"La posguerra nos rob¨® la infancia"
Luis Mateo D¨ªez (Villablino, Le¨®n, 1942) se ha adentrado en la oscuridad del mundo de Ordial para contar a sus lectores lo que fue la posguerra espa?ola en un n¨²cleo de provincias. En Fantasmas del invierno (Alfaguara), el escritor recrea los dif¨ªciles tiempos de una ¨¦poca, seg¨²n el autor, de "derrota absoluta, de miseria moral y pol¨ªtica". "Fueron a?os en los que la inocencia no ten¨ªa cabida, y de ah¨ª que la novela retrate a unos seres atormentados en los que hay un p¨¢lpito constante de remordimiento". El creador del territorio imaginario de Celama centra su nueva novela en el invierno de 1947: la nieve cubre la ciudad, los lobos bajan de los montes y un ni?o es asesinado en el hospicio El desamparo.
"El tiempo que narro es el de los escombros que hay detr¨¢s de una guerra, el de la degradaci¨®n moral, del sentimiento de p¨¦rdida"
"Fantasmas del invierno', en conjunto, es una novela de seres atormentados en los que hay un p¨¢lpito de remordimiento"
Pregunta. ?Cu¨¢nto de realidad y ficci¨®n hay en esta obra?
Respuesta. La huella de la realidad tiene una presencia importante. Esa distancia que se mide en la memoria, en las sensaciones lejanas, en recuerdos sueltos y perdidos, que seguro que provienen de un tiempo de posguerra y que son como huellas hondas en lo que puede ser la lejan¨ªa de mi infancia. Eso es lo que me queda a m¨ª de la realidad de la posguerra, la mirada de un ni?o, ciertos presos, sonidos extra?os en la noche, alimentos, olores, el pan negro. ?sa es la realidad. Luego, con la lejan¨ªa viene la elaboraci¨®n de la imaginaci¨®n y la posibilidad de acercarse a ese mundo y a ese tiempo a trav¨¦s de un cristal que le da una aureola legendaria. Me parec¨ªa que yo pod¨ªa contar algo de aquello, un a?o de posguerra en esas ciudades de sombra en las que me muevo ¨²ltimamente.
P. ?Cree que la posguerra espa?ola ha sido muy diferente de las que se han vivido en otros lugares del mundo?
R. La posguerra que yo narro se parece a todas. Es el tiempo de los escombros que hay detr¨¢s de una guerra, el tiempo de la degradaci¨®n moral, del sentimiento de p¨¦rdida, de liquidaci¨®n, de derrota y de secreto y desgracia. Las cosas que han ocurrido est¨¢n guardadas en el secreto y la consigna es el silencio. Se habla bajo y casi siempre de noche. Todo el mundo anda escondido, unos por la verg¨¹enza de lo que hicieron, otros por lo que dejaron de hacer y otros porque han llegado casi a la inexistencia y les han quitado todo hasta el l¨ªmite, su propia dignidad. Todos esos elementos los he utilizado para escribir una novela que tuviera una aureola legendaria y he tratado de lograr que eso tenga un relumbre o una tonalidad que lo haga inolvidable porque lo propio de la posguerra es que sea olvidada.
P. ?Hay alguna imagen que no ha podido borrar de su memoria?
R. En plena ¨¦poca de racionamiento observ¨¦ c¨®mo una persona sal¨ªa con su asignaci¨®n de aceite en una botella de cristal, se resbal¨® y el preciado l¨ªquido qued¨® derramado en la acera. Aquello me pareci¨® una tragedia.
P. Hay muchas novelas en la literatura espa?ola sobre la guerra civil y no tantas sobre el periodo posterior. ?Es m¨¢s doloroso escribir sobre esa etapa?
R. La guerra civil se convirti¨® en el gran arquetipo de la confrontaci¨®n de las libertades y es, sobre todo, una guerra fratricida, de guerra entre hermanos, fue un espejo internacional y hay una gran ¨¦pica popular que sigue siendo un venero extraordinario. La posguerra es un tiempo de verg¨¹enza, es m¨¢s propicia a los olvidos piadosos. Yo deseaba escribir sobre ese periodo, pero no desde lo sociol¨®gico y testimonial, como han hecho ya otros novelistas, sino desde una perspectiva legendaria. Y es por lo que, aunque me cost¨®, logr¨¦ montar una leyenda oscura, con ese brillo turbador de lo siniestro, el peso de la desgracia, de la ruina, de la desolaci¨®n.
P. Sus recuerdos de infancia son de la posguerra. ?Fue un tiempo dif¨ªcil?
R. Me considero un ni?o de la posguerra y fuimos due?os de una infancia extremadamente secreta. Tanto que la m¨ªa sucedi¨® en un desv¨¢n, el del Ayuntamiento en el que viv¨ªa, en el que hab¨ªa objetos de un hospital de sangre del frente y estaban los libros y objetos requisados durante la contienda. Esas infancias fueron robadas. Fueron propicias a que todos se escondieran. Eran tiempos en los que no se pod¨ªan preguntar determinadas cosas, y quienes hab¨ªan sobrevivido estaban conmovidos y perturbados por muchas sensaciones que no entend¨ªan del todo.
P. ?Ordial se asemeja al lugar en el que vivi¨®?
R. Es una ciudad de sombra. En ese territorio de ficci¨®n hay ciudades de sombra, espacios urbanos sin delimitaci¨®n precisa, que suscitan cierta inquietud, que se atienen a la aureola del misterio que irradian la antig¨¹edad y la noche, el tiempo que no se percibe porque parece inmovilizado. En Ordial nieva intensamente, los lobos bajan del monte hasta la ciudad y se producen algunas muertes violentas, lo que no contribuye precisamente a que sus habitantes se recuperen de la reciente tragedia de la guerra y consigan olvidar.
P. ?Los fantasmas se entremezclan en la novela con los seres reales?
R. La ciudad es fantasmal, al igual que los seres que la pueblan. Casi todo ocurre de noche, porque la noche es el refugio de los supervivientes, la oscuridad de la vida, de los recuerdos echados a perder, del temor, del secreto, de lo prohibido.
P. Uno de los puntos clave de la novela es el orfelinato. ?C¨®mo logra describir tanta dureza?
R. En ese lugar se encuentran unos ni?os que son los representantes m¨¢s dram¨¢ticos de la inocencia llevada al l¨ªmite del desamparo y la desgracia que es la orfandad absoluta, y esa subsistencia en una suerte de menosprecio. Toda la novela en conjunto es de seres atormentados. Hay una monocorde m¨²sica del remordimiento. El tormento interior de los personajes es muy intenso y hay muchos elementos destructivos que est¨¢n en la herencia de la guerra. La guerra se consum¨®, tiene sus muertos y sus muertes y es el l¨ªmite de lo terrible, pero en su herencia quedan los escombros y los restos atormentadores de esa experiencia, que puede perturbar las conciencias, que puede dar una violenta lucidez al deterioro moral de lo que sucedi¨® y de lo que est¨¢ ocurriendo. Me interesaba la f¨¢bula en ese momento. ?sta es una historia de fantasmas, despojos y ruinas.
P. ?Tiene intenci¨®n de volver a Celama?
R. Me fascinan los pintores que siempre pintan el mismo cuadro y es maravilloso porque cada vez llegan m¨¢s lejos. Como escritor, siento que voy liquidando las cosas que cuento. El mundo de Celama, en vez de ser un mundo que se sigue abriendo, es un mundo que con cada novela se va cerrando. Celama es una trilog¨ªa cerrada, pero que me ha abierto otros conductos, v¨ªas de comunicaci¨®n con las ciudades de sombra. De Celama s¨®lo me queda hacer un libro de viajes convencional para viajar por ese mundo. Alguien va a entrar en ese mundo y va a viajar para recoger un abanico del personal humano y de los lugares que hay all¨ª.
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