Las infraestructuras del transporte y el territorio
Desde hace varios a?os, la Comisi¨®n Europea invita a los ciudadanos y ciudadanas europeos a una semana de reflexi¨®n, debate, iniciativas y propuestas en torno a la movilidad en estas fechas de septiembre. La iniciativa es una ampliaci¨®n y consolidaci¨®n de la jornada denominada Un d¨ªa sin mi coche, que desde 1998 se viene celebrando en cientos de ciudades y pueblos europeos. Es, en consecuencia, un buen momento para reflexionar sobre el transporte en nuestro pa¨ªs y, concretamente, sobre la direcci¨®n hacia la que nos est¨¢ conduciendo en su relaci¨®n con el territorio.
Durante d¨¦cadas las pol¨ªticas p¨²blicas de transporte han estado basadas en la oferta de nuevas infraestructuras -autov¨ªas y autopistas, aeropuertos, puertos, trenes de alta velocidad,...-, ante una demanda que crec¨ªa de manera aparentemente imparable. En la segunda mitad de la d¨¦cada de los noventa se produjo, sin embargo, un importante punto de inflexi¨®n en el ¨¢mbito internacional. Expertos en transporte y economistas ambientales brit¨¢nicos cuestionaron de ra¨ªz la racionalidad econ¨®mica del modelo, mostrando que, traspasado un determinado umbral de saturaci¨®n del sistema, las deseconom¨ªas producidas por el transporte eran superiores a su aportaci¨®n neta a la sociedad. En t¨¦rminos econ¨®micos, a partir de un determinado nivel de intensidad del sistema el coste marginal social de una nueva unidad de transporte era superior al beneficio marginal social .
Lo que de verdad estremece es el futuro impacto territorial de los proyectos para Euskadi
Este enfoque fue asumido por la UE, quien dispon¨ªa de estudios que cuantificaban en m¨¢s de 800.000 millones de euros el coste anual ocasionado por las externalidades del sistema de transporte europeo - contaminaci¨®n, accidentes, congesti¨®n, fragmentaci¨®n y degradaci¨®n del territorio, p¨¦rdida de diversidad biol¨®gica, emisiones de gases de efecto invernadero, ... Y es que el transporte es una pieza b¨¢sica en una sociedad desarrollada pero, es igualmente cierto, que sus impactos territoriales, ambientales y sobre la salud humana son enormes. El Libro Blanco del Transporte inici¨® en 2001 una nueva pol¨ªtica europea sobre el tema con el objetivo de sentar las bases para, en el plazo de una generaci¨®n, promover un cambio sustancial en el modelo de transporte existente en la Uni¨®n Europea y que ese cambio se oriente hacia la sostenibilidad ambiental.
En el Pa¨ªs Vasco la relaci¨®n entre las infraestructuras del transporte y el territorio es, en estos momentos, un tema candente. Las Administraciones p¨²blicas han planteado diversos proyectos cuya inversi¨®n conjunta supera los 10.000 millones, m¨¢s de un bill¨®n y medio de las antiguas pesetas, que habr¨¢n de ser costeados con el dinero del contribuyente.
En primer lugar, el proyecto de tren de alta velocidad, con una inversi¨®n que podr¨ªa rondar los 5.000 o 6.000 millones, proyecto que fue ideado hace 20 a?os. La versi¨®n oficial del mismo, correspondiente al Ministerio de Fomento, contempla exclusivamente el transporte de pasajeros entre capitales y deja fuera el tema cr¨ªtico del transporte ferroviario de mercanc¨ªas. El proyecto oficial -tren de alta velocidad capaz de trasladar pasajeros a m¨¢s de 250 km/hora- es t¨¦cnicamente incompatible con el transporte de mercanc¨ªas y, hasta el momento, el ministerio no ha manifestado que ese aspecto b¨¢sico vaya a ser modificado. De llevarse a cabo el proyecto oficial, el transporte de las mercanc¨ªas por tren quedar¨¢ sin solucionar en el Pa¨ªs Vasco y el impacto sobre el territorio de su trazado ser¨¢ de enorme magnitud.
En segundo lugar, el proyecto de la nueva autopista del Bilbao metropolitano conocida como SuperSur. Promovida por la Diputaci¨®n Foral de Vizcaya, contempla una inversi¨®n de 1.300 millones para construir 36 kil¨®metros de autopista. El proyecto, desestimado por la propia Diputaci¨®n hace m¨¢s de 15 a?os por su elevad¨ªsimo coste econ¨®mico y su enorme impacto ambiental y territorial, ha sido recuperado con el argumento de que va a contribuir a descongestionar la autopista Bilbao-Behobia (A-8) a su paso por Bilbao. Las propias cifras oficiales sobre movilidad motorizada publicadas por el Gobierno vasco y por la Diputaci¨®n foral muestran, sin embargo, que el n¨²cleo de la congesti¨®n de la A-8, a su paso por la capital vizca¨ªna, es generado en un 90% por los coches del ¨¢rea metropolitana. Esos veh¨ªculos apenas van a variar su patr¨®n de movilidad por la existencia de la nueva autopista, lo que cuestiona seriamente la racionalidad del proyecto.
En tercer lugar, el proyecto del puerto exterior de Pasaia en los acantilados del Jaizkibel, proyecto defendido por la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa, la Autoridad Portuaria y el Departamento de Transportes del Gobierno vasco. El proyecto, con una inversi¨®n estimada de 750 millones, supondr¨¢, en caso de realizarse, la destrucci¨®n irreversible de tres kil¨®metros de acantilados en una zona de litoral de muy alto valor ecol¨®gico y paisaj¨ªstico. El Pa¨ªs Vasco cuenta ya con un gran puerto industrial en Bilbao, a poco m¨¢s de 100 kil¨®metros de Pasaia que, a pesar de mover en torno a los 30 millones toneladas de mercanc¨ªas al a?o, est¨¢ muy por debajo de su potencial.
En cuarto lugar, la nueva red de infraestructuras viarias que la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa tiene prevista construir en los pr¨®ximos a?os. M¨¢s de 2.000 millones para el segundo cintur¨®n de San Sebasti¨¢n, la autopista Eibar-Vitoria, la autov¨ªa San Sebasti¨¢n-Andoain, la autov¨ªa Beasain-Durango, la ampliaci¨®n de la N-I o el tercer carril de la Autopista A-8, todo ello en un territorio que no llega a los 2.000 kil¨®metros cuadrados.
Cada uno de los proyectos, visto aisladamente, cuenta sin duda con argumentos que lo "justifican" -la congesti¨®n de este tramo, la apertura hacia las mercanc¨ªas de esa zona, la importancia "estrat¨¦gica" de esa obra... Proyecto a proyecto, tramo a tramo, se ponen en marcha din¨¢micas ambientales y territoriales con efectos acumulativos y sin¨¦rgicos sin duda muy superiores a la suma de las partes. Cada uno de los proyectos mencionados tiene serias implicaciones econ¨®micas y ambientales, pero lo que de verdad estremece es la perspectiva del impacto territorial conjunto de todos ellos. La visi¨®n de una tierra, la vasca, que golpe a golpe va siendo fragmentada, artificializada, hormigonada, desnaturalizada hasta niveles extremos. Para evitar esas perspectivas sesgadas, limitadas, parciales, se realizan las evaluaciones ambientales estrat¨¦gicas de las pol¨ªticas p¨²blicas. El Gobierno que salga de las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas deber¨ªa realizar prioritariamente una evaluaci¨®n estrat¨¦gica integral de la pol¨ªtica de transporte y de los planes y programas de infraestructuras, a nivel de la comunidad aut¨®noma y de los territorios hist¨®ricos.
Euskadi es un territorio densamente poblado, intensamente industrializado desde hace siglo y medio, con una extensi¨®n de apenas 7.235 kil¨®metros cuadrados. Cuenta con una red de carreteras de 4.446 kil¨®metros y 500 kil¨®metros de autov¨ªas y autopistas, que se acumulan en los valles de una geograf¨ªa altamente monta?osa. La red de infraestructuras viarias de transporte ocupa una superficie de 16.137 hect¨¢reas, equivalente a la extensi¨®n de otros tantos campos de f¨²tbol, lo que supone una proporci¨®n de la superficie del Pa¨ªs Vasco que dobla la media de la Uni¨®n Europea.
Euskadi es tambi¨¦n un mosaico de bosques, monta?as, prados, humedales y marismas, de r¨ªos, playas y acantilados, un crisol de paisajes, una naturaleza viva, si bien herida y diezmada. Es el territorio en el que viven, adem¨¢s de nosotros los humanos, centenares de otras especies -la mayor¨ªa de ellas desde mucho antes que nuestros ancestros imprimiesen aqu¨ª sus primeras huellas. Es el territorio entre cuyas veredas y caminos de montes, playas, r¨ªos y acantilados hemos forjado nuestros sue?os de juventud mientras pase¨¢bamos en el silencio del atardecer. Sus paisajes y rincones han alimentado nuestro esp¨ªritu y han forjado nuestra mirada y nuestra sensibilidad. Es el lugar entre cuyos bosques y monta?as queremos seguir enriqueci¨¦ndonos cultural, est¨¦tica, espiritualmente.
?Qu¨¦ quedar¨¢ de todo ello si consentimos, golpe a golpe, esa acumulaci¨®n de irreversibles impactos territoriales? ?En qu¨¦ veredas y caminos forjar¨¢n sus sue?os nuestras hijas y nuestros hijos? ?Qu¨¦ legado, qu¨¦ territorio, dejaremos a las futuras generaciones?
Antxon Olabe es economista ambiental.
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