨ªntoma sociol¨®gico. Y ya veremos.