Emilia Pardo Baz¨¢n

Hace poco vi la pavimentaci¨®n nueva de la calle de Huertas. Tiene adoquines que imitan pizarra y, de trecho en trecho, con letras de bronce, creo, hay frases incrustadas en el piso de una falsa piedra negra pulida. Hay arbolitos de vez en cuando y bolardos, y no pasan coches pr¨¢cticamente. ?Qu¨¦ maravilla pisar por el centro de la estrecha calle y leer frases, c¨¦lebres o no, de escritores grandes! La ¨²ltima frase, que habla de los comerciantes de la puerta del ?ngel, es de una novela de Gald¨®s. El resto son de Quevedo, G¨®ngora, Cervantes, Calder¨®n y Espronceda, Larra, B¨¦cquer, Echegaray... Todo perfecto si no fuera que por en¨¦sima vez no se considera que entre los grandes escritores espa?oles est¨¦ Emilia Pardo Baz¨¢n.

Y resulta que do?a Emilia public¨® en 1889 la novela Insolaci¨®n, que ocurre durante una feria de San Isidro, donde la protagonista pasea una noche de finales de mayo, con un amigo de confianza, desde Recoletos a Atocha. As¨ª que al comienzo por abajo de Huertas pod¨ªan haber escrito en el suelo esta frase de esa novela: "Hall¨¢banse al final del Prado, enteramente desierto a tales horas, con sus sillas recogidas y vueltas". Con esto le sugiero al alcalde que deje algo de sitio para las escritoras y se lo diga tambi¨¦n a los de la Real Academia de las Letras.