El abandono del Dios de hoy

La "nueva mitolog¨ªa" es ya un tanto vieja. Se trata de un concepto program¨¢tico que el primer romanticismo alem¨¢n enfrent¨® a la aridez anal¨ªtica de la raz¨®n ilustrada, cuya labor disolvente del mito, es decir, de un contexto de fundamentaci¨®n de la realidad social en lo sagrado, de una vinculaci¨®n suprema de coherencia para el ser humano, provoc¨® crisis de legitimaci¨®n (social y pol¨ªtica), de sentido (religioso y filos¨®fico), de convivencia, de valores, etc¨¦tera. Crisis que a¨²n arrastramos. Provoc¨® general insatisfacci¨®n, melancol¨ªa, hipocondr¨ªa, depresi¨®n -ya lo dicen entonces- frente a la maquinaria del Estado y sociedad burgueses, frente a los alborozos, en general, de la m¨¢quina de la raz¨®n, "abandonada a s¨ª misma" (Schelling): algo as¨ª como un molino gigante que se moliera a s¨ª mismo, sin una finalidad superior, dice Novalis.

Frente a esa maquinaria vac¨ªa, incompatible en definitiva con la misma idea pregonada de libertad humana, se programa -al programar ya, por primera vez, el sistema del idealismo alem¨¢n, en 1796- una nueva mitolog¨ªa que d¨¦ cierto sentido trascendente a las cosas. Una mitolog¨ªa, desde luego, ya al servicio de las ideas. Una mitolog¨ªa de la raz¨®n. No esencialmente antiilustrada, pues. Algo as¨ª como una mitolog¨ªa profana, no planteable en la peligrosa instancia de lo real, sino s¨®lo en un orden simb¨®lico y comunicativo. Desde hace, pues, doscientos a?os, y m¨¢s, estamos en la misma crisis que estamos, buscando un punto sagrado de legitimaci¨®n y cohesi¨®n social, de unidad de sentir y solidaridad de vida. Punto perdido entonces, al que se han dado muchas nuevas formas mientras tanto, todas ellas suced¨¢neos del dios muerto, o de los dioses desaparecidos y llorados de H?lderlin.

Las buenas: fundan su utilizaci¨®n del mito -desde un orden simb¨®lico y comunicativo- sobre la idea de una comunidad de comunicaci¨®n libre, de pretensi¨®n universal, sobre la racionalidad del consenso, sobre una "simb¨®lica general" como posibilidad universal de di¨¢logo, tal como fue so?ada -parece que ya habermasianamente- en las grandes visiones supranacionales de Novalis, Schlegel y Schelling, y hasta en la archirrom¨¢ntica "clase mundial" de Marx, dice Frank (aunque no en este libro). Y sigue.

Las malas: utilizan -en la peligrosa instancia de lo real- el mito para lo contrario, para romper toda comunicaci¨®n libre y racional, bas¨¢ndose en una obsesi¨®n de cohesi¨®n preespiritual fundada en un criterio racial: "Si nada nos une en los pensamientos y sentimientos son, entonces, los poderes de la sangre los que, a pesar de todo, nos sueldan desde la profundidad del absurdo"; en esa onda estar¨ªa, por ejemplo y sobre todo, el Nietzsche en que se reconoci¨® Hitler, su genealog¨ªa de la "degeneraci¨®n" fundada en la idea de raza de Gobineau o en las fantas¨ªas pol¨ªticas -ya enajenadas- de su pol¨ªtico fundador y aniquilador, que inspiraron a los ide¨®logos del nazismo.

Aparte de estos dos suced¨¢neos maniqueos (el demoniaco del totalitarismo y el arcang¨¦lico del logos comunicativo), hay otras fantas¨ªas menos peligrosas o santificadas (absolutizaci¨®n de la poes¨ªa como religi¨®n del arte, culto est¨¦tico, ronda c¨®smica, juegos de consagraci¨®n, hiperhumanismo, etc¨¦tera) que describen el complejo panorama de toda una resurrecci¨®n racional del dios muerto. Nuevos mitos de un dios venidero, o de un dios en el exilio, en efecto.

Dios en el exilio, publicado en el a?o 1988, recoge los manuscritos de la segunda parte de unas lecciones sobre esta nueva mitolog¨ªa cuyo marco hemos descrito, que Manfred Frank imparti¨®, en este caso, en D¨¹sseldorf en 1981. (La primera se public¨® con el t¨ªtulo El dios venidero en 1982, y se tradujo al castellano, en Serbal, en el a?o 1994. Viene dedicada a Schelling y Schlegel fundamentalmente, en este mismo contexto). Esta segunda se ocupar¨ªa del "retorno de Dioniso a finales del siglo XIX y en el siglo XX prefascista".

Como el dios-adviento Dioniso es el dios que viene pero nunca llega, el gui?o del t¨ªtulo de esta segunda parte a Heine -"dios en el exilio"- permite atisbar con mayor claridad el nuevo panorama de la remitologizaci¨®n, es decir, simboliza mejor que el primer t¨ªtulo "el extra?o y locuaz abandono de dios de nuestro tiempo". El tono de lecci¨®n que mantiene expresamente el libro es muy de agradecer, en este caso, por su falta absoluta de ret¨®rica, de ornamentos literarios, por su transmisi¨®n clara, concisa, inteligente, apretada de una informaci¨®n precisa sobre Nietzsche, Wagner, A. Rosenberg, Landauer, Rilke, A. Schuler, George, Musil, Th. Mann y otros, en el sentido apuntado.

Dos colegas de Manfred Frank, en sendos cap¨ªtulos, "rellenan lagunas": Rolf Kauffeldt, hablando de Gustav Landauer y de sus correligionarios anarquistas, en el tercer cap¨ªtulo, contrapesa el de Frank sobre los mitos nazis; y las informaciones de Gerhard Plumpe sobre Alfred Schuler y sus "c¨®smicos", en el quinto, apoyan y profundizan las de Frank sobre el "Dios nuevo" de Stefan George. Otros cap¨ªtulos -todos de Frank- sobre el "Orfeo" de Rilke, la cr¨ªtica del conocimiento remitologizada del "Ulrich" de Musil, la vieja y nueva mitolog¨ªa en el "Doktor Faustus" de Thomas Mann y, sobre todo, el espl¨¦ndido y largo primer estudio sobre Dioniso y el renacimiento del drama religioso en Friedrich Nietzsche y Richard Wagner, completan el libro.

M¨¢s vale que este libro Dios en el exilio. Lecciones sobre la nueva mitolog¨ªa aparezca en castellano tarde que nunca, aunque mientras tanto hayan sucedido muchas cosas. Su erudici¨®n y hermen¨¦utica acad¨¦micas exquisitas permanecer¨¢n siempre, y en tal sentido. En otras consideraciones, no se introduce. Pero el halo rom¨¢ntico-universal-comunicativo, de idealismo trascendental, de esta empresa racional imaginaria -halo innegable ya por el propio origen de ¨¦sta, y tematizado en otros trabajos de Frank- es caracter¨ªstico de hace unos veinte o veinticinco a?os. Los que tienen estas lecciones, de un gran germanista entonces. Filos¨®ficamente, era el gran momento habermasiano.