Una bandera en los cielos
El pasado s¨¢bado, d¨ªa 18, se celebr¨® una exhibici¨®n a¨¦rea en Vitoria cuya programaci¨®n hab¨ªa generado una fuerte pol¨¦mica previa. La exhibici¨®n la realiz¨® la Patrulla ?guila, perteneciente al Ej¨¦rcito del Aire. Se hab¨ªa programado para la Fiesta de La Blanca. En aquel momento, fue aplazada. Los detractores estaban contra un espect¨¢culo de acrobacia realizado por aviones de guerra preparados para la exhibici¨®n. Los defensores, que estas cosas se hacen en todo el mundo y resultan muy atractivas.
No quiero ahora entrar en aquella pol¨¦mica. S¨®lo se?alar que, si bien muchos de estos actos los realizan patrullas vinculadas a los ej¨¦rcitos de distintos pa¨ªses (la tiene Italia, Alemania, hasta Suiza la tiene) o en actos conmemorativos de car¨¢cter militar, siendo eso cierto, existe un vuelo acrob¨¢tico deportivo, quiz¨¢ menos llamativo, pero probablemente m¨¢s espectacular y bonito de ver. Hay, desde luego, asociaciones deportivas de ese orden en la propia Espa?a. Elegir la Patrulla ?guila era un claro gesto pol¨ªtico no necesariamente ligado al ej¨¦rcito -o no s¨®lo- sino a componentes de identidad, tan debatidos hoy.
En fin, pero a lo hecho pecho. Tampoco es cosa de rasgarse las vestiduras constantemente. O desaparecen los ej¨¦rcitos (?c¨®mo?, ?quiz¨¢ transformando precisamente toda la aviaci¨®n de guerra en aviaci¨®n para la exhibici¨®n?; esto es una iron¨ªa, claro), o no podemos pretender que lo que se hace en Broadstairs (Inglaterra) o Miranda, no se haga en Vitoria. O s¨ª, pero es cuesti¨®n de gustos. Debi¨® ir, por lo dem¨¢s, mucha gente. (Cuentan, porque a uno la m¨²sica militar, como al franc¨¦s aqu¨¦l, o la exhibici¨®n aparatosa no le va.) De modo que quienes decidieron hacerlo, no debieron equivocarse del todo. Uno nunca sabe.
Pero me quer¨ªa centrar en un detalle que no agrad¨® a m¨¢s de uno de los asistentes, en principio, partidarios del acto. Como es su costumbre, la Patrulla dibuj¨®, con sus humos, una gran bandera espa?ola en los cielos de Vitoria (m¨¢s grande que la que Trillo colg¨® en la Plaza Col¨®n).
Y tampoco importar¨ªa demasiado. No importar¨ªa demasiado si en Espa?a se hubiera realizado una correcta y completa Transici¨®n. Una transici¨®n que incluyera tambi¨¦n los s¨ªmbolos, reflexi¨®n que se hizo muy mal en aquel momento. Uno no tiene la soluci¨®n, desde luego, pero ¨¦sa sigue siendo para muchos la bandera mon¨¢rquica o, a¨²n peor, la franquista (?qu¨¦ hay de la republicana?). Para otros, es la bandera centralista. No ocurre solamente con la bandera. Las matr¨ªculas de coche de la UE en Alemania incorporan un escudito del L?nder correspondiente junto a la preceptiva D. Otro tanto pasa en Italia. En Espa?a, no pudo ser. O, por volver al tema, la "guerra de las banderas" se reprodujo de nuevo con la Diada.
?Qu¨¦ hacer? En el caso concreto de Vitoria, no realizar ese despliegue simb¨®lico tan poderoso; eliminarlo o tener algo de imaginaci¨®n para matizarlo. Pero el problema es m¨¢s global. Existen cosas m¨¢s sustantivas, cierto: el Senado, el consejo de presidentes auton¨®micos (que se dise?a estos d¨ªas), Europa. Pero el mundo de los sentimientos y las emociones es poderoso. Siempre lo ha sido y lo sigue siendo. En el actual debate sobre posibles reformas constituyentes, debiera tambi¨¦n contemplarse ¨¦sta.
En resumen, fue una radiante ma?ana de septiembre en Vitoria, unos C-101 surcaron la Avenida del Zadorra, una bandera se despleg¨® en los cielos, y ¨¦sta es una columna cargada sobre todo de dudas.
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