Adversarios de Rajoy desatan una revuelta en el PP gallego y anuncian que dejar¨¢n el partido
Los populares de Ourense advierten a Fraga de que se quedar¨¢ en minor¨ªa en el Parlamento
La decisi¨®n de Manuel Fraga de perpetuarse al frente del PP gallego ha provocado lo contrario de lo que persegu¨ªa. Un mes despu¨¦s de que anunciase que optar¨ªa a un quinto mandato en la Xunta con el prop¨®sito, seg¨²n ¨¦l, de evitar la divisi¨®n del partido, el PP gallego tropez¨® ayer con la amenaza que trataba de conjurar desde hace a?os: la ruptura entre el sector af¨ªn a la direcci¨®n nacional y uno de los barones provinciales que enarbolan la bandera del "galleguismo". El presidente del PP de Ourense, Jos¨¦ Luis Baltar, comunic¨® a Fraga su decisi¨®n de abandonar el PP junto a cinco diputados al menos.
Esos cinco parlamentarios auton¨®micos son indispensables para que el PP conserve la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento gallego.
"Lleg¨® la gota que colm¨® el vaso", sentenci¨® ayer Baltar, l¨ªder del PP y presidente de la Diputaci¨®n en la provincia gallega donde los populares obtienen sus m¨¢s concluyentes resultados electorales, con porcentajes de voto superiores al 50%. Baltar no quiso confirmar ni desmentir lo que desde horas antes difund¨ªan fuentes pr¨®ximas a la direcci¨®n del PP de Ourense: el anuncio, formulado ante Fraga por el propio Baltar, de su deseo abandonar el partido por lo que considera "entreguismo" ante la direcci¨®n nacional y su l¨ªder, el gallego Mariano Rajoy.
Baltar hab¨ªa cenado con Fraga el pasado lunes y en esa reuni¨®n, seg¨²n confirmaron dirigentes del PP y fuentes pr¨®ximas al Gobierno auton¨®mico, se mostr¨® tajante. Comunic¨® a Fraga que ya no deseaba seguir en una organizaci¨®n en la que se sent¨ªa desplazado por la creciente influencia de los hombres de Rajoy, cuyo enfrentamiento con los barones rurales arranca desde los tiempos en que el actual l¨ªder del PP empezaba su carrera pol¨ªtica en Galicia. Fraga, seg¨²n las mismas fuentes, prometi¨® a Baltar que respetar¨ªa su cuota de poder en el PP gallego e incluso se mostr¨® dispuesto a premiar con alg¨²n cargo org¨¢nico a Xos¨¦ Cui?a, antiguo delf¨ªn del presidente, defenestrado hace a?o y medio por presiones de la direcci¨®n nacional del partido. Baltar siempre ha apoyado a Cui?a como candidato para suceder a Fraga, frente a la abierta hostilidad de Rajoy y de sus aliados en Galicia.
No derribar¨¢n a la Xunta
Pese a su insistencia, la ¨²nica concesi¨®n que Fraga logr¨® arrancar de Baltar fue que ¨¦ste aplazase en una semana el anuncio p¨²blico de su prop¨®sito de abandonar el partido, seg¨²n fuentes pr¨®ximas al l¨ªder del PP de Ourense. Por lo dem¨¢s, Baltar se mantuvo firme, de acuerdo con la versi¨®n difundida por su entorno. S¨®lo se comprometi¨® ante Fraga a no derribar su Gobierno y a garantizarle la estabilidad parlamentaria hasta oto?o de 2005, cuando, de no mediar adelanto, deber¨ªan celebrarse las elecciones auton¨®micas. El dirigente del PP de Ourense tiene asegurado el respaldo de cinco diputados auton¨®micos, entre ellos su hijo Jos¨¦ Manuel, suficientes para privar a Fraga de su mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara gallega. Esos cinco parlamentarios ya protagonizaron un amago de revuelta en enero de 2002, descontentos por la dimisi¨®n forzosa de Cui?a como consejero del Gobierno de Fraga.
Esa crisis pol¨ªtica desatada hace casi dos a?os, producto de la convulsi¨®n social que sigui¨® a la cat¨¢strofe del Prestige, fue la que abri¨® las heridas que se han multiplicado ahora. En medio de la fuerte contestaci¨®n callejera por el modo de gestionar el desastre ecol¨®gico, Cui?a hab¨ªa tratado de convencer al presidente para que marcase distancias con las actuaciones del Gobierno central. Sometido a presiones contrapuestas, Fraga cedi¨® finalmente ante Rajoy y acab¨® forzando la dimisi¨®n de Cui?a, un objetivo que la direcci¨®n nacional del PP persegu¨ªa desde a?os atr¨¢s. Cui?a, con el apoyo de barones como Baltar y muchos alcaldes, sobre todo de las zonas rurales, donde la hegemon¨ªa popular es aplastante, siempre hab¨ªa defendido la idea del PP gallego como un partido aut¨®nomo y soberano en sus decisiones. El populismo regionalista de ese sector chocaba frontalmente con las ideas de Mariano Rajoy y de sus aliados, m¨¢s fuertes en ¨¢mbitos urbanos.
La proximidad de las elecciones municipales impidi¨® entonces que la salida de Cui?a degenerase en una ruptura abierta entre las distintas facciones, que desde una d¨¦cada atr¨¢s manten¨ªan una soterrada pugna para posicionarse ante el momento en que Fraga decidiese abandonar el liderazgo del partido. La designaci¨®n de Rajoy como candidato del PP a la presidencia del Gobierno, en agosto de 2003, contribuy¨® a frenar a los descontentos. Tras el 14-M y la derrota de Rajoy, el horizonte pol¨ªtico cambi¨® radicalmente. Ante el temor a que se recrudeciese la batalla interna, Fraga invoc¨® su vieja autoridad y, con el respaldo expl¨ªcito de Rajoy, anunci¨® en agosto que en 2005, a los 82 a?os, encabezar¨¢ de nuevo las listas del PP para las elecciones auton¨®micas. El presidente de la Xunta fue muy claro al justificar una decisi¨®n que s¨®lo unos meses antes ¨¦l mismo hab¨ªa considerado "contra natura". "No quiero que el partido se divida", confes¨® Fraga.
Pasar a la ofensiva
Para despejar el camino a su candidatura en 2005, el veterano fundador del PP remodel¨® su Gobierno, con una novedad importante. Por primera vez, crear¨ªa el cargo de vicepresidente, aunque en un intento de contentar a todos los sectores, prefiri¨® que fuesen dos, para que no se interpretase que estaba designando un sucesor. Como la ley le obligaba a mantener una jerarqu¨ªa, otorg¨® la vicepresidencia primera a Alberto N¨²?ez Feijoo, un hombre de Mariano Rajoy. Baltar, seg¨²n fuentes del PP de Ourense, interpret¨® que lo estaban arrinconando y decidi¨® pasar a la ofensiva.
La rebeli¨®n de Baltar pone en peligro la larga hegemon¨ªa del PP en Galicia y sit¨²a a Mariano Rajoy en una embarazosa situaci¨®n, a s¨®lo dos semanas del congreso nacional del partido. Pero las direcciones gallega y nacional del Partido Popular se afanaban ayer por transmitir su confianza en que la crisis se cerrar¨¢ con algunas concesiones a Baltar, quien, seg¨²n esa interpretaci¨®n, se habr¨ªa limitado a lanzar un ¨®rdago para defender su cuota territorial.
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