Leonor
"Cinco a?os en la tierra de Soria, hoy para m¨ª sagrada -all¨ª me cas¨¦; all¨ª perd¨ª a mi esposa, a quien adoraba-, orientaron mis ojos y mi coraz¨®n hacia lo esencial castellano". Cabe pensar que, si Machado no hubiera encontrado en Soria el amor, tal orientaci¨®n no habr¨ªa tenido lugar con la misma contundencia. Conoce a Leonor en septiembre de 1907, al poco tiempo de tomar posesi¨®n de su c¨¢tedra de franc¨¦s en el Instituto. Tiene treinta y dos a?os, ella trece. Es la v¨ªspera del patrono, San Saturio, y la chiquilla ha venido desde su pueblo, Almenar de Soria, a pasar las fiestas en casa de unos t¨ªos suyos, propietarios de la pensi¨®n donde se hospeda el poeta. Machado siempre dir¨¢ que aquella tarde hubo una luna llena amoratada sobre la sierra de Santana, que domina la ciudad desde la ribera derecha del Duero (y cuya cumbre est¨¢ hoy brutalmente erizada de torretas de televisi¨®n y telefon¨ªa). Tres meses despu¨¦s los padres de Leonor -¨¦l es ex sargento de la Guardia Civil- se encargan de la pensi¨®n, y Machado tiene la oportunidad de charlar diariamente con quien dos a?os m¨¢s tarde ser¨¢ su mujer.
Sobre Leonor sabemos poqu¨ªsimo, casi nada. Las pocas fotos que de ella se han publicado confirman lo que siempre se ha dicho, que era menuda con ojos oscuros, y demuestran que ten¨ªa abundante cabellera negra, bonita cara ovalada y expresi¨®n simp¨¢tica. ?Y otros testimonios? No s¨®lo no poseemos una apreciaci¨®n pormenorizada del propio Machado sino apenas alusiones de familiares, amigos o compa?eros suyos. Especialmente decepcionante resulta el silencio al respecto de Rub¨¦n Dar¨ªo, ya que, en Par¨ªs, el nicarag¨¹ense y su compa?era Francisca S¨¢nchez ve¨ªan a la pareja con cierta frecuencia (Francisca visit¨® a Leonor en la cl¨ªnica, adem¨¢s, cuando se declararon los primeros s¨ªntomas de la fatal tuberculosis que la llevar¨ªa a la tumba en 1912).
En cuanto a correspondencia epistolar entre ellos, si existi¨® en la ¨¦poca del noviazgo -y podemos suponerlo- no parece haber sobrevivido. Despu¨¦s es probable que nunca hubiera, ya que apenas se separaron un d¨ªa. Desesperaci¨®n para el curioso, pues, y una larga lista de preguntas sin respuesta. ?Recibi¨® Leonor alguna formaci¨®n escolar? ?Le gustaban los libros? ?Machado se encarg¨®, como Rub¨¦n con Francisca, de introducirla en el mundo de la literatura? ?C¨®mo fue su relaci¨®n sexual con ella, si es que hubo? En algunos de los comentarios hechos despu¨¦s en las cartas a Pilar de Valderrama, conservadas por milagro (aunque con algunas mutilaciones), el poeta da a entender que el matrimonio no tuvo tiempo para madurar. Es probable que as¨ª fuera.
Soria ha logrado conservar mejor de lo imaginable la curva de ballesta del Duero en torno a la ciudad (excepci¨®n hecha de Santana y un puente nuevo para facilitar el acceso de peatones a San Saturio desde la otra ribera). Aqu¨ª, a la vera del agua, los amantes siguen esculpiendo sus nombres en los troncos de los ¨¢lamos, y surge a cada paso la evocaci¨®n de las caminatas de Machado y Leonor, recordadas desde Baeza en versos que figuran entre los m¨¢s tristes jam¨¢s escritos en espa?ol.
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