Los rebeldes de Ourense ya tuvieron un partido propio
Despu¨¦s de 15 a?os de Gobierno en Galicia, Manuel Fraga se ha enredado en un c¨ªrculo que conduce su trayectoria al mismo punto de partida. Fraga regres¨® a su tierra en 1989 para socorrer al PP en una situaci¨®n de emergencia. Las luchas intestinas en la derecha gallega la hab¨ªan privado de un feudo siempre fiel a su paisano, incluso en los peores momentos de Alianza Popular. Un grupo de disidentes del PP acababa de otorgar durante dos a?os la presidencia de la Xunta a un socialista. Con su car¨¢cter arrollador y la autoridad moral que impon¨ªa entre los barones locales, Fraga gan¨® las elecciones auton¨®micas, cerr¨® las heridas y durante 14 a?os se afan¨® por no alterar los delicados equilibrios internos. Tanto empe?o puso en no abrir de nuevo la caja de Pandora de las rivalidades dom¨¦sticas que el presidente de la Xunta prefiri¨® aplazar indefinidamente la designaci¨®n de un sucesor, temeroso de que la pugna por el liderazgo resucitase los viejos fantasmas. Tres lustros despu¨¦s, sin sucesor a la vista, Fraga vuelve al lugar de partida: una formaci¨®n pol¨ªtica al borde de la ruptura.
En aquellas elecciones de 1989 en las que Fraga logr¨® su primer triunfo, el PP acudi¨® coligado en la provincia de Ourense con un peque?o partido, Centristas de Galicia, uno de los muchos restos del naufragio de UCD, que aglutinaba un nutrido grupo de alcaldes rurales, entre ellos el que muy pronto ser¨ªa presidente de la Diputaci¨®n, Jos¨¦ Luis Baltar. Meses despu¨¦s, la reunificaci¨®n del centro derecha gallego qued¨® definitivamente sellada cuando Baltar accedi¨® a disolver su partido e integrarse en el PP. Pero Baltar, un maestro rural, campechano y populista, a quien sus adversarios pol¨ªticos siempre han considerado un residuo del viejo caciquismo rural, puso sus condiciones. Se integraba en el PP a cambio de que el feudo de Ourense quedase enteramente bajo su control, sin injerencias exteriores.
Red de influencias
El garante del acuerdo era Xos¨¦ Cui?a, entonces delf¨ªn de Fraga y tambi¨¦n apoyado por el otro gran bar¨®n rural del PP gallego, el presidente de la Diputaci¨®n de Lugo, Francisco Cacharro. Desde entonces, Baltar deshizo a su antojo en Ourense y teji¨® una enmara?ada red de influencias gracias al manejo de los presupuestos de la Diputaci¨®n y el reparto de empleos p¨²blicos en una de las provincias con menor renta.
Aunque los m¨¦todos de Baltar recib¨ªan en privado reproches de algunos compa?eros, siempre del sector pr¨®ximo a Rajoy, el PP no pod¨ªa renunciar a esa cantera de votos. Hasta que Baltar ha visto su autonom¨ªa provincial amenazada y ha decidido romper la baraja. Si se va del PP, no tendr¨¢ m¨¢s que rescatar las antiguas siglas de Centristas de Galicia, a¨²n registradas a su nombre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.