"Los precios de los f¨¢rmacos est¨¢n altos para mantener unos beneficios elevados"
En muchos aspectos, es bastante improbable que la doctora Marcia Angell sea sensacionalista. Es pat¨®loga de formaci¨®n, ex directora de una de las revistas m¨¦dicas m¨¢s prestigiosas, The New England Journal of Medicine (NEJM), y profesora en la Facultad de Medicina de Harvard. Pero a punto de cumplir 65 a?os y recibir su primer cheque de la Seguridad Social, ha arremetido contra la industria farmac¨¦utica y su falta de innovaci¨®n en su nuevo libro The Truth About the Drug Companies: How They Deceive Us and What to Do About It (La verdad sobre la industria farmac¨¦utica: c¨®mo nos enga?an y qu¨¦ hacer al respecto). "No me preocupan las etiquetas", afirma. En un libro de 1996, sosten¨ªa "que no hab¨ªa un solo indicio de que los implantes mamarios estuvieran causando todas las enfermedades que se dec¨ªa que originaban". "Dijeron que yo era una herramienta de las empresas farmac¨¦uticas y de pr¨®tesis", record¨® Angell. "Lo cuento como lo veo".
"Si un f¨¢rmaco fuera realmente innovador, no habr¨ªa que hacer tanto 'marketing"
"El coste del desarrollo de un f¨¢rmaco es una cifra muy inflada"
Pregunta. ?Por qu¨¦ escribir un libro de investigaci¨®n sobre la industria farmac¨¦utica?
Respuesta. Porque todo el mundo sabe que el precio de los f¨¢rmacos con receta est¨¢ por las nubes. Los estadounidenses pagamos mucho m¨¢s por nuestros medicamentos que los pacientes de otros pa¨ªses. Las empresas farmac¨¦uticas dicen: "Necesitamos precios elevados para cubrir nuestros enormes gastos en investigaci¨®n y desarrollo, y si reduc¨ªs los precios, asfixiar¨¦is la innovaci¨®n". El libro se escribi¨® para analizar ese argumento.
P. Las empresas farmac¨¦uticas afirman que sus precios son elevados porque gastan aproximadamente 1.000 millones de d¨®lares para sacar un f¨¢rmaco al mercado. ?Su investigaci¨®n respalda esta afirmaci¨®n?
R. Un grupo de economistas -financiados principalmente por las farmac¨¦uticas- lleg¨® a esta cifra tan citada. Dijeron que costaba 802 millones de d¨®lares sacar un medicamento. Sin embargo, estaban analizando los f¨¢rmacos cuyo desarrollo resulta m¨¢s caro: nuevos compuestos qu¨ªmicos desarrollados completamente por la empresa. La mayor¨ªa de los f¨¢rmacos nuevos no lo son en absoluto. Se trata generalmente de los llamados f¨¢rmacos yo tambi¨¦n, que son ligeras variaciones de medicamentos anteriores que ya se est¨¢n vendiendo. De acuerdo con estos economistas, el verdadero coste de sacar esos raros medicamentos originales ronda en realidad los 403 millones de d¨®lares. Pero doblaron la cantidad al tener en cuenta cu¨¢nto m¨¢s podr¨ªan haber ganado las empresas si hubieran invertido esos 403 millones. Adem¨¢s, no incluyeron en el total las m¨²ltiples y generosas deducciones fiscales que las empresas reciben por dedicarse a la investigaci¨®n y el desarrollo. Es una cifra muy inflada. El hecho es que durante las dos pasadas d¨¦cadas, las empresas farmac¨¦uticas han sido enormemente rentables. El a?o pasado se produjo un peque?o descenso, pero en 2002, las 10 mayores farmac¨¦uticas estadounidenses obtuvieron un beneficio neto del 17% de las ventas, frente a una media del 3% obtenida por las dem¨¢s empresas incluidas en el ¨ªndice Fortune 500. En la d¨¦cada de 1990, los beneficios se mantuvieron entre el 19% y el 25%. Los precios est¨¢n altos para mantener unos beneficios elevados.
P. ?Qu¨¦ son exactamente esos f¨¢rmacos yo tambi¨¦n que usted critica?
R. Son peque?as variaciones de f¨¢rmacos viejos que ya est¨¢n en el mercado. A veces, una empresa crea un f¨¢rmaco yo tambi¨¦n para ampliar la patente de uno m¨¢s viejo. Por ejemplo, AstraZeneca cre¨® el Nexium para sustituir al pr¨¢cticamente id¨¦ntico Prilosec cuando su patente estaba a punto de expirar. Al sacar estos yo tambi¨¦n, las empresas pueden obtener nuevos derechos exclusivos de mercado sobre lo que esencialmente son los mismos f¨¢rmacos viejos. Otras empresas sacan sus yo tambi¨¦n porque los mercados son ampliables. Se ha demostrado que cuando promocionas un f¨¢rmaco yo tambi¨¦n aumentas las ventas de todos ellos.
P. ?Por qu¨¦ le preocupa a usted esto?
R. La expansi¨®n de los yo tambi¨¦n realmente dice mucho respecto a la falta de innovaci¨®n dentro de la industria farmac¨¦utica. Si echamos un vistazo a los nuevos f¨¢rmacos comercializados en los ¨²ltimos seis a?os, el 78% no fueron nuevos compuestos qu¨ªmicos. Eran simplemente nuevas combinaciones o diferentes f¨®rmulas de f¨¢rmacos anteriores. Y la FDA, el organismo estadounidense para el control de alimentos y medicamentos, clasific¨® el 68% en el grupo de f¨¢rmacos con pocas probabilidades de suponer una mejora sobre los f¨¢rmacos ya a la venta. Al mismo tiempo, hay escasez de algunos f¨¢rmacos importantes que a las farmac¨¦uticas no les interesa mucho fabricar, porque no son tan rentables como los yo tambi¨¦n. Pero las empresas no tienen por qu¨¦ sacar los f¨¢rmacos necesarios, si no son lucrativos. Y no los sacan.
P. ?En qu¨¦ medida el elevado precio de los f¨¢rmacos es resultado de los gastos de mercadotecnia?
R. Las empresas gastan m¨¢s del 30% de sus ingresos en marketing y administraci¨®n. Sus presupuestos de mercadotecnia son tan enormes porque tienen que convencer a m¨¦dicos y pacientes de que es mejor un f¨¢rmaco yo tambi¨¦n que otro. Si un medicamento fuera realmente innovador -una cura contra el c¨¢ncer, por ejemplo- no habr¨ªa que hacer tanta publicidad. El mundo le labrar¨ªa un camino hasta tu puerta.
P. ?Ha habido algo en su vida que la haya empujado a escribir este libro?
R. He sido testigo de la preocupante tendencia experimentada por la investigaci¨®n farmac¨¦utica. Hace 20 a?os, la mayor¨ªa de los experimentos farmac¨¦uticos se realizaban en la Universidad, y las empresas farmac¨¦uticas tend¨ªan a mantenerse a un lado durante los ensayos. Sin embargo, en a?os recientes, las empresas han conseguido poner riendas a los contratos de investigaci¨®n, a menudo dise?ando ellas mismas los estudios, manteniendo los datos en secreto y decidiendo si publicar o no los resultados. Tambi¨¦n empezaron a contratar a empresas privadas para realizar los ensayos. Adem¨¢s, las facultades de medicina e incluso investigadores independientes empezaron a firmar contratos empresariales con las empresas farmac¨¦uticas. Mientras todo esto ocurr¨ªa, empec¨¦ a observar una lenta parcialidad en la investigaci¨®n m¨¦dica. Y he visto mucha. El ejemplo m¨¢s curioso eran los estudios que comparaban un nuevo f¨¢rmaco con placebo. Eso puede bastar para conseguir la aprobaci¨®n de la FDA, pero los m¨¦dicos no quieren saber si un medicamento es mejor que nada, sino si es mejor que el que ya est¨¢n usando.
P. Escribe usted que "el hecho de que la mayor¨ªa de las revistas dependan de los anuncios de f¨¢rmacos para sobrevivir, probablemente influye tambi¨¦n en lo que publican". ?Se refer¨ªa a la NEJM?
R. No. Porque era una revista pr¨¢cticamente ¨²nica. Ten¨ªamos un verdadero muro entre los de publicidad y las oficinas editoriales. Pero muchas otras revistas m¨¦dicas -y hay miles- son poco m¨¢s que veh¨ªculos para los anuncios. Y otras, aunque no llegan a tanto, incluyen ocasionalmente suplementos patrocinados, algo en lo que yo no confiar¨ªa en absoluto.
P. Dej¨® usted la silla de direcci¨®n de la NEJM en 2000. ?Ha habido muchos cambios en la revista desde su partida?
R. Que yo sepa, s¨®lo uno: ten¨ªamos la pol¨ªtica de que los art¨ªculos de revisi¨®n y los editoriales no pod¨ªan ser escritos por nadie que tuviera relaci¨®n econ¨®mica con una empresa de cuyo producto se hablara en el art¨ªculo. Dec¨ªamos que no bastaba con revelar la conexi¨®n. Cuando public¨¢bamos art¨ªculos sobre investigaci¨®n original y a menudo hab¨ªa conflictos de intereses, public¨¢bamos dichos art¨ªculos indicando las relaciones empresariales. Creo que esa pol¨ªtica ya no est¨¢ en vigor. Siento que hayan hecho ese cambio. Pero dicen que es muy dif¨ªcil encontrar un buen autor que no presente conflictos de intereses.
? The New York Times.
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