Diplomacia en la era Clinton
La lectura de las memorias de quien fuera secretaria de Estado con Clinton invita a reflexionar antes que nada desde una perspectiva actual. La pol¨ªtica exterior de Bush ha sido en parte ideol¨®gica pero tambi¨¦n reactiva en contra de la de su predecesor. Adem¨¢s, de alguna manera, recordando lo que sucedi¨® aquellos a?os se puede tener una prefiguraci¨®n de lo que podr¨ªa ser la alternativa a partir de finales del presente a?o.
Albright no es una personalidad banal. Nacida en la antigua Checoslovaquia, a los 39 a?os no hab¨ªa ocupado ning¨²n puesto gubernamental ni ejercido profesi¨®n alguna. Formaba parte de una generaci¨®n femenina que todav¨ªa no ten¨ªa la certeza de combinar bien la vida laboral y la maternal. El divorcio le hizo dedicarse a la pol¨ªtica y a la Universidad. Escal¨® con rapidez las cumbres de la pol¨ªtica dem¨®crata: como embajadora en la ONU, primero, y primera mujer secretaria de Estado, m¨¢s tarde. Su testimonio, aparte del de Clinton, proporciona la visi¨®n m¨¢s cercana de la pol¨ªtica exterior de aquellos a?os.
MEMORIAS
Madeleine Albright
Traducci¨®n de Carmen Aguilar
Planeta. Barcelona, 2004
600 p¨¢ginas. 26 euros
Antes de aludir a la serie sucesiva de crisis merece la pena resumir sus planteamientos fundamentales. Como para todos, para los dem¨®cratas norteamericanos el nuevo desorden mundial result¨® imprevisible, sobre todo su barbarie ciega. Frente a esta caracter¨ªstica no hay remedio claro en el horizonte. La ONU aparece descrita por Albright como un sereno nocturno capaz de hacer sonar la alarma, pero no de poner orden. Para esto ¨²ltimo, seg¨²n el propio Clinton, Estados Unidos es "un pa¨ªs indispensable". Francia y los pa¨ªses iberoamericanos suelen poner adversativas a su acci¨®n pero s¨®lo una parte est¨¢n justificadas; otras resultan negativas o inviables. Lo que los dem¨®cratas trataron de llevar a cabo fue un "multilateralismo autoritario", es decir, contar con el m¨¢ximo de apoyos posible pero se?alar una decisi¨®n propia y emplear los medios oportunos. En ocasiones los militares norteamericanos (Colin Powell era jefe del Estado Mayor) eran los m¨¢s reacios a la injerencia en otras latitudes. Pero toda la pol¨ªtica exterior de Clinton fue la ant¨ªtesis de la de Chamberlain, el ap¨®stol del "apaciguamiento" en los a?os treinta: evitar "ri?as en un pa¨ªs remoto entre pueblos de quienes no sabemos nada".
Ahora bien, esta injerencia se vio acompa?ada por dudas, fracasos parciales, falta de habilidad y errores monumentales al lado de triunfos indudables. En Somalia se obtuvieron resultados mejores de los que se suele admitir: hubo muertos norteamericanos pero volvi¨® a hacerse posible la intervenci¨®n de la ONU. En Ruanda la intervenci¨®n fue demasiado tard¨ªa con las desastrosas consecuencias conocidas. Yugoslavia demostr¨® que la barbarie pod¨ªa aparecer sorprendentemente en el Viejo Continente pero tambi¨¦n que pod¨ªa ser detenida con una injerencia militar aun puramente a¨¦rea. Fue tambi¨¦n la prueba de que una pol¨ªtica de medias tintas y bravuconer¨ªa nunca son suficientes para detener a un Milosevic. Hait¨ª dio testimonio de las dificultades de una intervenci¨®n que en el fondo todo el mundo deseaba. Irak produjo agudos dolores de cabeza pero nunca se pens¨® en la invasi¨®n porque no hab¨ªa aliados suficientes. Se pas¨®, eso s¨ª, a una "contenci¨®n positiva" consistente en se?alar como objetivo el derribo de aquel r¨¦gimen. Respecto de Cuba tuvo lugar una cierta apertura que permiti¨® que llegaran alimentos, medicinas y remesas de los emigrantes a pesar de que Castro hab¨ªa derribado avionetas desarmadas de los emigrados que s¨®lo hac¨ªan propaganda. Con respecto al problema de Palestina e Israel, la Administraci¨®n de Clinton todav¨ªa tiene el m¨¦rito de haber hecho todo lo posible y parte de lo imposible para lograr un acuerdo estableciendo su primac¨ªa absoluta para pacificar Oriente Pr¨®ximo. Los palestinos hubieran conseguido casi todo, excepto el regreso de los expulsados. No hubo una pol¨ªtica antiterrorista nueva pero tampoco existi¨® con Bush hasta el 11-S.
Esta panor¨¢mica contrasta con lo sucedido durante la Administraci¨®n de Bush. El multilateralismo fue sustituido por el unilateralismo; incluso se puede decir que se abandon¨® la diplomacia para emplear de forma primordial la acci¨®n militar. Vino una oleada de ideolog¨ªa que pretend¨ªa que la utilizaci¨®n de la fuerza pod¨ªa lograr el milagro de la implantaci¨®n de la democracia inmediata en pa¨ªses que carec¨ªan de ra¨ªces culturales que la hicieran posible. Se acumularon los informes superficiales cuando no manifiestamente fraudulentos acerca de los peligros procedentes de Irak. Se hizo un diagn¨®stico por completo err¨®neo del terrorismo isl¨¢mico. Y la cuesti¨®n palestina parec¨ªa, de pronto, demasiado enrevesada cuando era, en verdad, la decisiva.
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