Caos y gobernaci¨®n del mundo
Nunca como hoy hemos producido tanta riqueza y nunca como hoy ha existido una conciencia tan generalizada de que la pobreza y la miseria son la suerte de la mayor¨ªa de los habitantes de nuestro planeta y de que la desigualdad y la exclusi¨®n se han convertido en el destino que se le reserva a los individuos y a los pueblos. Esta parad¨®jica constataci¨®n no procede de unos contestatarios irresponsables carentes de cualquier competencia cient¨ªfica y ajenos a toda experiencia institucional, sino que es la convicci¨®n convergente de un n¨²cleo cada vez m¨¢s numeroso de personalidades eminentes que suman su compromiso ¨¦tico a su excelencia profesional. Quiero citar s¨®lo tres: el premio Nobel de Econom¨ªa Amartya Sen, al que su pasada responsabilidad en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo confiere una legitimaci¨®n particular para opinar en estos temas -Development as Freedom, Alfred Knopf 1999-; Joseph E. Stiglitz, cuyas publicaciones, a partir de su salida del Banco Mundial, son una dram¨¢tica llamada de atenci¨®n sobre una situaci¨®n econ¨®mica cada vez m¨¢s ca¨®tica e injusta; y los art¨ªculos y declaraciones del profesor Fran?ois Bourguignon, actual vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial, insistiendo en la necesidad de romper el encadenamiento creaci¨®n de riqueza-aumento de la desigualdad, consecuencia no s¨®lo de las graves disfunciones econ¨®micas actuales y de la multiplicaci¨®n de la corrupci¨®n, sino sobre todo de las determinaciones estructurales de nuestro sistema global.
Todo esto sucede en un contexto en el que los Estados han renunciado voluntariamente a buena parte de sus capacidades de intervenci¨®n en el ¨¢mbito econ¨®mico, sobre todo en la perspectiva mundial -la desregulaci¨®n en todas sus formas-, lo que ha favorecido los procesos de globalizaci¨®n a los que empujaba el desarrollo tecnol¨®gico y la oligopolizaci¨®n empresarial. El mercado mundial, estrella polar de esa constelaci¨®n, es su paradigma. Por otra parte, esos mismos Estados que se han autodespose¨ªdo de legitimidad y poder reivindican con radicalidad el primado pol¨ªtico del Estado-naci¨®n y la plenitud de poderes y atribuciones que corresponden a un concepto de soberan¨ªa propio del siglo XX, que no puede funcionar en el XXI. Lo que avala la omnipotencia del referente econ¨®mico que representan las grandes sociedades multinacionales, a la par que confirma la casi impotencia del poder pol¨ªtico de los Estados. ?C¨®mo ha de extra?ar en esas circunstancias que el volumen conjunto de las econom¨ªas clandestina y criminal sea casi superior al de la econom¨ªa legal y que, por ejemplo, el negocio de la falsificaci¨®n de productos y marcas o el llamado mercado paralelo del arte superen en beneficios al narcotr¨¢fico? Eso para no hablar del horror de la guerra, que m¨¢s all¨¢ de la provocada ignominia de Irak, se?orea, con 41 conflictos b¨¦licos de mayor o menor intensidad, todas las esquinas del planeta y hace del terror y la violencia, con su cosecha diaria de desastres y muerte, nuestros m¨¢s indefectibles acompa?antes. Precisamente cuando nunca hab¨ªamos dispuesto de condiciones tan favorables para vivir en paz.
El malestar, cuando no indignaci¨®n, que esta situaci¨®n provoca, moviliza acciones y suscita iniciativas cuyo principal punto de convergencia es detener la marcha hacia el caos. Los m¨¢s concernidos con este imperativo de supervivencia son los actores sociales -ONGs, grupos de base, centros de reflexi¨®n y an¨¢lisis-, ya enrolados en la lucha por un orden mundial m¨¢s justo, como el Forum Tiers Monde, el Global Progressive Forum, el Focus on the Global South, el Foro Mundial de Alternativas, el People Global Action, el International Forum on Globalization, el North South Institute, el Direct Action Network, el Foro Mundial UBUNTU de que hablaba Federico Mayor en este diario en d¨ªas pasados, y tantos otros, cuyo prop¨®sito es acabar con el conjunto de causas responsables del naufragio.
La primera cuesti¨®n con la que se enfrenta quien aborda esta problem¨¢tica es la existencia de las Naciones Unidas, cuya muy parva eficacia no afecta su condici¨®n de ser la ¨²nica organizaci¨®n pol¨ªticamente legitimada para representar los intereses de la Humanidad. Ahora bien, aunque su Carta fundacional hable en nombre de "nosotros los pueblos", la ONU es estrictamente una comunidad de Estados-naci¨®n, en un contexto en el que la regresi¨®n del Estado a que nos hemos referido antes ha constituido a los colectivos de actores econ¨®micos (G8, G21, etc.) y sociales (grandes ONGs y movimientos sociales) en protagonistas fundamentales de la acci¨®n internacional. Actores, estos ¨²ltimos, que no quieren o dudan en entrar en el juego y que, adem¨¢s, no se sabe c¨®mo integrar en la estructura actual de las instituciones internacionales. Por otra parte, el retroceso del poder de los Estados es simult¨¢neo de la radicalizaci¨®n de las identidades nacionales y de la reivindicaci¨®n del estatus de Estado-naci¨®n por parte de las comunidades que todav¨ªa no han accedido a ¨¦l. Como prueban, a?o tras a?o, las exasperadas peticiones que se formulan en la Asamblea de la Conferencia de Naciones sin Estado. Todas estas contradicciones y la incapacidad del sistema de Naciones Unidas para adaptarse a la evoluci¨®n del mundo explican la descalificaci¨®n casi un¨¢nime de que es objeto, acusado desde el Norte de ser un artilugio costoso e in¨²til -"machin" (trasto) acostumbraba a llamarlo De Gaulle- e impugnado desde el Sur por considerarlo un simple instrumento de la hegemon¨ªa euroamericana. En cualquier caso, un balance sereno de logros y carencias arrojar¨ªa un saldo negativo, pero sin que ello justifique el desahucio definitivo de una organizaci¨®n que es el ¨²nico ¨¢mbito global de debate y de posible negociaci¨®n de que hoy disponemos. Su reforma es un imperativo que reclama tiempo y que hay que situar en una perspectiva meta-institucional que desborde la exclusividad de los Estados y movilice todos los componentes de la sociedad civil mundial.
Consecuente con este planteamiento, el Colegio de Altos Estudios Europeos "Miguel Servet", del que son parte 11 universidades, en asociaci¨®n con la Agencia Europea para la Cultura, ha promovido y coordina un Programa de trabajo que, con el t¨ªtulo de "La Gobernaci¨®n del mundo", se propone, en el actual contexto globalizador y desde el supuesto de la multipolaridad del mundo, analizar el sistema internacional, sus potencialidades y sus carencias, con el fin de formular propuestas a corto, medio y largo plazo, capaces de mejorar su estructura y funcionamiento. El Programa, en el que participan todos los miembros del Colegio en colaboraci¨®n con una serie de instituciones acad¨¦micas y cient¨ªficas, tiene como punto de partida un conjunto de estudios agrupados en cuatro vol¨²menes -La Ventana Global, Hacia una sociedad civil global, Poder global y ciudadan¨ªa mundial y Derechos Humanos y Diversidad Cultural, que representan algo m¨¢s de 2.000 p¨¢ginas-, de los cuales los tres primeros est¨¢n siendo publicados en Espa?a por Ediciones Taurus y el ¨²ltimo ver¨¢ la luz en la Editorial Icaria. Los 82 expertos que han sido sus autores provienen de muy diversos ¨¢mbitos culturales, acad¨¦micos e ideol¨®gicos, lo que es garant¨ªa del pluralismo de su tratamiento.
El Programa apunta, por una parte, a la elaboraci¨®n de propuestas concretas de contenido t¨¦cnico que mejoren y completen el funcionamiento del sistema y, por otra, a planteamientos de car¨¢cter m¨¢s general y pol¨ªtico que supongan transformaciones m¨¢s globales y en profundidad. Diez seminarios pretenden cumplir el primer objetivo. De ellos, se han realizado ya cuatro cuyos temas han sido: "La arquitectura del sistema de las instituciones internacionales", organizado por UBUNTU y la Universidad Pompeu Fabra; "Comercio, desigualdad y derechos humanos", por la Universidad Complutense de Madrid; "Integraci¨®n de las organizaciones subregionales en Am¨¦rica Latina", por las Universidades de Buenos Aires y de C¨®rdoba en colaboraci¨®n con Flacso, y "Los movimientos sociales y las Naciones Unidas", por la Universidad Federal de R¨ªo de Janeiro. Y est¨¢n programados para los pr¨®ximos meses los siguientes: "El Consejo de Seguridad econ¨®mica y social", por el Instituto de Estudios Pol¨ªticos de Par¨ªs y la OFCE; "Soberan¨ªas compartidas y ciudadan¨ªa mundial", por la Universidad de Bolonia; "Las Naciones Unidas y las organizaciones regionales", por la Universidad de Pante¨®n-Sorbona de Par¨ªs; "Hacia un Consejo de Seguridad Medioambiental", por la Universidad de Valencia; "Seguridad nacional y seguridad internacional", por las Universidades de Coimbra y de Lisboa, y "Derecho mundial y justicia internacional", por la Universidad Complutense.
Ahora bien, si la preparaci¨®n de reformas t¨¦cnicas puede ser tarea de actores exteriores a la ONU, las propuestas de mayor calado exigen un fuerte soporte interior que s¨®lo puede provenir de los Estados. De aqu¨ª que haya que buscar objetivos que tengan notable capacidad transformadora del sistema y al mismo tiempo sean queridos por los Estados. El m¨¢s evidente lo representan los procesos de integraci¨®n regional en el que bastantes de ellos est¨¢n embarcados. Se trata, por tanto, de contribuir a la aceleraci¨®n de esos procesos y a la convergencia de los mismos en cada ¨¢rea. La convicci¨®n que los preside es que si se consigue institucionalizar, de modo operativo, la regionalizaci¨®n del mundo -un n¨²mero muy limitado de sub¨¢reas en cada gran regi¨®n, por ejemplo, en Am¨¦rica s¨®lo NAFTA y Mercosur, y se agrupan luego todas las ¨¢reas en una sola plataforma- se habr¨¢ dado un paso importante en la gobernaci¨®n del mundo. La participaci¨®n del Colegio en la tarea de generalizar la pr¨¢ctica judicial del derecho del Mercosur como instrumento acelerador de su integraci¨®n respond¨ªa justamente a ese prop¨®sito. Un intento tan ambicioso no puede confinarse al espacio acad¨¦mico -la veintena de universidades y los cerca de 300 investigadores que han tomado ya parte en ¨¦l- y necesita acompa?arse de todos los centros y organizaciones que trabajan en la misma direcci¨®n.
De manera especial se ha querido asociar a los medios de comunicaci¨®n, no como meros resonadores de lo que se est¨¢ haciendo, sino como lo que hoy son, actores principales de la sociedad civil. El grupo informal de diarios de referencia, encabezados por Le Monde y EL PA?S, en el que figuran La Repubblica, La Folha, Clar¨ªn, Publico, La Naci¨®n, Le Soir, Die Zeit, El Tiempo, est¨¢ cubriendo ese frente. Finalmente, un grupo de personalidades p¨²blicas, hoy fuera de la pol¨ªtica profesional pero que han tenido importantes responsabilidades en la vida internacional -P¨¦rez de Cu¨¦llar, Butros-Ghali, Mary Robinson, Federico Mayor, etc-, funcionar¨¢n como referente pol¨ªtico. La dif¨ªcil batalla de llegar a un mundo gobernado y en paz s¨®lo podr¨¢ ganarse si logramos inscribir ese prop¨®sito en el frontispicio de la agenda p¨²blica mundial.
Jos¨¦ Vidal-Beneyto es catedr¨¢tico de la Universidad Complutense y editor de Hacia una sociedad civil global.
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